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Torreparedones (Baena)

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Trail stats

Distance
6.06 mi
Elevation gain
1,096 ft
Technical difficulty
Moderate
Elevation loss
1,096 ft
Max elevation
1,923 ft
TrailRank 
53
Min elevation
1,923 ft
Trail type
Loop
Moving time
one hour 56 minutes
Time
2 hours 33 minutes
Coordinates
1646
Uploaded
May 20, 2023
Recorded
May 2023
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near Castro del Río, Andalucía (España)

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Itinerary description

Visita al yacimiento arqueológico de Torreparedones (también conocido como Torre de las Vírgenes o Castro el Viejo), situado en el límite septentrional de los términos municipales de Castro del Río y Baena, en plena campiña cordobesa. Se puede llegar desde la capital por la A-306 hasta Bujalance, desde donde se continúa por la A-309 unos 700 metros antes de desviarse a la izquierda por la CO-4200; tras 11 kilómetros por esta carretera, se sigue por la A-3125, otros 12 kilómetros , antes de encontrar el camino a Torreparedones (antigua vía pecuaria denominada “camino de Castro del Río a Porcuna”), con un primer tramo de tierra y luego ya asfaltado (pero en bastante mal estado); después de casi 5 kilómetros por esta carreterita se llega al aparcamiento junto al Centro de Recepción de Visitantes de Torreparedones.

Antes de entrar en el yacimiento, para ponerme en situación, hago una pequeña ruta para buscar restos de recintos fortificados íberos en las proximidades, continuando por el carril asfaltado en dirección norte hasta las cercanías del cortijo de Rebondillo. Luego sigo por el olivar hasta un barranquete, caminando junto a él hasta que desemboca en el arroyo de la Cuna; tras unos metros por el interior del cauce seco, vuelvo a subir entre olivos hasta encontrar en un collado (con el cortijo de Alcoba la Alta al pie del cerro) grandes piedras dispuestas en hiladas, que conformaban el cerramiento de un recinto fortificado. Desde aquí cambio de dirección, hacia el oeste, buscando en la ladera de otro cerro vecino otro frente alineado de grandes sillares cíclopeos. Regreso después descendiendo hasta el Cuna, a cuyo cauce hay que volver a bajar para cruzarlo y subir hasta un camino que lleva al cortijo del Rebondillo. Por este trayecto de poco más de seis kilómetros, caminando gran parte del mismo entre olivares labrados, considero la ruta de dificultad moderada.

De nuevo en Torreparedones, comienzo la visita por la necrópolis romana (junto al Centro de Recepción de Visitantes), que siempre solían ubicarse extramuros; actualmente se conocen dos en el yacimiento: la necrópolis oriental y la septentrional. La oriental es la que se encuentra junto al centro, donde se han hallado más de cien tumbas de inhumación con nichos para contener las cenizas de los difuntos. La necrópolis septentrional se conoció gracias al hallazgo fortuito del Mausoleo de los Pompeyos en 1833, lo que hizo que el yacimiento saltase al escenario nacional e incluso internacional; se trata de una tumba monumental hipogea (en uso desde los momentos finales de la República hasta bien entrado el siglo I d.C.), en la que se descubrieron catorce urnas de piedra, de las cuales doce tenían inscrito el nombre familiar de Pompeyo (algunos miembros de esta familia desempeñaron cargos importantes en la administración municipal de la antigua ciudad de Torreparedones, como Cneo Pompeyo Afro, edil y duumviro).
En la necrópolis oriental, en la tumba 49 (otro hipogeo colectivo), entre otros hallazgos, se encontraron varios fragmentos de una urna de piedra caliza con inscripción alusiva al nombre de la persona cuyos restos cremados se guardaron en ella (con letras labradas a bisel conservando restos abundantes de pintura roja en su interior), que debe fecharse a comienzos de época imperial y que reza así: “M(arci) • l(iberta) • Grata” (liberta de nombre Grata -Agradable-, antigua esclava de Marco).

