Tolosa-Hernialde-Anoeta
near Zuberoa, País Vasco (España)
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Trail photos
Itinerary description
Ruta sencilla de hacer sin mucho desnivel con buenos sitios para ver y estar
Salimos desde la trasera de la estacion de tren, paseamos por Tolosa y vamos en busca del rio oria. Tomamos el bidegorri hasta las bentas de Henialde que nos desviamos a la izquierda
Ahora subiremos en paralelo a la regata hernialde, paseo por la sombra y por la frescura de la regata
Llegaremos a una borda con un puente y poco despues giraremos a la derecha por una pista forestal y esta nos llevara hasta las primeras casas del pueblo. Seguimos por el camino del calvario hasta que lleguemos una senda que nos llevara a empezar a descender
Llegaremos a las afueras de Anoeta, volveremos a pasar las vias del tren y volveremos a coger el bidegorri para volver hasta nuestro ponto de partida
Un poco de historia, en el barrio de San Esteban se descubrió un asentamiento humano de 9000 años de antigüedad. Por los instrumentos y restos de talla de sílex encontrados, se trataría de un grupo cuya economía se basaba en la caza y recolección de frutos.
De la Edad del Bronce, unos 4000 años de antigüedad, son los dólmenes de Belabieta y Añi, construcciones funerarias testimonio de las primeras manifestaciones religiosas.
En la Edad del Hierro, hace unos 2300 años, surgen los primeros poblados. Se asientan en montes de altura media, como por ejemplo Intxur en Aldaba, y se protegen rodeándose de murallas. Además de conocer el hierro, eran ya agricultores y ganaderos.
Toda la Antigüedad, incluida la romanización y hasta al menos el año 1025, en que Guipúzcoa entra en la Historia, es un período oscuro del que se sabe bien poco.
Tolosa siempre ha tenido una gran importancia estratégica. Era el cruce de caminos entre Castilla, Navarra y Francia. Cuando en 1200, el territorio guipuzcoano fue incorporado a Castilla, el rey Alfonso X el Sabio nombró Villa a Tolosa, y más adelante, en 1256, otorgó el fuero a Tolosa. En este fuero se concedían a los habitantes de Tolosa unos privilegios con los que no contaban los habitantes de las aldeas cercanas, ni los de otras provincias. Igualmente dispuso la fortificación de Tolosa, Ordizia y Segura, puntos fronterizos con Navarra. La ciudad original se levanta en una isla separada por un brazo del Oria que pasaba por la actual calle de la Rondilla (anteriormente de Pablo Gorosábel) y está totalmente amurallada, con seis puertas dotadas de torreones de defensa (puertas de Castilla, Arramele, Navarra, casa de las Damas, Matadero y Nuestra Señora del Socorro).
En 1282 sufre un incendio que la destruye. Sancho IV de Castilla la concede nuevos privilegios para fomentar su reconstrucción y la llegada de nuevos habitantes; entre ellos libra a quienes fueran a establecerse allí de todo tributo a la Corona (Vitoria, 20 de abril de 1290), privilegios confirmados con posterioridad por Fernando IV de Castilla y Alfonso XI de Castilla.
Sin embargo, el mantenimiento de estos privilegios fue problemático en ocasiones, como cuando en 1463 el recaudador Jacob Gaón exigió el pago del impuesto llamado pedido a los tolosanos. Estos le contestaron que estaban exentos de pagarlo, por las disposiciones aprobadas por el rey. Gaón les amenazó, y varios de ellos lo mataron, decapitaron y expusieron su cabeza en lo alto de una picota, como castigo por haber puesto a Tolosa en lo alto de su lista de recaudaciones. El rey Enrique IV de Castilla se dirigió a Tolosa a vengar su muerte, pero los autores huyeron de la villa. El rey mandó derribar la casa en la que se había cometido el crimen. No llegó a ejecutar a los autores, ya que antes de atraparlos le llegó una petición de las Juntas de Guipúzcoa que le rogaba perdón para los tolosanos, y le exponía los argumentos de estos, y Enrique IV reconoció que estaban exentos del pago.
La inseguridad reinante desde el siglo xiv hace que durante dos siglos varias villas y aldeas se unan y separen al concejo de Tolosa, entre ellas Abalcisqueta, Aduna, Albístur, Alegría de Oriai, Alkiza, Alzo, Amasa, Amézqueta, Andoáin, Anoeta, Asteasu, Baliarráin, Belaunza, Berástegui, Berrobi, Cizúrquil, Elduayen, Estella, Ezama, Gaztelu, Hernialde, Ibarra, Icazteguieta, Irura, Lascoáin, Leaburu, Lizarza, Orendáin, Oreja y Yurre. Tolosa se compromete a la defensa de las villas, que quedan bajo la jurisdicción del alcalde, y por lo general se adscriben a los privilegios y fueros de Tolosa. Durante el siglo xiv se producen varias desavenencias con estas ciudades, y un conflicto con San Sebastián por los casos de Andoáin, Aduna y Alquiza, que se zanja en 1479 con el paso de estas tres villas a la jurisdicción donostiarra.
