Torre de Caniles-Cascada de los Charconales-Torre de la Harina (Sierra Sur de Jaén)
near Tobazo, Andalucía (España)
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Itinerary description
La, por lo común, poco conocida Sierra Sur de Jaén depara rincones de gran belleza, como el curso del río San Juan, especialmente cuando se torna bravío por estos montes; aprovecho la semana de lluvias que estamos teniendo para verlo en todo su apogeo, dirigiéndome a las proximidades de Sabariego, aldea del término municipal de Alcaudete, concretamente al Área Recreativa del Puente Palomillas (que se encuentra junto a la JA-4305, a menos de 1 kilómetro de la N-432, inmediatamente antes del puente sobre el río San Juan que da nombre al área, la cual está acondicionada con merenderos y barbacoas y dispone de una fuente, la Fuente Palomillas)
Aparco en este lugar junto al río San Juan (que viene desde Castillo de Locubín, donde continúa al arroyo Guadalcotón -de menor caudal-, y se une al río Salado de Priego, formando
el Guadajoz), saliendo del área recreativa y siguiendo una pista con una buena pendiente que arranca
junto al Cortijo de Caballero. Voy subiendo entre pinos por la ladera del Cerro de la Majada, saliendo luego junto a la linde de un olivar; ahora el camino es muy cómodo, pasando junto a las ruinas del Cortijo La Torrezna y bajando suavemente hasta enlazar con el Camino de las Cabreras, que sigo a la derecha, para pasar ahora junto al Cortijo de las Cabreras antes de tomar una nueva bifurcación a la derecha. Vuelvo a dejar el olivar cruzando un frondoso pinar hasta la Hoya de Montes, amplia planicie plantada de olivos, bajo el Cerro Caniles, con Cerro Blanco a su izquierda.
Atravieso el olivar hasta llegar a las ruinas del Cortijo de Daniel García, junto a la pista, de donde sale una estrecha senda, bien definida (con tramos de mampostería), que se interna en el pinar y va rodeando el Cerro de Caniles por su ladera este y norte, pasando también entre encinas y monte mediterráneo y que, al abrirse la vegetación, muestra magníficas vistas de la Sierra de Ahíllos, con Alcaudete a sus pies, atisbándose al oeste las Sierras Subbéticas. Hay que prestar atención para no dejarse llevar y continuar por esta bonita senda, abandonándola por otra que sube hacia la cima del cerro, donde se yergue la Torre de Caniles, atalaya nazarí que formaba parte del sistema defensivo del Castillo de Alcaudete.
Durante la Baja Edad Media, estas fueron tierras fronterizas entre Castilla y el Reino de Granada, siendo Alcaudete una de las principales vías de entrada en el sultanato granadino a través del río San Juan y el Guadajoz, atravesando después Castillo de Locubín y Alcalá la Real antes de seguir el cauce del río Velillos hasta la Vega de Granada. En las cercanías del San Juan podemos encontrar hasta cinco atalayas o almenaras de época nazarí (la Torre de los Ajos, la de la Harina, la del Molino del Moro, la de Caniles y Torre Blanca), dando fe de su pasado fronterizo: con una guarnición permanente de dos o tres hombres, obviamente no tenían valor como reducto defensivo, pero permitían la rápida comunicación entre ellas (desde cada una se divisaban varias otras de la misma línea) para alertar ante incursiones enemigas, dando tiempo a refugiarse a la población (y a sus ganados) en el interior de las murallas de la villa y a preparar su defensa (incluso si alguna torre caía, la más cercana daba la señal de alarma indicando el punto de penetración del enemigo).
La Torre de Caniles sufrió el siglo pasado una profunda remodelación para ser ha reutilizada como torre de vigilancia forestal (los restos originales sólo alcanzan 4.5 metros de altura), creando en su base un habitáculo y adosándole en su exterior una escalera en espiral, de hormigón, para acceder a la estancia superior, dotada de ventanas y con una trampilla en el techo; unos peldaños metálicos embutidos en la pared permiten subir a la terraza, donde se ha instalado el vértice geodésico. Desde aquí se tienen unas amplias vistas del Valle del río San Juan, Sierra Horconera, las cumbres de la Sierra Sur de Jaén y, hacia el sur, Sabariego, La Rábita y la Sierra de San Pedro.
La bajada del Cerro Caniles la hago por su cara este primero y luego sur, siguiendo un camino dotado con buenos muros de piedra que serpentea por el pinar hasta llegar nuevamente al olivar de la Hoya de Montes; con alguna pequeña trocha, me reincorporo a la pista, desandando
el Camino de las Cabreras que ahora continúo en bajada, dirección sur, cruzando el Barranco de las Cabreras, hacia el Valle del río San Juan. En la bajada damos vistas a Sabariego, pasando junto al Cortijo Los Hilarios, poco antes de salvar el San Juan por un puente de tubos y hormigón, junto a los restos del Molino Funes (molino de aceite y harina).