Subo ahora hacia lo que fue oppidum íbero y luego ciudad romana, pero que, dada su estratégica situación topográfica (sobre una de las cotas más elevadas de la zona, a 589 msnm, que la convierten en el “techo de la Campiña”), ya conoció ocupación humana desde la Edad del Cobre, en el segundo milenio antes de Cristo; a partir del siglo VIII a.C. comenzaron a llegar los colonos griegos y fenicios, alcanzando su mayor apogeo en épocas ibérica y romana; y siguió estando habitada hasta la Baja Edad Media, con lo que suma unos 5000 años de presencia humana continuada. Esto explica el hallazgo de numerosos y relevantes restos arqueológicos (tartésicos, íberos, romanos…), que ha hecho que a Torreparedones se le empiece a llamar la “Pompeya cordobesa”.

En torno al año 600 a.C. se construyó la muralla del oppidum íbero, reforzada a intervalos regulares con torres proyectadas hacia el exterior, de un kilómetro de perímetro (que protegía una extensión de más de diez hectáreas), conformando una ciudad fortificada en altura de las más importantes en la campiña cordobesa; aunque se desconoce su organización exacta, debió de componerse de viviendas de adobe y tapial y ya a partir del siglo V a.C. de mampostería. Uno de sus accesos era la Puerta Oriental, por la que entro en la ciudad. La flanquean dos imponentes torres para su defensa, aunque esta entrada monumental torreada se construiría en momento muy posterior al de la erección del recinto fortificado, ya en época romana republicana, quizás durante la guerra civil entre César y los hijos de Pompeyo. La obra fue de tal magnitud que debieron de extraerse toneladas de piedra y tierra previamente para luego incrustar las dos torres y el paso de entrada entre ellas, siendo también rehecha la antigua muralla. Las torres eran unas construcciones macizas con una estructura diáfana para albergar maquinaria de guerra y cuerpo de guardia en su parte superior. El paso de entrada estaba acondicionado para el tráfico rodado (vehículos de carga y animales circulando sobre la parte baja y ancha del pavimento), con dos acerados sobreelevados a cada lado para el paso de personas.

Tras la conquista romana del territorio, los invasores reaprovecharon y fusionaron el antiguo oppidum íbero con la nueva ciudad romana y, ya con Augusto, alcanzó un nuevo estatus como colonia romana (con relevantes cargos municipales como aediles y duoviri, entre otros). Plinio el Viejo la menciona como Ituci Virtus lulia, población incluida en el Conventus Astigitanus (división de la provincia romana de la Bética con capital en Écija), encontrándose en 2011 una pequeña inscripción en piedra (que por su estado fragmentario no se pudo precisar si se trata del revestimiento de un pedestal honorífico de estatua o de un epitafio encastrado en un monumento funerario), que apoya esta denominación; aunque Torreparedones también ha sido identificada en algunos estudios arqueológicos con la localidad de Bora, descrita, otra vez por Plinio el Viejo, como Ebora Cerealis.