Salimos desde la trasera de la estacion de tren, paseamos por Tolosa y vamos en busca del rio oria. Tomamos el bidegorri hasta las bentas de Henialde que nos desviamos a la izquierda
Ahora subiremos en paralelo a la regata hernialde, paseo por la sombra y por la frescura de la regata
Llegaremos a una borda con un puente y poco despues giraremos a la derecha por una pista forestal y esta nos llevara hasta las primeras casas del pueblo. Seguimos por el camino del calvario hasta que lleguemos una senda que nos llevara a empezar a descender
Llegaremos a las afueras de Anoeta, volveremos a pasar las vias del tren y volveremos a coger el bidegorri para volver hasta nuestro ponto de partida
Un poco de historia, en el barrio de San Esteban se descubrió un asentamiento humano de 9000 años de antigüedad. Por los instrumentos y restos de talla de sílex encontrados, se trataría de un grupo cuya economía se basaba en la caza y recolección de frutos.
De la Edad del Bronce, unos 4000 años de antigüedad, son los dólmenes de Belabieta y Añi, construcciones funerarias testimonio de las primeras manifestaciones religiosas.
En la Edad del Hierro, hace unos 2300 años, surgen los primeros poblados. Se asientan en montes de altura media, como por ejemplo Intxur en Aldaba, y se protegen rodeándose de murallas. Además de conocer el hierro, eran ya agricultores y ganaderos.
Toda la Antigüedad, incluida la romanización y hasta al menos el año 1025, en que Guipúzcoa entra en la Historia, es un período oscuro del que se sabe bien poco.
Tolosa siempre ha tenido una gran importancia estratégica. Era el cruce de caminos entre Castilla, Navarra y Francia. Cuando en 1200, el territorio guipuzcoano fue incorporado a Castilla, el rey Alfonso X el Sabio nombró Villa a Tolosa, y más adelante, en 1256, otorgó el fuero a Tolosa. En este fuero se concedían a los habitantes de Tolosa unos privilegios con los que no contaban los habitantes de las aldeas cercanas, ni los de otras provincias. Igualmente dispuso la fortificación de Tolosa, Ordizia y Segura, puntos fronterizos con Navarra. La ciudad original se levanta en una isla separada por un brazo del Oria que pasaba por la actual calle de la Rondilla (anteriormente de Pablo Gorosábel) y está totalmente amurallada, con seis puertas dotadas de torreones de defensa (puertas de Castilla, Arramele, Navarra, casa de las Damas, Matadero y Nuestra Señora del Socorro).
En 1282 sufre un incendio que la destruye. Sancho IV de Castilla la concede nuevos privilegios para fomentar su reconstrucción y la llegada de nuevos habitantes; entre ellos libra a quienes fueran a establecerse allí de todo tributo a la Corona (Vitoria, 20 de abril de 1290), privilegios confirmados con posterioridad por Fernando IV de Castilla y Alfonso XI de Castilla.
Sin embargo, el mantenimiento de estos privilegios fue problemático en ocasiones, como cuando en 1463 el recaudador Jacob Gaón exigió el pago del impuesto llamado pedido a los tolosanos. Estos le contestaron que estaban exentos de pagarlo, por las disposiciones aprobadas por el rey. Gaón les amenazó, y varios de ellos lo mataron, decapitaron y expusieron su cabeza en lo alto de una picota, como castigo por haber puesto a Tolosa en lo alto de su lista de recaudaciones. El rey Enrique IV de Castilla se dirigió a Tolosa a vengar su muerte, pero los autores huyeron de la villa. El rey mandó derribar la casa en la que se había cometido el crimen. No llegó a ejecutar a los autores, ya que antes de atraparlos le llegó una petición de las Juntas de Guipúzcoa que le rogaba perdón para los tolosanos, y le exponía los argumentos de estos, y Enrique IV reconoció que estaban exentos del pago.
La inseguridad reinante desde el siglo xiv hace que durante dos siglos varias villas y aldeas se unan y separen al concejo de Tolosa, entre ellas Abalcisqueta, Aduna, Albístur, Alegría de Oriai, Alkiza, Alzo, Amasa, Amézqueta, Andoáin, Anoeta, Asteasu, Baliarráin, Belaunza, Berástegui, Berrobi, Cizúrquil, Elduayen, Estella, Ezama, Gaztelu, Hernialde, Ibarra, Icazteguieta, Irura, Lascoáin, Leaburu, Lizarza, Orendáin, Oreja y Yurre. Tolosa se compromete a la defensa de las villas, que quedan bajo la jurisdicción del alcalde, y por lo general se adscriben a los privilegios y fueros de Tolosa. Durante el siglo xiv se producen varias desavenencias con estas ciudades, y un conflicto con San Sebastián por los casos de Andoáin, Aduna y Alquiza, que se zanja en 1479 con el paso de estas tres villas a la jurisdicción donostiarra.
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