Tenegüime - Rincón de la Moza(Cuevas de la Triguera y del Rincón) 22082021

El barranco de Tenegüime es, quizás, la ruta de senderismo mas emblemática de la isla de Lanzarote, lo tiene casi todo y sobresale en espectacularidad y belleza.
El barranco arranca en el Pleistoceno inferior, el de mayor actividad volcanica del Cuaternario, en el que se formaron numerosos edificios alineados según la orientación dominante en la isla, NE-SO. Las emisiones mas antiguas en la isla parecen comenzar en el Macizo de Famara, con emisiones datadas entre 1,8 y 1,4 millones de años. Sobre este macizo surgieron tres edificios: el de la Atalaya de Haria, algo anterior, y los edificio de Mala (Valle del Palomo) y Tenegüime. Estos dos últimos se caracterizan porque sus lavas se emitieron como coladas “intracanyon”, es decir, se canalizaron íntegramente por los barranco del Palomo y Tenegüime, respectivamente, dando lugar a situaciones de relieve invertido muy espectaculares, sobre todo en el de Tenegüime. En ambos casos, el encajamiento actual de los barrancos ha dejado las coladas “colgadas” sobre el cauce.
Su importancia radica en ser un barranco excavado por la erosión del agua durante millones de años, constituye una unidad geomorfológica representativa de la geología insular con valores paisajísticos destacados. Se trata de un barranco de trazado rectilíneo en el que la erosión del agua ha ido excavando la secuencia completa de los materiales que componen el macizo de Famara, drenando hacia la vertiente oriental del mismo.
El barranco de Tenegüime, declarado paisaje protegido por la ley de Espacios Naturales de Canarias en 1994, resulta uno de los enclaves más misteriosos de la isla. Su carácter responde a un panorama de fuertes contrastes donde el ambiente seco de su base acoge numerosas especies vegetales como los verodes, las tabaibas, el tajose, las lavándulas, y alberga en su ladera derecha la mayor colonia de romero marino (Campylanthus salsoloides) de Lanzarote y de Canarias.
La majestuosa instantánea desde su cumbre resalta por la riqueza colorista que se funde en una inclasificable mezcla cromática: el ocre, las verdes palmeras y piteras, las flores rosa de los verodes, las piedras liquenadas de ese suave verde orégano… Los sufridos acantilados son aprovechados como guaridas por sus particulares pobladores, palomas, cernícalos, guirres y pardelas. El vuelo de éstas se acompasa del ritmo parsimonioso de las laderas, con el suave crujir del viento sobre los molinos de Los Valles. Entre la maleza y sincronizados por la cercanía de nuestros pasos, las lagartijas y el lagarto de Haría responden con eléctricos movimientos buscando nueva protección. La suma de colores, la paciente instalación de las acequias que aprovecharan la caída del agua con destino a las higueras, parras y otras plantaciones y la sólida estructura del barranco resulta una pieza de bella contemplación.
La idea de hoy era complementar la salida del pasado 08082021 y atravesar el barranco desde el desagüe (el doro), en la zona de la Vega de Guatiza, hasta su naciente en la Triguera, es decir, recorrer el barranco por su cauce (hace mas de un año de la última vez). Para volver a casa se me ocurrió la bajada por el Rincón de la Moza que hace tiempo no hacia. Buscando algún “complemento” más para añadir se me ocurrió lo de las cuevas, unir las cuevas de la Triguera y las del Rincón en un solo trazado y completar la ruta de este modo.
Así que, partiendo de las inmediaciones de Guatiza, me adentré por el Tenegüime hasta alcanzar la ladera de Las Peñas de Perdomo (Parque Eólico) y ya en la zona visitar las cuevas de la Triguera. Una vez echa la primera visita me fui a Los Tablones (la meseta que separa el barranco de Tenegüime y el del Palomo) y desde ella descendí por el Rincón de La Moza hasta las cuevas del lugar. Y tras esta segunda visita ya muy tranquilo me fui para casa.