La superficie excavada en el interior de la muralla, de unas 10.5 hectáreas (que podría estimarse en un 10% de su totalidad), ha sacado a la luz grandes monumentos romanos como el foro, tres termas romanas, un macellum (mercado) y un templo dedicado al culto imperial, entre otros. A pocos metros de la Puerta Oriental, se encuentran las termas orientales (también conocidas como termas de la Salud, pues sus aguas bicarbonatadas y sulfuradas se usaban para terapias reumáticas y digestivas), construidas en la primera mitad del siglo primero durante el reinado del emperador Tiberio, más tarde reformadas en época flavio-trajanea y abandonadas a finales del siglo II (entre los siglos III y V se convirtieron en un auténtico basurero, de donde se han recuperado numerosas piezas de cerámica, hueso, vidrio, monedas...). Las termas romanas eran baños públicos (a los que acudía gente que no podía permitirse tener uno en su casa), con estancias para actividades gimnásticas y lúdicas, y además lugares de reunión, cuyo uso se generalizó en el mundo romano a partir del siglo I a.C., cuando se descubrió (gracias al ingeniero Cayo Sergio Orata) un sistema que permitía calentar -por una serie de hornos- y distribuir el aire caliente por debajo de los suelos de las estancias y piscinas, mediante túneles y tubos con agua caliente y vapor: el hypocaustum. El acceso a las termas se localiza en el sector oriental, pasando desde el vestíbulo a la sala unctorium destrictarium (en la que los bañistas se untaban con aceite y se limpiaban la piel con estrígilos de bronce) y a las tres salas del baño propiamente dichas, con un recorrido lineal simple y axial: la primera se correspondía con el apodyterium-frigidarium (pues hacía las veces de vestuario y sala fría al mismo tiempo), la segunda el tepidarium o sala templada calefactada por el hipocausto (que se ha podido conservar) y la tercera la sala caliente (caldarium), la más amplia (de la que también se han conservado las paredes originales de más de tres metros de altura), con una piscina de agua caliente (alveus) y una fuente de agua fría para aguantar las altas temperaturas (labrum); también se ha encontrado un altar dedicado a la diosa de la Salud junto a un pozo (que suministraba el agua, con una profundidad de 20 metros) y una jarra de bronce con la representación de una cabeza femenina, que podría representar a la misma Dea Salus, recuperada del fondo del pozo. Entre éste y la sala fría se extiende un pórtico que pudo funcionar como sanatorio o valetudinarium.
Estas termas fueron las terceras documentadas en la ciudad: las otras dos son unos pequeños baños junto al foro y las termas denominadas balneum calpurnianum (patrocinadas por un ciudadano llamado Marco Calpurnio y de propiedad privada, aunque su uso era público), ubicadas donde ahora se encuentran los restos de la Ermita de las Vírgenes.

Inmediatamente al sur de las termas orientales se habilitó en época tardovisigoda (siglos IV-VII d.C.) un cementerio, del que se han excavado once tumbas conformadas por cistas rectangulares (algunas de tendencia trapezoidal con la cabecera más ancha y alguna de pequeñas dimensiones, que debió corresponder a un niño), de losas de piedra calcarenita, donde los muertos se depositaron en posición decúbito supino con las extremidades superiores extendidas a lo largo del cuerpo, la cabeza situada al oeste y los pies al este y sin ajuar, envueltos en sudarios con ataduras en los pies y en el tórax; en algunos casos los restos óseos aparecieron alterados por una posible violación de las tumbas y en otros se ha podido documentar una reutilización de la tumba, con osario en la zona de los pies.

Me acerco al punto neurálgico de cualquier ciudad romana, su foro, un espacio grande y abierto (al principio no tenía edificios), normalmente rectangular, en la parte central de una ciudad, donde la gente se reunía para cerrar negocios, en las fiestas religiosas, para las elecciones y otros acontecimientos públicos; con el tiempo se convirtió en el centro político-religioso, donde estaban los edificios civiles y administrativos y los templos más importantes. Solía tener arcos en ambos extremos de las calles que lo atravesaban, el cardus maximus (vía principal en sentido Norte-Sur) y el decumanus maximus (en sentido Este-Oeste) y una gran plaza pavimentada abierta en torno a la cual se disponían los edificios públicos más importantes (templo, curia, tabularium, basílica…).
El de Torreparedones tiene una superficie de 528 metros cuadrados, construyéndose durante el reinado del emperador Augusto (r. 27 a.C.-14 d.C.), aunque su pavimentación (con grandes losas de caliza gris, muy resistentes, de la sierra de Córdoba) se hizo durante el de Tiberio (r. 14-37), gracias a un personaje que la costeó de su propio bolsillo llamado Marco Junio Marcelo, de la tribu Galeria, mencionado en una inscripción con letras de bronce sobre el pavimento del centro de la plaza. El foro tiene unas dimensiones aproximadas de 25×25 m (de acuerdo con la norma vitrubiana debía ser de forma rectangular), con un canalillo perimetral que servía para evacuar el agua de lluvia hacia la cloaca que hay bajo el cardo máximo. Al norte y al sur se ubicaban unos pórticos columnados; al oeste el templo al culto imperial y al este la basílica (para administración de justicia y donde también se realizaban importantes
operaciones comerciales o reuniones de
los ciudadanos para tratar diversos asuntos, protegidos de las inclemencias del tiempo; en su interior se han hallado varias tumbas de inhumación de época visigoda); y la curia en el ángulo noroeste (donde se custodiaba el dinero de la comunidad -aerarium-, el archivo para documentos oficiales -tabularium- y una sala de reuniones para los 48 decuriones y los dos duoviri, por tanto sede del senado local). El espacio abierto lo jalonaban estatuas honoríficas de mármol, de las que se han hallado un total de seis, representando a miembros de la familia imperial: Augusto, Tiberio, Claudio y Livia. La pieza más significativa encontrada hasta la fecha (en la excavación de 2009) es el busto en mármol blanco, a tamaño natural, del emperador Claudio divinizado, en el extremo sur (en el sector noreste aparecieron un togado y una figura femenina vestida con túnica y manto, ambos acéfalos y de tamaño algo mayor que el natural): este busto de Claudio, una de las escasas representaciones del mismo encontradas en España, pertenece a una escultura sedente que se encontró en la curia, con el cuerpo de tamaño superior al natural y calzando una bota militar llamada mulleus (hecha con piel de cachorros de león), por lo que se cree que corresponde a una representación de Calígula, antecesor y sobrino de Claudio; en una damnatio memoria, se retalló la cabeza para representar al nuevo emperador (con sendos rebajes para
incrustar la corona cívica, en su parte superior, y restos de pernos de hierro para la corona radiada, lo que indica que ya había sido declarado un dios). Hay que decir que en el foro se representaba la historia y la demostración de la riqueza de la ciudad (aquí solía encontrarse la epigrafía más exquisita desde el punto de vista técnico), mostrando el estilo y nivel de vida romano, así como su fidelidad a las tradiciones del Principado y su identificación con el Imperio.

