Teseguite - Arrieta (Manguia - Valle de Abajo - La Pequena - El Agujero - Valle de Temisa) 17052023

Desde la parada de guaguas de Teseguite, Iglesia/vuelta, fui por la carretera hasta el cruce que hay un poco más arriba donde se abren dos pistas que se adentran en Los Llanos de Teseguite.
Continué por la que que tenía a mi izquierda, dirección a Jarnilla. Empieza unos metros asfaltada para continuar sobre tierra atravesando una zona de pasado agrícola, a izquierda y derecha se observan antiguas fincas, hoy abandonadas, en las que destaca ese color pajizo que las cubre: pasamos por Los Llanos de Teseguite, tierra de cereales y legumbres donde la lenteja era la reina.
Alcanzo el Cortijo de Jarnilla, con su era donde se aventaba el grano, y continuo bordeando el Morro de Jarnilla, por la cara que da a Los Llanos, para pasar a la ladera de El Calvario y subir hasta la rofera que se divisa desde abajo.
Desde la rofera continuo por la ladera de Lomo Blanco siguiendo la vereda que baja desde la zona de El Calvario y que me va acercando a El Cortijo de Manguia. En el cortijo paré poco porque ya había estado hace dos días, así que continué por la vega en dirección al barranquillo que desciende por el Lomo de Saavedra desde El Dise Blanco. Ascendí por el lomo hasta la carretera que circunda Las Gavias, en Los Valles, y me fui por la calle Arminda hasta El Morro, extremo sur de El Lomo de Enmedio, para localizar la manera de subir a ese lomo. Al terminar la calle me fui a la derecha por la calle Bentaiga para desviarme por una pista de cemento, que da acceso a una vivienda, y que me permitió encaramarme a la ladera de El Morro.
Desde la ladera, no vi vereda, fui ascendiendo sin muchas dificultades; sabía (de otra vez anterior) que había que localizar una canalización (surco de piedras) para ir subiendo junto a él y poco a poco fui subiendo hasta alcanzar el lomo.
Una vez arriba y repuesto inicie la aventura, la idea partió de la salida anterior hace dos días, el 15 de Mayo, recorría el lomo de enfrente, por Las Nieves, y me fije en este de hoy por cuya ladera no había pisado.
Retome la marcha por la pista que hay sobre el lomo pero con la mirada puesta en la ladera que se iba abriendo a mi izquierda. Me decido y dejo el camino y me paso a la ladera, y como en casi todas las laderas de nuestra isla, las terrazas (abandonadas) colonizan el entorno y la marcha por ellas no ofrece dificultades. La paja seca, veroles y aulagas acompañan el avance y casi la única dificultad que aparece son los barranquillos que bajan desde lo alto. Paso por encima de El Rincón, núcleo poblacional de unas pocas viviendas ubicadas en el lecho del barranco, en el que reluce sobre el negro de las fincas, muy bien trabajadas, las cebollas recién recolectadas.
Sigo avanzando sin que el panorama cambie, todo terrazas llena de malezas y algún barranquillo coloreado por el amarillo ocre de la paja seca. El trayecto tiene unos 2,5 kms y se avanza en calma observando el entorno y la estampa de las miradas: hacia atrás, que luce muy bonito, con las fincas de El Rincón y las viviendas del fondo, la lateral con los surcos de piedras de las terrazas, y la mirada al frente, hacia El Alcaidero, aterrazado en su totalidad y custodiados por los pitones de las piteras que crecen en este lado del valle.
Casi al final aparece una vereda que viene del lomo, próximo a la peña de Guantevén, y que continua hacia el naciente del barranco. La aprovecho para continuar por ella y casi al final se bifurca en dos, la que sigo hacia el frente y otra que desciende al cauce.
Llego arriba y ya en territorio conocido aprovecho el recuerdo del lunes para ascender y plantarme en la pista de entrada desde la carretera Los Valles - Las Nieves.
Completado el objetivo tocaba regresar a casa, recordé una vereda dejada atrás, ese lunes, en las proximidades de El Morro de Tindás y me dije que hoy tacaba.
Ascendí por el Lomo de Los Cardos hacia los Llanos de la Montaña y, como el lunes, desde ahí me planté en el camino de acceso a Los Tablones por El Cortijo de Domingo Armas.
Cuando pase, anteayer, había observado una vereda que rodeaba el pequeño morro donde se inicia el espigón de La Pequena por el lado contrario a la pista de acceso, hoy tocaba curiosearla.
Desde el cortijo fui bordeando el naciente del Valle del Palomo hasta que alcance el morro y me fui por la vereda. La vereda pasa por el lado contrario de la pista de acceso, de cara al valle del Palomo y bajo un pequeño “bosque” de piteras y tuneras, transcurre por una terraza y termina frente a la ruinas de la vivienda que hay pasada la curva de la pista, a la derecha.
Llegas a la vivienda y te incorporas a la pista que se adentra en la Pequeña, sigo lo planificado y me planto en el inicio de la bajada por el Agujero. El punto de arranque viene marcado por la señalética local, un trio de cartelitos anuncian que estas en la Peña de La Pequena y los desvíos para Tabayesco y las Peñas del Chache. A su pie, camuflado en el camino, se inicia la vereda que desciende por la ladera sur del Valle de Temisa y que culmina en el cauce del barranco de Chafariz.
La vereda fue protagonista hace una semana por una carrera de montaña y se noto, el descenso estaba libre de yerbajos y su andadura se hizo sin las precauciones de otras veces ya que la pisada lucia libre de cortinas que impidieran mirar el suelo.
Poco a poco vas descendiendo zigzagueando para eludir las rocas de El Agujero y alcanzar la rampa final que nos deposita en el cauce de Chafariz.
Desde el barranco, en las proximidades del estanque, continuas rumbo al puente que salva la carretera para continuar por la pista (también acondicionada por otra carrera de coches) y recorrer el Valle de Temisa hasta Tabayesco.
No entré en el pueblo sino que seguí por el cauce del barranco hasta la zona de Trujillo, continue por la pista que bordea Tegaso para luego irme, campo a través, hasta Arrieta.