Tordera R1-Ermita de Sant Andreu-Turó Gros de Miralles
near Tordera, Catalunya (España)
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Itinerary description
La semana anterior perdimos a una compañera muy querida. Se hace más adecuado viajar juntos en el tren, para socializar entre nosotros mas estrechamente, confortarnos mutuamente y brindar en su memoria, sin correr peligro en la carretera después. Tal vez porque la previsión es de lluvias generalizadas, o porque los ánimos no están para andar haciendo cábalas, enfilamos hacia el corazón de la tormenta, sin arrostarnos ante los remojones. El arrojo y la valentía tienen premio, pues aunque al partir nos despidió una suave llovizna, ahora nos recibe un, al principio, tímido sol, que a medida que reune coraje, calienta sin compasión. Muy a pesar de nuestro previsor compañero, pertrechado con todos los aditamentos necesarios para cualquier inclemencia del clima, no nos cayó ni una gota. Tanto es así, que nos ofecimos, una vez investido con todos los ropajes, a mojarle a destajo para justificar el peso acarreado. Sea como fuere, viajamos bien acompañados, de jóvenes estudiantes, de atareados currantes y, los menos, otros arrojados andarines. En este primer acto, toca pasar puentes, asfalto y suelo urbano. Llegados con algo de retraso por los acontecimientos que afectan a los trenes de cercanías, incendio y robo de cable, la ciudad bulle de vida, tráfico, ciclistas y paseantes interpretan un hermoso cuadro en sus calles. Pasado el cementerio, cuya visión nos hace añorar a nuestra desaparecida compañera, dejamos urbe y asfalto, para pisar por fin, de tierra, camino, que nos aleja de aquellos que siguen por el paseo del colesterol, ocultandonos a sus miradas, para cambios de vestuario y alivios. Verde vegetación, alegres llamadas de pájaros, y el sonido de nuestras propias voces en animada conversación, hacen que lleguemos a la ermita en un suspiro. Aislada como corresponde, hermosa y digna en su humildad, nos acoge a la hora de reponer fuerzas, prestando sus escalones como asiento, y su tejado como parasol. Empieza ahora el ascenso, que sin apenas tregua y casi siempre por torrenteras, nos lleva hasta la cima, que apenas unos momentos antes parecía inasequible por, para nuestros ojos, elevada. Saludados los ciclistas allí reunidos, miramos a todos lados para obtener la merecida recompensa a nuestro esfuerzo y llenar nuestro digital zurrón de preciados trofeos. Cuesta abajo hablamos distendidos, jugando a adivinar, en vano, la hora de llegada a destino, pues no sabemos, ni queremos, resistirnos a pararnos boquiabiertos, ante lo que nos sorprende a cada paso. Jugueteamos entre las Roques d'en Vinyals, bautizando como cueva, por la falta de agua, lo que otrora fue Font de la Roca. Explorada la cavidad y asaeteados a bromas los colchones allí dispuestos, marchamos pensando que ya se acabaron los incentivos de la ruta. Algo desilusionados por ello, tildamos de pijos a los inquilinos de Can Vinyals, por la abundancia de hilos eléctricos y rojos carteles de prohibido el paso. Sorprendidos y alegres, nos solazamos en el entorno de la Font del Bolet. Figuras de madera de gnomos, murciélagos, dragones, ogros y otros habitantes de bosques y protagonistas de leyendas, embellecen árboles y torrentes. Compitiendo en belleza y galanura, con otros árboles vestidos por enredaderas y lianas, con rocas engalanadas de verdín, con rutilantes contrastes de luces y sombras entre hojas y ramas. Como aderezo, una maravillosa banda sonora de trinos y cantos, proporciona el marco adecuado a esta obra humana, conjugada con la creada por la naturaleza, sin nadie pedirnos nada a cambio. Otorgando nuestra admiración y respeto como ofrenda, rompemos el subyugante hechizo, a nuestro pesar, para caer en las redes de otro encantamiento. Aunque mundano no es banal, pues a terraza y frios néctares, no somos capaces de desairar. Libamos con fruición pero con presteza, con un ojo en el minutero, para cumplir horarios. Pasando por ayuntamiento e iglésia, un amable vecino nos encamina hacia el mesón elegido, "Pasado el Pont de Ferro de la seca Tordera, llegareis al polígono. Pero está muy lejos". Mientras aún resuena nuestra contra, "Somos de Barcelona y para nosotros todo está cerca " y su carcajada cómplice, nos aposentarnos en una mesa a nuestra conveniencia, para nutrir cuerpos y despejar mentes. Como somos moderados en la segunda pausa de hidratación, abordamos en tiempo y hora el ferrocarril, conscientes y orientados.
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Bona zona per fer cames
Per fer amb el tren