Cerca está el macellum, el mercado donde se comerciaba con alimentos (sobre todo, carne y pescado -en el de Torreparedones, en el interior de una cisterna ovalada, se hallaron restos óseos de peces-, pero también pan o productos hortícolas), que, generalmente, siempre se situaba junto al foro o sus proximidades para facilitar el acceso a la población sin estorbar la circulación del foro, con la excepción en Hispania del de Valentia (Valencia), cercano al puerto. Contaba con tiendas (tabernae) en torno a un patio central al aire libre (area) rodeado de pórticos (porticus), en el que se suele ubicar un estanque, fuente o algún elemento decorativo; y estancias en las que se guardasen las básculas públicas (staterae), los pesos oficiales, las medidas de capacidad y las de longitud (denominada sala de la mesa ponderaria).
La evidencia arqueológica de que una ciudad poseía un macellum indica un alto grado de romanización. El de Torreparedones era un edificio de grandes dimensiones, con una superficie de 380 metros cuadrados, al sur del decumanus maximus, y constituye uno de los pocos ejemplos conservados en la península. En ocasiones estaba financiado por un mecenas y gestionado por los magistrados que designaba el senado local. En el siglo III perdió su función comercial, para más tarde utilizarse como redil de animales y, finalmente, como cementerio.

Me dirijo ahora hacia el castillo medieval, con su Torre del Homenaje que, a casi 600 metros sobre el nivel del mar, es el punto más elevado de la Campiña, desde donde se divisan más de una veintena de pueblos. La presencia musulmana en Torreparedones está demostrada por hallazgos cerámicos y numismáticos, así como por algunas estructuras murarias, desde el Califato de Córdoba (siglo X) hasta al menos el siglo XII, pasando a mediados del XIII, tras su conquista cristiana entre 1240 y 1245, a conocerse con el nombre de “Castro el Viejo” (posiblemente porque cuando fue ocupado por los repobladores cristianos vieron, por los restos conservados del recinto amurallado y de otros edificios de época ibero-romana, que se encontraban delante de un “castro viejo”, es decir, de un recinto fortificado de gran antigüedad). Por su cercanía a la frontera con el Reino de Granada, a finales de ese siglo se construyó el castillo (que mantuvo su valor estratégico hasta la conclusión de la Guerra de Granada); perteneciente al Concejo de Córdoba, fue abandonado a fines del siglo XVI y, tras la Desamortización, subastado a particulares.
Al este del castillo hay una planicie fortificada (de origen probablemente almohade, pero reconstruida y amurallada tras la conquista cristiana), en cuyo perímetro interior se han excavado diversas estancias adosadas a la muralla, asociadas al uso de la propia fortaleza, quedando el espacio central abierto para alojamiento del ganado y almacenamiento de enseres; de algunas de estas estancias se conoce su función, como horno de pan (con bóveda de ladrillo), un posible molino de harina (del que se han conservado varias piedras de moler) y posiblemente una capilla de culto en la parte norte (el resto de espacios parecen haber sido utilizados para el servicio del castillo y su guarnición). El horno sería también utilizado por los aldeanos de Castro el Viejo, aunque dependiera de la custodia del alcaide del castillo (que probablemente percibiría un impuesto sobre la cocción del pan).

