Torre Santa Bárbara- Punta Turroia -Labetxu-Erantzin- Playa pétrea fósiles (paramoudras) -Justiz

Esta ruta recorre la parte central de mayor interés geológico del monte Jaizkibel, concretamente el pseudokarst de arenisca de una antigüedad de 40 millones de años y más al este la insólita playa pétrea de paramoudras, ambas formaciones rocosas de características espectaculares y únicas a nivel mundial.
Es una zona muy sensible y frágil en la que habrá que tener el máximo cuidado y respeto, no tocando las paredes de arenisca que se desmoronan fácilmente.
Recomendable antes de la visita echar un vistazo a los estupendos trabajos divulgativos de Aranzadi,con una bellísima fotografía y que sigue investigando y encontrando en la zona nuevas cavidades y puntos de interés geológico.
También aconsejable ir un día de sol para apreciar mejor los colores sobre las diferentes areniscas cuyas tonalidades van cambiando a lo largo del día.
Fijarse en los horarios de mareas para poder atravesar la playa de los fósiles pues habrá que coincidir con marea baja.
Mejor llevar pantalón largo ya que alguna zona tiene mucha argoma y arbustos espinosos, y para evitar la picadura de los tábanos en verano, recomendable llevar dos camisetas pues la primera los bicharracos la atraviesan con suma facilidad.
Para evitar a la vuelta 3-4 kms de asfalto, llevamos dos coches que los dejamos en el antiguo parador y en el merendero de Justiz.
La caminata la realizo con parte de los jóvenes de la cuadrilla de Donosti, bajando directamente desde el antiguo parador por Lekueta hasta llegar a Punta Turroia , lugar de inicio del conocido como Laberinto Blanco, por la infinidad de abrigos y huecos de arenisca blanca, por la que es bueno perderse para descubrir infinidad de variadas formaciones rocosas.
La primera que nos encontramos enfrente y en lo alto, es la denominada Cueva de la Concha (con otra justo debajo según se aprecia en la foto) con unos ventanales impresionantes colgados al mar.
Justo detrás están los mojones de la muga de Pasaia y Hondarribi, recientemente desbrozados de la intensa maleza que los cubría por el amigo arrantzale hondarribitarra José Beñardo.
El entorno está lleno de rocas de arenisca blanca con huecos en forma de cáscara generalmente orientados al sur, cuya superficie externa gris oscura está cementada y es muy resistente, todo lo contrario que su pared interior con numerosos dibujos laminares y delicadas geoformas.
El suelo está cubierto de una capa de arena blanca suelta procedente del proceso de disolución del cemento carbonatado intergranular (granos de cuarzo) de las paredes.
Se observan también abundantes bloques sueltos en los que destacan los nódulos esféricos que al desprenderse de la pared por la erosión dejan como huella las concavidades semiesféricas.
Desplazándonos por esta zona hacia el occidente, nos encontramos al fondo con el valle de Labetxu, conocido también como Valle de los Colores.
Destacan las impresionantes areniscas rojizas, anaranjadas, rosáceas, ocres...con infinidad de oquedades y nódulos, sus cuevas meteorizadas con variados diseños de celdas tipo panal de abejas, cuya estructura no va adosada a la pared; otras de cuerdas entrelazadas....
Bajamos al valle y al cruzar la regata ascendemos por la dcha hacia el acantilado para apreciar mejor el fondo del valle y el espectacular frente rocoso policromado de Morkotx ,siempre cubierto de gaviotas.
Aprovechamos la parada en este lugar privilegiado para descansar e hincar el diente mientras contemplamos las areniscas coloreadas del valle.
A la vuelta por la senda del interior que asciende por la dcha nada más pasar la regata, llena de maleza y que fácilmente la puedes perder, seguimos dejando a la izda y detrás variadas formaciones geológicas.
Continuando de nuevo por el litoral hacia oriente, descendemos al valle de Erantzin cuya regata atravesamos. Después de ascender por un pinar llegamos a Irupuntxa, donde se encuentra la impresionante playa pétrea de los fósiles, a la que pudimos bajar gracias a las señales blancas sobre las rocas pintadas por el activo personal del Vasco Camping, y luego atravesarla al estar la marea baja pero con mucho cuidado pues hay pasos que con las rocas mojadas pueden ser peligrosos.
Aquí nos encontramos con infinidad de paramoudras: concreciones silíceas de diferentes tamaños y formas que se hunden en el sustrato rocoso de arenisca carbonatada y que se originaron en torno a trazas fósiles de organismos marinos.
Los más habituales son esféricos y cilíndricos pero pueden tener forma de tortugas, focas, senos, falos, ánforas, setas, balón de rugby...
Después de visitar frente al mar la conocida como cueva de Mari, abandonamos este sorprendente lugar de paramoudras, consideradas de gran interés científico tanto por sus características como por su elevado grado de preservación.
Enseguida llegamos a Punta Biosnar, el cabo más septentrional del litoral.
Más adelante encontramos unas rocas con un conjunto de curiosos dibujos que se asemejan a pinturas rupestres.
Luego los verdes prados de Marla, siempre con ganado pastando, nos recuerda el paisaje irlandés.
En esta campa hay un panel informativo que cuenta una anécdota muy curiosa del experimentado piloto francés Roland Garros.
En mayo de 1911, durante la 2nda etapa Angoulême-San Sebastian de la carrera París-Madrid, el piloto francés se quedó sin combustible pero pudo afortunadamente aterrizar en esta campa.
Gracias a la ayuda de un destacamento de artilleros del fuerte de Guadalupe y de los baserritarras de la zona que le suministraron gasolina, el intrépido piloto pudo despegar su aeroplano tras rodar por la plataforma lanzándose al vacío sobre el mar, para aterrizar posteriormente en la playa de Ondarreta.
Murió en 1918 durante la 1era Guerra Mundial combatiendo en el cielo de las Ardenas.
Con la subida final al merendero de Justiz en donde nos tomamos nuestras buenas y merecidas cervezas, acabó esta bella e inolvidable caminata realizada en octubre de 2014, que es muy recomendable pero siempre con el máximo respeto a estos parajes naturales tan delicados y sensibles.