Torrecuadradilla - Valdesaz - Torreón - El Val de San García - Cifuentes

Por mitad de abril, pasadas las 9 de la mañana, con la escarcha huyendo del sol comienza un paseo de total relaxing sin cup ni café ni leches; simplemente lo puesto, unas botas de suela dura para pisar fuera de las sendas e hidrófugas para evitar acabar calado con las hierbas, una cámara y una botella de agua que tras más cuatro horas entre nubes y claros no habrá salido de la mochila.






El día prometía a estas horas ser espléndido pero poco después se encapotó aunque sin riesgo de lluvia y sin dejar de ser como de encargo para el paseo.




La fuente de los Villares con un buen chorro de agua fresca mucho más generoso en esta época que luego en verano cuando de verdad hace falta.




Ahí sigue vigilante en el cruce de caminos la sabina centenaria, en otro tiempo refugio contra el sol y la lluvia o simplemente como parada inexcusable para charlar. Ahora ha quedado para custodiar en soledad bajo su corteza los cientos de mensajes que aquellos grafiteros dejaban en su tronco con un simple lápiz de carbón o con la marca de sus ovejas.




Vista del paraje de La Espinosa, despertando del invierno..




Las aliagas florecidas rompen los tonos verdes dominantes y los todavía grises de las caducas.




40 años no pasan en balde; este es el tiempo aproximado que ha transcurrido desde que prácticamente de niño pasaba habitualmente por el Corral Viejo; por entonces había unas cuantas parideras todas en continuo uso, un lugar ideal para descanso del ganado y por su situación un buen punto para comenzar y finalizar el pastoreo diario. Para los que lo vivieron en primera persona y para los que lo llegamos a contemplar, estas casillas, ya casi todas en ruinas, representan un fiel testimonio de lo que era la vida en el pueblo.