Vuelvo a la ciudad romana, dirigiéndome hacia su parte meridional, donde se encuentra una domus de gran extensión, con una planta excavada en su totalidad de unos 700 metros cuadrados; da a dos calles (una al sur y otra al oeste, por la que se accedía a la casa, la cual ha sido la primera en ser excavada al completo en el yacimiento, entre 2015 y 2017). Datada entre los siglos I y II, se la conoce como “Casa del Panadero” por el hallazgo de un gran horno dedicado a la fabricación de pan (la Campiña cordobesa era una zona cerealista de primer orden), cuyas grandes dimensiones hacen pensar que no sólo se hacía aquí pan para la casa sino para todo el barrio; en su parte oeste hay un gran espacio abierto (un hortus?), con estancias que podían haberse utilizado como almacenes y zonas de trabajo y la base circular de un molino de cereal de tipo pompeyano. También se conservaba el lararium (larario), el pequeño altar doméstico donde se realizaban las ofrendas y plegarias a los dioses o espíritus protectores del hogar (los lares).

Siguiendo hacia el sur, ya extramuros de la ciudad, se encuentra el Santuario íbero-romano, con uso cultual entre los siglos III a.C. y II d.C., ejemplo notable de fusión entre la religiosidad indígena y la romana (Roma mantuvo buena parte de las tradiciones locales, sobre las que incorporó su latinidad en el uso de los nombres o en el de materiales constructivos típicamente romanos). La religión ibérica se caracterizaba por su gran pragmatismo, asociada con frecuencia a la curación de enfermedades: en el santuario se adoraba a una divinidad femenina, tal vez Tanit (la más importante diosa cartaginesa, asociada a la diosa madre, la fertilidad o la luna) o la Dea Caelestis, que no se representaba con forma humana (al igual que en otros santuarios íberos como el hallado en el oppidum de Puente Tablas -Jaén) sino de forma anicónica, como un betilo; más tarde la diosa fue identificada con Juno, muy popular entre las mujeres romanas bajo la advocación de Juno Lucina, patrona de las embarazadas y de los partos (según se ha evidenciado en una cerámica coetánea en la que aparece una fecha que podría corresponder a la fiesta de la Matronalia, que tenía lugar el 1 de marzo). Aquí se han encontrado (además de numerosas piezas de cerámica y dos altares tallados en piedra caliza local) más de 350 exvotos, tallados en piedra caliza y de pequeño tamaño (entre 10 y 20 cm), de carácter esquemático y simbólico, en forma de figuras humanas o de partes del cuerpo, sobre todo piernas (e incluso de un équido), que se ofrendaban a la divinidad como un presente o con finalidad propiciatoria, por la curación de una enfermedad o un alumbramiento sin problemas para la madre y el hijo (la mayoría de los exvotos de Torreparedones corresponden a figuras femeninas embarazadas). Esta costumbre se mantiene en muchas ermitas y santuarios del país, ahora en forma de
fotografías en papel.
Se han excavado estructuras pertenecientes a dos edificios de culto, el primero que se podría datar en época republicana y el segundo en la altoimperial; éste es el mejor representado, con tres espacios: un vestíbulo de entrada, a través de una rampa o escalinata, al sur, que se comunica con un gran patio a cielo abierto (en el cual quedan restos de algunos bancos sobre los que se depositarían los exvotos y se realizarían determinadas ceremonias religiosas) y, más al norte, queda la cella, la parte más sagrada, al
fondo de cuya pared norte se adosaba una columna sin basa (levantada sobre un área cuadrangular pavimentada y delimitada por lajas de piedra alineadas en posición vertical). Esta columna, sin una función tectónica, estaba coronada por un capitel foliáceo; la distribución del templo, con una orientación predeterminada norte-sur, perseguía una clara intencionalidad astronómica, con sus tres niveles por los que los devotos ascendían progresivamente, hacia la cubierta a modo de terraza de la cella soterrada (cuya puerta se podía cerrar quedando en penumbra el interior): si la techumbre hubiese dispuesto de un pequeño lucernario, un haz de luz iluminaría el betilo cada mediodía solar, en el solsticio de invierno apuntando al capitel y, a medida que avanzase el año, iría recorriendo el betilo hasta tocar su base en el solsticio de verano, haciendo luego el recorrido inverso. Así, junto al significado mágico y simbólico del rayo de luz sobre la imagen de la divinidad (Dea Celestis-Juno Lucina), el betilo podría funcionar como un calendario controlado por el sacerdote (pudo tener marcas, pintadas o incisas, para indicar los días claves del año, como festividades o cambio de estaciones).