Ya al otro lado del puente, sigo aguas arriba entre la margen izquierda del río y unas plantaciones de olivar. Estamos en el Cañón o Cerrada del río San Juan (constituido por estratos calizos del Jurásico), donde el río forma pozas y remansos en un paraje conocido como los Charconales. Una pequeña cascada cae a una amplia poza, cuyo fondo oculta una misteriosa cueva según cuentan las historias de los lugareños, que frecuentan este sitio como zona de baño en los meses de estío. Hoy además la fuerza y el caudal de la corriente impiden el vadeo del río, pero afortunadamente se puede continuar sin mucha dificultad por la misma ribera, siguiendo (en sentido inverso) unas flechas rojas pintadas en la roca hasta llegar a las ruinas del Molino de Colmena.
Desde aquí empiezo la subida monte a través del Cerro de la Harina, así llamado por discurrir por aquí el trayecto más corto hasta los antiguos molinos de harina que se encontraban a orillas del San Juan; el ascenso, con vistas a la linde del pinar, no es especialmente complicado (aunque por su pendiente viene bien parar de tanto en cuanto para disfrutar de las vistas sobre el Cañón del río San Juan, cada vez más abajo). Ya en el pinar, voy buscando la
arista rocosa del Cerro de la Harina (en la que se va marcando un senderito), continuando en dirección este, hasta llegar a un pequeño collado donde finaliza una pista forestal; justo enfrente arranca una senda bien definida que sigue recorriendo la cresta oeste del cerro (con el pinar a la izquierda) y que dejo por otra menos marcada siguiendo las flechas rojas, que vuelven a hacer su aparición. Guiado por ellas, aunque pronto con las ruinas de la atalaya musulmana a la vista, llego a la cumbre, donde, a la izquierda, sobre un roquedo, se levanta una cruz de hierro: la colocó a comienzos del siglo XX un mozo del pueblo, Juanillo "El Liebro", durante la festividad de la Exaltación de la Cruz (en la creencia de que ahuyentaría las tormentas dañinas) y años más tarde se hizo costumbre subir cada año (durante la celebración de la romería de la Virgen de la Cabeza en Andújar) para comer, bailar y también poner algunas flores en la cruz.
Me acerco a la Torre de la Harina, de la que solo queda en pie su mitad norte (pese a tener la declaración de BIC desde 1985, como el resto de atalayas del entorno); se la conoce también como el “Balcón de Sabariego”, por las magníficas vistas que se tienen de la aldea desde ella, de lo que doy fe.
Justo cuando me encuentro junto a la torre vigía, empieza a llover, sirviéndome un hueco en su base como refugio temporal; como la cosa no amaina, retorno por la misma cresta, mientras arrecian la lluvia y el viento, hasta llegar a la pista forestal, desde donde me queda apenas kilómetro y medio de cómodo camino por el pinar (con un pequeño recorte por un olivar) hasta el Puente Palomillas.
Aparco en este lugar junto al río San Juan (que viene desde Castillo de Locubín, donde continúa al arroyo Guadalcotón -de menor caudal-, y se une al río Salado de Priego, formando
el Guadajoz), saliendo del área recreativa y siguiendo una pista con una buena pendiente que arranca
junto al Cortijo de Caballero. Voy subiendo entre pinos por la ladera del Cerro de la Majada, saliendo luego junto a la linde de un olivar; ahora el camino es muy cómodo, pasando junto a las ruinas del Cortijo La Torrezna y bajando suavemente hasta enlazar con el Camino de las Cabreras, que sigo a la derecha, para pasar ahora junto al Cortijo de las Cabreras antes de tomar una nueva bifurcación a la derecha. Vuelvo a dejar el olivar cruzando un frondoso pinar hasta la Hoya de Montes, amplia planicie plantada de olivos, bajo el Cerro Caniles, con Cerro Blanco a su izquierda.
Atravieso el olivar hasta llegar a las ruinas del Cortijo de Daniel García, junto a la pista, de donde sale una estrecha senda, bien definida (con tramos de mampostería), que se interna en el pinar y va rodeando el Cerro de Caniles por su ladera este y norte, pasando también entre encinas y monte mediterráneo y que, al abrirse la vegetación, muestra magníficas vistas de la Sierra de Ahíllos, con Alcaudete a sus pies, atisbándose al oeste las Sierras Subbéticas. Hay que prestar atención para no dejarse llevar y continuar por esta bonita senda, abandonándola por otra que sube hacia la cima del cerro, donde se yergue la Torre de Caniles, atalaya nazarí que formaba parte del sistema defensivo del Castillo de Alcaudete.
Durante la Baja Edad Media, estas fueron tierras fronterizas entre Castilla y el Reino de Granada, siendo Alcaudete una de las principales vías de entrada en el sultanato granadino a través del río San Juan y el Guadajoz, atravesando después Castillo de Locubín y Alcalá la Real antes de seguir el cauce del río Velillos hasta la Vega de Granada. En las cercanías del San Juan podemos encontrar hasta cinco atalayas o almenaras de época nazarí (la Torre de los Ajos, la de la Harina, la del Molino del Moro, la de Caniles y Torre Blanca), dando fe de su pasado fronterizo: con una guarnición permanente de dos o tres hombres, obviamente no tenían valor como reducto defensivo, pero permitían la rápida comunicación entre ellas (desde cada una se divisaban varias otras de la misma línea) para alertar ante incursiones enemigas, dando tiempo a refugiarse a la población (y a sus ganados) en el interior de las murallas de la villa y a preparar su defensa (incluso si alguna torre caía, la más cercana daba la señal de alarma indicando el punto de penetración del enemigo).
