Torrecampo-Ermita de la Virgen de Veredas-Río Guadalmez

Ruta por la Comarca de Los Pedroches, concretamente por el término municipal de Torrecampo, durante siglos una de las Siete Villas de dicha comarca.
Aparco a la entrada del pueblo viniendo por la A-435, en la calle Pozoblanco (junto al Hogar del Pensionista), desde donde bajo hasta la plaza de la Iglesia. La preside
la Iglesia Parroquial de San Sebastián, uno de los templos más antiguos de la zona, del siglo XV, de estilo gótico rural de influencias toledanas (habitual en el siglo XV en Los Pedroches), aunque reformada en los primeros años del XVIII, por iniciativa del Cardenal Salazar: se elevó el techo de las naves laterales hasta alcanzar la pendiente de la central (ésta abría ventanas al exterior por encima de las naves laterales, cegándose estas ventanas), resultando en un edificio menos estilizado. Se le adosó un campanario de tipo espadaña en 1973 (la antigua torre, muy deteriorada, fue demolida en 1905). En su interior hay que destacar la pila bautismal gallonada, de granito; el antiguo retablo y las imágenes desaparecieron durante la Guerra Civil, y también terminaron perdiéndose en su mayor parte las pinturas murales (que representarían la Pasión, San Cristóbal y el Juicio Final), posteriormente encaladas, del siglo XV, parcialmente puestas al descubierto durante unas obras en 1951.

Sigo por la calle Real, donde se encuentra el Pósito, sólida construcción para almacenar cereal a cargo del concejo (para sacarlo a la venta en momentos de carestía tanto para mitigar las hambrunas como para regular el precio de mercado); debe fecharse entre la segunda mitad del siglo XVI y el XVII, épocas en que proliferaron estos edificios por la geografía hispana. Consta de tres salas longitudinales abovedadas (bóvedas de cañón), la central de mayor tamaño, que servirían de almacén de trigo, cebada y centeno. Tras su restauración en 2004 se utiliza como sala de exposiciones (la sala central alberga una permanente del artista local José Romero “Torrecampo” y las dos laterales exposiciones temporales).
Junto al Pósito hay un edificio de principios del siglo XX, con la estructura tradicional de las viviendas de Los Pedroches, que alberga el Juzgado y la cárcel (la Casa de la Cárcel), donde se han restaurado los dos calabozos, conservando las puertas y rejas originales, el patio y las bóvedas de la casa; ambas plantas se han transformado en un museo etnológico.

En la plaza de Jesús se levanta la Ermita de Jesús Nazareno, inicialmente una pequeña construcción gótica-mudéjar, reformada en épocas posteriores, sobre todo durante el mandato del Cardenal Salazar, reforma a la que corresponden la fachada principal y la decoración interior, destacando las pinturas con motivos florales y el Padre Eterno de la cúpula y los cuatro evangelistas sobre cada una de las pechinas sobre las que descansa (aunque sólo se han recuperado dos). Hay otro fresco tras el retablo del Santo Sepulcro y restos de otro (imitando a un gran cortinaje que rodearía el antiguo retablo) en el presbiterio; también sus retablos e imágenes fueron incendiados en 1936, entre ellos la de Nuestro Padre Jesús Nazareno, de gran valor escultórico, y un San Gregorio procedente de otra ermita ya desaparecida.

Salgo de la plaza por la calle Mudo, donde se ubica el Museo “Posada del Moro”, antigua posada del siglo XV, de las muchas que jalonaban el Camino Real a su paso por el pueblo, así conocida por el apodo de una de las familias que vivieron en el edificio (que primeramente fue una casa noble particular, con la estructura tradicional de las casas de la comarca). Destacan su portada renacentista de granito (de principios del XVI), un peristilo con bello capitel gótico, una típica cocina matancera de los Pedroches, unos artesonados procedentes del derribo de las salas capitulares de los Ayuntamientos de Dos Torres y Pedroche, un patio rodeado de cipreses y solado con un gran mosaico del país, con un porche con columnas y capitel en forma de flor de lis, y una gran reja del siglo XVI. Hoy alberga
una interesante colección de vestigios arqueológicos (testigos de un intenso pasado minero, agrícola y guerrero), pintura de gran valor histórico, escultura y enseres domésticos.