Para finalizar la visita, ya camino de la salida del yacimiento, se encuentra la Ermita de las Vírgenes mozárabes Nunilo y Alodia, levantada en el siglo XVI (cuando la aldea de Castro el Viejo se encontraba ya prácticamente abandonada), quizás en el lugar donde sufrieron martirio en el siglo IX estas hermanas, hijas de madre cristiana y padre musulmán, educadas en el cristianismo a la muerte del padre, que fueron degolladas en el año 851 al no renegar de su fe (según recogen el "Memorial de los Santos", escrito en la misma época por Eulogio de Córdoba, y el llamado "Pasionario de Cardeña").
La ermita se alzó sobre los restos de las termas romanas conocidas como balneum calpurnianum, reaprovechando algunos de sus elementos arquitectónicos. En el Catastro de Ensenada (del año 1752) aparece como una de las dieciocho que tenía Baena en la época, pero sufrió grandes daños durante el terremoto de Lisboa de 1755, por lo que a fines de ese siglo apenas quedaban restos del edificio; a pesar de ello, se mantuvo en el recuerdo en la tradición oral hasta el punto de darle nombre a este enclave: Cerro, Torre o Cortijo de las Vírgenes.

En definitiva, un interesantísimo yacimiento, BIC desde 2007 y abierto al público desde enero de 2011, aunque todavía bastante desconocido incluso para los propios cordobeses.

Waypoints

PictographWaypoint Altitude 1,706 ft
Photo ofHacia el cortijo del Rebondillo

Hacia el cortijo del Rebondillo

PictographWaypoint Altitude 1,476 ft
Photo ofJunto al barranquete

Junto al barranquete

PictographRiver Altitude 1,217 ft
Photo ofArroyo de la Cuna

Arroyo de la Cuna

Photo ofSillares ciclópeos

Sillares ciclópeos

PictographPanorama Altitude 1,401 ft
Photo ofCastillo de Torreparedones

Castillo de Torreparedones

Photo ofRecinto fortificado

Recinto fortificado

Photo ofRecinto fortificado

Recinto fortificado

PictographWaypoint Altitude 1,411 ft
Photo ofCamino

Camino

PictographWaypoint Altitude 1,604 ft
Photo ofCortijo de Rebondillo

Cortijo de Rebondillo

Photo ofCapitel ibérico (siglo IV a.C.), copia

Capitel ibérico (siglo IV a.C.), copia

Decoración de motivos vegetales como volutas y espirales, siendo el motivo principal la roseta

