Taramundi. Ruta de los ferreiros. Mazonovo y museo de los molinos de agua.

Aún es noche cerrada, pues aquí amanece más tarde que en el Mediterráneo, cuando salgo hacia Vegadeo para luego continuar a Taramundi. La noche. fría y despejada, permite ver los luceros que anuncian el próximo alba y las carreteras locales están casi despejadas. Son momentos en los que, dejado atrás ya el mar, vas despacio por valles de cerrada vegetación en los que no es raro encontrar animales que cruzan la carretera, pero la visibilidad es excelente y las luces anuncian tu presencia a distancia, así que te relajas un poco volviendo a ver bosques de castaños y nogal, por más que el arbol más abundante sea algo a discutir entre pinos y eucaliptos. A lo lejos entre los valles que empiezan a clarear veo el mayor enemigo de mi ruta, las nubes que producen la intensa niebla que limita mucho la visibilidad. Pocos kilómetros después la amenaza se convierte en realidad, y entro en Taramundi bajo una espesa niebla. Caprichos del destino, el lugar donde aparco es un pequeño llano donde deben caber un par de docenas de coches y ahí mismo, casi al lado, emerge sobre una pared un grupo de raras imágenes. ¿Encapuchados penitentes? ¿Meigas o ayalgas en su ignoto actuar?. No, he aparcado al lado del cementerio, cuyas cruces asoman sobre la tapia produciendo un sorprendente efecto entre la niebla. Es día de impresiones para el caminante, bellas siempre y acompañadas de xanas, teixoes, solitarios senderos por el bosque, donde ver algún animal es poco frecuente, pero hay muchos y variados. En definitiva, ya desde el primer momento está claro; esta es una ruta muy bonita por el enclave más reconocido de los vaqueiros de alzada. ¡Gran día de senderismo, que se prolongará por la tarde a no mucha distancia!.
Empiezo a caminar en el aparcamiento, al lado del cementerio, hacia la plaza donde está el Monumento al Maestro Manuel Lombardero, y sigo hacia la bonita iglesia, para luego pasar por la Cuchillería de Taramundi y desviarme unos metros hacia La Rectoral, un espacio hotelero muy conocido y visitado en tiempos por políticos. Desde ahí vuelvo a la carretera de Santirso de Abres, por la que sigo todavía entre la niebla y con luz algo escasa, hacia la Quesería de Taramundi y el parque de empresas artesanales; poco antes de llegar hay una bifurcación, donde elijo seguir por el camino de la izquierda, que me llevará hacia Pardiñas de Baixo y, pasado este reducido conjunto de edificaciones típicas, por un precioso sendero, al bosque. Un bosque denso, bellísimo, con caminos o más bien senderos donde la tierra mojada y el barro se entremezclan con la piedra, el agua y la vegetación en un paisaje típicamente asturiano mientras desciendo por la ladera del monte hacia el Arroyo Cabezón, para luego continuar por el camino que me llevará a Vilanova.
Salgo ahora a un camino asfaltado, por el que continuaré hasta el cruce con la AS-21, en Veiga da Saiza, donde entro en la aldea y sigo hasta el río Turia, en un paraje con un puente, donde el río lleva bastante agua y el entorno me parece maravilloso. Vuelvo atrás unos metros y sigo por el camino de la Ermita de San Diego, para luego pasar a un precioso sendero, donde encontraré los restos de un antiguo molino, que más adelante cruza el río por un puente, y sigue remontando el valle por la derecha del río Turia. Muy pronto encontraré, al otro lado del río, una construcción que fue una central eléctrica llamada El Chusco; de ella sale un canal que toma aguas algo más lejos en el río Turia, donde también veremos los restos de varios antiguos molinos de agua. Sigo cerca del río hasta llegar a un pequeño barranco lateral, donde el sendero se aparta algo del río, para ir en busca de un puente que permite cruzar con facilidad el Rego do Valiña, un arroyo que se une al río Turia. Sigo avanzando por el sendero, hasta llegar a la Font do Meiral para luego ir a salir a la carretera de Taramundi a Nio y Navallo, donde giro a la izquierda para entrar en O Mazonovo. Tras cruzar el puente sobre el río Turia alcanzo la entrada del Museo de los Molinos de Mazanovo, muy interesante y bien diseñado, al lado del arroyo Cabreira (que también se une al río Turia) y un canal que lleva agua a los molinos del museo. Su visita me parece muy recomendable.
Después continúo por un sendero que asciende hacia el Castro de Os Castros y la calle Solleiro, ya en Taramundi, desde donde continúo por la Calle Mayor hasta el lugar donde dejé aparcado el coche y termina la ruta.
En conjunto una ruta muy bonita, bastante fácil y relativamente cómoda, que es uno de los mejores ejemplos de la naturaleza asturiana en un entorno fluvial y de baja montaña, a lo que se une a su interés etnográfico y etnológico en un ámbito poco alterado por la humanización. Botas de montaña (barro y agua aconsejan bota alta), bastones (muy buena ayuda aquí), agua (a pesar del cercano río y de fuentes prefiero no beber agua no tratada) y por supuesto recuerde que aquí llueve mucho y el tiempo puede cambiar con rapidez, así que lleve siempre algo de abrigo y un chubasquero.