Tendilla: alcarria, barrancos, Cueva de los Hermanicos

Dejamos Tendilla invadido por la niebla y ascendemos por uno de los caminos marcados que llevan a Romanones. Antes de alcanzar la alcarria (altiplanicie) nos empapa un sol estridente. Aquí en la alcarria todo es discreto: el relieve, los colores del suelo y de la vegetación, el cielo; todo menos la luz y el silencio. Una vez arriba, tomamos el camino que apunta hacia Peñalver.
Más adelante abandonamos el camino para bajar al barranco de La Vega, que ya no alberga niebla. Lo hacemos campo a través entre los waypoints 2 y 3, por senderos de animales sin más dificultad que la de una pendiente excesiva. Inmediatamente, en el waypoint 3, cruzamos el arroyo por un vado hecho con piedras. (No lo haríamos con el sembrado germinado.) Volvemos a tener camino y ascendemos por el valle del arroyo de los Cubos hasta las ruinas de construcciones agrícolas en las proximidades de la Cueva de los Hermanicos.
Nos habíamos propuesto no subir a la cueva (waypoint 4) porque el camino marcado con señales verdiblancas es brutalmente empinado, difícil para subir y peligroso para bajar. Tenemos la fortuna de hacerlo desde un olivar próximo subiendo de ladera con relativa facilidad. La Cueva de los Hermanicos debió ser una ermita rupestre, con arcos tallados y columnas de mampostería; hoy está muy derruida pero resulta un lugar pintoresco, bien expuesto al sol de mediodía y sobre un paisaje idílico. Limpiamos de vegetación el poyete exterior para comer muy cómodos.
Hasta aquí todas las decisiones tomadas han sido acertadas. Después de comer se oculta el sol y caen unas gotas; y a partir de ese momento casi todas decisiones que tomamos resultan equivocadas, como si necesitáramos de luz solar para razonar. En vez de descender de la cueva por donde habíamos subido (ni se les ocurra hacerlo por el camino marcado) optamos por subir del todo al Alto de Peñalver para volver al arroyo de los Cubos rodeando por el alto. Entre los waypoints 4, 5 y 6, bajo amenaza de lluvia nos complicamos bastante, por barranquillos profundos anegados de vegetación y con plantas pinchosas; además, cruzamos campos que en otra época estarán germinados. En el waypoint 6 recuperamos camino que nos lleva a bajar por la carretera antigua como 1,4 km (no pasa un coche), dejamos a nuestra izquierda las llamativas ruinas del convento de La Salceda y cogemos el camino marcado que nos conduce a la ermita de La Salceda (waypoint 7). El resto es camino y otro tramo de la antigua carretera hasta el punto de partida.
En todo el recorrido no hemos visto ni un ser humano, ni animal doméstico ni salvaje, sólo unos minúsculos y silencioso pajarillos.