Photo ofHipogeo Romano colectivo

Hipogeo Romano colectivo

Enterramiento de época romana altoimperial, de carácter colectivo y completamente soterrado, de planta rectangular (4.3 m. de longitud, 2.37 m de anchura y 2.12 m de altura), construido en opus vittatum con mampostería en seco y cuatro muros, que delimitan la cámara funeraria, en la que se abren los diferentes nichos o loculi (un total de diez, todos de dimensiones similares, cuadrangulares y adintelados); suelo pavimentado con pequeños ripios de piedra caliza, trabados con tierra. Acceso a la cámara en el lado noroeste por una escalera (muy pronunciada, de tres peldaños) antecedida de un empedrado que marcaría el nivel de suelo y bajo el que se disponen dos nichos

Photo ofTumba 94

Tumba 94

Enterramiento de época romana altoimperial, de carácter colectivo y parcialmente soterrado, con una gran fosa de cimentación, de planta circular, excavada en el terreno (único caso conocido hasta ahora en el yacimiento), revestida de una estructura muraria de mampostería en seco, a modo de anillo perimetral, de 4.45 metros de diámetro máximo, con un relleno de piedras irregulares y tierra entre el anillo perimetral y la propia cámara funeraria, la cual se sitúa en la parte central, es de planta rectangular (2 metros de longitud por 1.18 de anchura, conuna altura máxima conservada de 0.67 metros) y está delimitada por muros de mampostería en seco (algunos con restos de mortero de cal y arena que pudo servir para algún tipo de revestimiento marmóreo). El tipo de cubierta debió adoptar una forma tumular o cilíndrica a modo de mausoleo. Sobre esos muros debieron ubicarse los nichos para las urnas cinerarias y sus ajuares (posiblemente sobre una especie de banco corrido en los lados norte, sur y este para poder acoger todas las urnas cinerarias)

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Necrópolis

PictographInformation point Altitude 1,706 ft
Photo ofPanel informativo Torreparedones

Panel informativo Torreparedones

PictographInformation point Altitude 1,713 ft
Photo ofPanel informativo del Parque Arqueológico

Panel informativo del Parque Arqueológico

Photo ofPuerta oriental

Puerta oriental

Las torres se construyeron con un aparejo poligonal de gran porte, con bloques someramente escuadrados, asentados en seco, y con ripios y lajas de piedra para asegurar su encaje; en su interior un muro en forma de cruz conforma cuatro espacios rectangulares (que estaban rellenos de tierra y cascote para, junto a los grandes bloques de piedra dispuestos en la base, formar una construcción maciza de gran solidez, sobre la que se situó una segunda planta hueca). En la parte más externa de las torres sendas quicialeras indican que la puerta exterior estaba compuesta por dos hojas de madera de 1.5 metros de anchura cada una y posiblemente 4 de altura; al interior, a unos 14 metros, existía una contrapuerta, también de dos hojas de madera

Photo ofTermas de la Salud (siglo I-II)

Termas de la Salud (siglo I-II)

Balneum público de medianas dimensiones (unos 500 metros cuadrados), de planta rectangular, con la secuencia apodyterium-frigidarium, tepidarium y caldarium y varios espacios para vestíbulo y destrictarium/unctorium, letrina y zona de servicios y hornos. En la esquina suroeste, está el pozo de abastecimiento de agua y al sur un pórtico de funcionalidad religiosa-sanatoria con un espacio al aire libre que pudo usarse como palestra. Apodyterium-frigidariun con pavimento de mosaico tosco sin decoración y piscina de agua fría, con un gran basamento oval que pudo servir de soporte para un labrum circular; tepidarium calefactado por hypocaustum con un pavimento inferior de opus signinum y otro superior de opus sectile apoyado sobre pilae circulares de ladrillo; y caldarium con alveus (piscina de agua caliente) en el lado meridional, schola labri absidada, banco corrido de obra y un pavimento de opus sectile similar al del tepidarium

Photo ofForo romano

Foro romano

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Mercado o macellum (siglo I)

Modelo de planta central en torno a un patio, pavimentado con losas y con un canal perimetral para la evacuación del agua de lluvia hacia una cloaca bajo el decumano. En torno al patio corre un pórtico en tres de sus lados (con basas áticas sobre plinto y capiteles de estilo corintio) y alrededor hay una docena de tiendas