La Torre de Caniles sufrió el siglo pasado una profunda remodelación para ser ha reutilizada como torre de vigilancia forestal (los restos originales sólo alcanzan 4.5 metros de altura), creando en su base un habitáculo y adosándole en su exterior una escalera en espiral, de hormigón, para acceder a la estancia superior, dotada de ventanas y con una trampilla en el techo; unos peldaños metálicos embutidos en la pared permiten subir a la terraza, donde se ha instalado el vértice geodésico. Desde aquí se tienen unas amplias vistas del Valle del río San Juan, Sierra Horconera, las cumbres de la Sierra Sur de Jaén y, hacia el sur, Sabariego, La Rábita y la Sierra de San Pedro.
La bajada del Cerro Caniles la hago por su cara este primero y luego sur, siguiendo un camino dotado con buenos muros de piedra que serpentea por el pinar hasta llegar nuevamente al olivar de la Hoya de Montes; con alguna pequeña trocha, me reincorporo a la pista, desandando
el Camino de las Cabreras que ahora continúo en bajada, dirección sur, cruzando el Barranco de las Cabreras, hacia el Valle del río San Juan. En la bajada damos vistas a Sabariego, pasando junto al Cortijo Los Hilarios, poco antes de salvar el San Juan por un puente de tubos y hormigón, junto a los restos del Molino Funes (molino de aceite y harina).
Ya al otro lado del puente, sigo aguas arriba entre la margen izquierda del río y unas plantaciones de olivar. Estamos en el Cañón o Cerrada del río San Juan (constituido por estratos calizos del Jurásico), donde el río forma pozas y remansos en un paraje conocido como los Charconales. Una pequeña cascada cae a una amplia poza, cuyo fondo oculta una misteriosa cueva según cuentan las historias de los lugareños, que frecuentan este sitio como zona de baño en los meses de estío. Hoy además la fuerza y el caudal de la corriente impiden el vadeo del río, pero afortunadamente se puede continuar sin mucha dificultad por la misma ribera, siguiendo (en sentido inverso) unas flechas rojas pintadas en la roca hasta llegar a las ruinas del Molino de Colmena.
Desde aquí empiezo la subida monte a través del Cerro de la Harina, así llamado por discurrir por aquí el trayecto más corto hasta los antiguos molinos de harina que se encontraban a orillas del San Juan; el ascenso, con vistas a la linde del pinar, no es especialmente complicado (aunque por su pendiente viene bien parar de tanto en cuanto para disfrutar de las vistas sobre el Cañón del río San Juan, cada vez más abajo). Ya en el pinar, voy buscando la
arista rocosa del Cerro de la Harina (en la que se va marcando un senderito), continuando en dirección este, hasta llegar a un pequeño collado donde finaliza una pista forestal; justo enfrente arranca una senda bien definida que sigue recorriendo la cresta oeste del cerro (con el pinar a la izquierda) y que dejo por otra menos marcada siguiendo las flechas rojas, que vuelven a hacer su aparición. Guiado por ellas, aunque pronto con las ruinas de la atalaya musulmana a la vista, llego a la cumbre, donde, a la izquierda, sobre un roquedo, se levanta una cruz de hierro: la colocó a comienzos del siglo XX un mozo del pueblo, Juanillo "El Liebro", durante la festividad de la Exaltación de la Cruz (en la creencia de que ahuyentaría las tormentas dañinas) y años más tarde se hizo costumbre subir cada año (durante la celebración de la romería de la Virgen de la Cabeza en Andújar) para comer, bailar y también poner algunas flores en la cruz.
Me acerco a la Torre de la Harina, de la que solo queda en pie su mitad norte (pese a tener la declaración de BIC desde 1985, como el resto de atalayas del entorno); se la conoce también como el “Balcón de Sabariego”, por las magníficas vistas que se tienen de la aldea desde ella, de lo que doy fe.
Justo cuando me encuentro junto a la torre vigía, empieza a llover, sirviéndome un hueco en su base como refugio temporal; como la cosa no amaina, retorno por la misma cresta, mientras arrecian la lluvia y el viento, hasta llegar a la pista forestal, desde donde me queda apenas kilómetro y medio de cómodo camino por el pinar (con un pequeño recorte por un olivar) hasta el Puente Palomillas.
Waypoints
Ruins
2,411 ft
Torre de la Harina
De cuerpo cilíndrico de 4.45 metros de diámetro y altura de 4.6 metros, estaba cubierta por una cúpula; ha perdido la mitad sur y conserva la ventana-puerta íntegra en el resto del muro
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