Girando por la Travesía de Santiago, cruzo la A-435 para tomar el Camino de la Virgen de Veredas, que en poco más de 5 kilómetros de recorrido atravesando la dehesa conecta con la Cañada Real Soriana (Cordel de la Mesta, que une La Mancha con Andalucía), en un tramo
que coincide con la CO-8100 hasta cerca de la Ermita de Nuestra Señora de las Veredas, dedicada al culto de la patrona de Torrecampo. Es un edificio del siglo XV (levantado inicialmente en estilo gótico y posteriormente reformado en el XVIII, con aspecto barroco, conservando de la estructura original cuatro arcos apuntados de ladrillo sobre pilares de granito y el arco apuntado de la puerta principal), que custodia una talla policromada, de finales del siglo XV, de la Virgen. Aquí se celebra cada primavera una multitudinaria romería.

Cruzando el arroyo de Guadamora a la espalda del Santuario por un puente de piedra, subo por una vereda hasta unas peñas con una cruz pétrea levantada en 1900 (conmemorando el inicio de siglo), a unos metros de la oquedad entre las rocas (la llamada “plancha”) donde un pastor de la localidad encontró, según la tradición, la imagen de la patrona. Desde aquí se disfruta de una magnífica vista del Santuario.

Bajo por vereditas hasta el arroyo del Guadamora, fácil de vadear en estos tiempos de escasas lluvias, subiendo hasta un camino que sigo unos metros para volver de nuevo hacia el arroyo. Lo cruzo antes de su unión con el río Guadalmez y me aproximo a la ribera de éste. Ésta es la parte más bonita de la ruta, siguiendo el curso fluvial, con alisos, olmos, rosales silvestres… y pudiendo sorprender a alguna ave acuática. La senda se cruza con el Camino Real de La Mancha y después, atravesando un encinar, conecta con un camino (hay una puerta antes de llegar al mismo que puede abrirse fácilmente). Más tarde el camino entronca con el Real de La Mancha, que dejo tras pasar bajo el viaducto de la A-435. Luego subo hasta el puente que salva el Guadalmez (en el límite de las Comunidades de Andalucía y Castilla-La Mancha) y continúo por el otro margen del río, de nuevo por camino de dehesa, limitado por muros de piedra, que dejo más adelante por el Cordel de Villanueva, junto al río. Lo cruzo en un vado con grandes piedras (que hay que salvar con precaución) y luego sigo por el Camino del Barranco Hondo, que lleva al Guadamora; cruzado este arroyo, continúo por el Camino de la Jurada hasta conectar con el Callejón del Torrejón, a la izquierda, por el que regreso al pueblo.

Visito el original parque de la Raya, con varias construcciones de piedra (chozos, hornos, un estanque y el puente que lo cruza…) y luego me dirijo hasta la Ermita de la Virgen de Gracia, según algunos estudiosos una antigua sinagoga para uso de los muchos judíos que transitaban por el camino real que unía Córdoba con la corte; presumiblemente se levantó durante la segunda mitad del siglo XV o comienzos del siglo XVI, en estilo gótico (la fachada lateral que da a la calle Gracia es fruto de una reforma a comienzos del XVIII). Durante muchos años se utilizó como almacén de trigo, lo que dañó sus elementos arquitectónicos (muros, bóvedas) y sobre todo sus pinturas; además fue saqueada durante la Guerra Civil y quemadas las imágenes (la de San Sebastián, el Cristo de la Vera Cruz, la Dolorosa, la Virgen de los Desamparados y un San Isidro Labrador). Recientemente, en los noventa, fue restaurada (y se construyó la espadaña del campanario).

Desde la ermita bajo por la calle Gracia para tomar un refrigerio tras esta larga ruta (que califico por ello de dificultad moderada). Sólo resta volver al punto de partida por la calle Pedroche, de blancas casas con dintel y zócalo de granito.