Photo ofViario occidental

Viario occidental

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Foro: Basilica

De planta rectangular de 14x24 metros con una superficie de unos 336 metros, con su nave menor más oriental construida sobre un sótano o crypta para regularizar el fuerte desnivel del terreno (quizás pudo servir como cárcel). Pavimento a una cota superior a la que estaba la plaza. 20 pilares sustentaban las 20 columnas de la peristasis (8x4) que rodeaba la gran nave central conformando a su vez un pasillo o deambulatorio de 2.8 metros de anchura. Estuco pintado en diversos colores revestía las paredes. Tres puertas de acceso la comunicaban con la plaza del foro, una central más ancha y otras dos laterales que permitían el ingreso al pasillo en sus extremos norte y sur. Dos plantas en altura, la primera de orden jónico y la segunda con capiteles corintios, todos de calcarenita y estucados, sustentando las columnas superiores el tejado de la nave central. Las celosías dejaban pasar la luz desde la azotea perimetral. Tal vez contase con un tribunal o Aedes Augusti, no excavado, proyectado hacia el exterior a la mitad del lado oriental

PictographCastle Altitude 1,870 ft
Photo ofTorre del Homenaje

Torre del Homenaje

Levantada en mampostería sobre una sólida plataforma de 5x3 metros de planta, que le sirve de cimentación, presenta planta cuadrangular (de 4x5 metros) y 14 de altura. Tiene doble planta apoyada en bóveda de crucería que habilita dos cámaras a las que se accedía desde el espacio situado en el ángulo sureste del patio de armas, con dos vanos de acceso en la la fachada norte de la torre, a la altura del adarve (el situado más al este para descender a la cámara inferior, y el otro para acceder a la sala residencial y de recepción situada en la primera planta, la cual dispone de dos vanos de iluminación en sus lado sur y este); la cámara inferior fue utilizada como almacén o silo para el aprovisionamiento de la guarnición (en su fondo se hallaron restos de un suelo con esteras de paja propio de los graneros)

PictographCastle Altitude 1,873 ft
Photo ofRecinto oriental

Recinto oriental

PictographCastle Altitude 1,873 ft
Photo ofCastillo (siglo XIII)

Castillo (siglo XIII)

De planta trapezoidal, con dos torres angulares de planta cuadrangular (delimitando un pasillo de acceso de 2 metros de ancho por su lado oriental) y una de esquinas redondeadas en el ángulo sureste, la Torre del Homenaje. Consta de seis estancias de planta rectangular distribuidas en torno a un patio de armas central, con losas de piedra y un aljibe en su ángulo noreste; un foso de tierra lo rodeaba por sus lados sur y este

PictographPanorama Altitude 1,883 ft
Photo ofPanorámica

Panorámica

Photo ofCasa del Panadero

Casa del Panadero

Casa de atrio tetrástilo (con evidencias de las cuatro columnas que soportaban el techo o compluvium) y con restos del impluvium, de unos 700 metros cuadrados, con una serie de estancias (triclinium, cubicula, tablinum…) en torno al patio porticado

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Santuario

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Cella del Santuario

Santa sanctorum donde se realizaban diferentes rituales (ofrenda de exvotos, quema de perfumes) ligados al culto de la diosa, que no tenía forma humana sino de columna (un betilo o piedra sagrada donde habitaba la divinidad), de 2.8 metros de altura, fuste liso y coronada por un capitel decorado con ocho hojas almendradas, adosada a la pared norte de la cella y delimitada en su base por un receptáculo colmatado de cenizas

PictographPanorama Altitude 1,781 ft
Photo ofMirador

Mirador

PictographInformation point Altitude 1,788 ft
Photo ofPanel informativo Casa del Panadero

Panel informativo Casa del Panadero

Photo ofErmita de las Vírgenes

Ermita de las Vírgenes

Los restos conservados pertenecen a un edificio pequeño, de planta casi rectangular, construido con muros de mamposteria de piedra trabada con tierra y mortero; en la cara oeste del muro quedan restos de altar mavor decorado con azulejos

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