Traslaviña-San Miguel de Linares (Artzentales)-Alén-Artatxo-La Baluga (Sopuerta)

Comienzo en la parada del tren FEVE de Artzentales. En la anterior etapa finalicé el recorrido en la parada de Traslaviña, pero realmente ésta parada está más lejos del barrio de Traslaviña (lugar real de inicio) que de la otra, así que esta vez he querido desplazarme a la parada más cercana.

Ahora si, doy comienzo a la ruta oficialmente en la iglesia del pequeño barrio de Traslaviña, perteneciente al municipio de Artzentales. Avanzo por la izquierda y, varios metros después, giro a la derecha para caminar cuesta arriba por una carretera hacia el siguiente barrio, San Miguel de Linares, capital de Artzentales.
Al lado del frontón hay una preciosa vista del monte Kolitza y de varias de las sierras de la provincia de Cantabria.

Continúo por la carretera hasta desviarme a la derecha y seguir ascendiendo por una pista de cemento. La subida es aún muy llevadera, con rampas de poca inclinación.
A medida que gano altura, las vistas son cada vez más amplias.

Mi siguiente objetivo era llegar al barrio de Santa Cruz y para ello, a mitad de camino por la pista, tenía que desviarme a la izquierda e ir por un sendero natural. Por desgracia, estaba impracticable, repleto de barro por todo el ancho y largo del sendero.

No me quedó otra que dejar de lado el barrio y seguir adelante con el recorrido, ahora rumbo a la cima del monte Alén. Sigo por pista asfaltada hasta que el terreno pasa a ser de tierra, pero aún con pendiente muy suave. La cosa cambia al llegar a un cruce, donde el camino pasa a ser de hierba.

El ascenso a este monte es sencillo de principio a fin. No tiene ninguna exigencia técnica, ya que el camino va casi al 100% sobre hierba (exceptuando un corto tramo sobre lapiaz, que solo hay que intentar ir por donde mejor encaje el pie), aunque físicamente es un tanto exigente a partir del cruce, cuando la pendiente va ganando inclinación progresivamente, sobre todo en el tramo final de la subida, cuando las rampas son realmente duras.

Aún así, el ascenso se hace muy ameno gracias a la siempre bella compañía de vacas y caballos, y a las majestuosas vistas que hay por detrás y a los lados.

Una vez paso al lado de unas ruinas, y concluyo el tramo de lapiaz (recomendable ir por el lado derecho, que es donde menos frecuenta las rocas, y donde hay más sitio para meter el pie por la hierba), solo me queda hacer un último pero durísimo repecho por la hierba.

Sin prisa pero sin pausa, consigo llegar al geodésico y buzón del monte Alén (804m). Es un monte de altitud modesta pero las vistas que se ven desde lo alto no tienen nada que envidiar a los de picos de más de 2000m: por un lado, mirando hacia territorio vasco, se encuentran los macizos y montes como los cercanos Betaio y Ventoso, Punta Lucero, Serantes, los montes de Triano, Eretza, Ganekogorta, Anboto, Itxina, Gorbea, Sierra Salvada, Ordunte, Artzena y muchos más. Añadir a eso las localidades de Artzentales, Sopuerta, Otañes y por el Este lo que parece ser parte de la comarca de Las Encartaciones.
Y mirando hacia el otro lado, por territorio cántabro... pues otro montón de sierras y montes que desconozco sus nombres. A, y también el Mar Cantábrico!
Absolutamente maravilloso, descomunal!!

Tras estar un largo rato sacando fotos, descansando y disfrutando de las vistas, prosigo la marcha yendo hacia el norte, hacia una cima secundaria llamada Artatxo (778m). El descenso es empinado pero yendo con cautela se baja sin problemas. Luego el ascenso final es breve, muy suave y llevadero.

Ahora si, inicio el descenso definitivo rumbo hacia mi destino, el pueblo de Sopuerta.
Ojo en toda la primera mitad de la bajada. Al principio se va sobre hierba, luego sobre anchos senderos de tierra y piedras, pero en ambos casos hay numerosos tramos donde el camino es empinado y resbaladizo. No tanto hoy, porque el terreno estaba prácticamente seco (estoy habituado a usar los bastones, pero en esta ocasión ni los saqué de la mochila), pero en mojado habría que ir con mucha precaución, ya que sería muy sencillo resbalarse.

Durante la segunda parte de la bajada, en una zona repleta de arboleda, el guión cambia completamente. La pendiente es más llevadera, el terreno más liso y cómodo, y hoy al menos no ha habido casi nada de barro o piedras queme pudieran provocar resbalones, lo cual ha permitido descender a alta velocidad.

Eso si, si vais a ritmo medio o bajo, esta parte del descenso se os puede hacer un poco larga, ya que el entorno es siempre el mismo, pinares, mucha arboleda, sin vistas, y el camino es un constante vaivén de curvas.
Al ritmo que iba yo (a toda velocidad) se hace mas ameno y pude disfrutar de cada metro que andaba.

Al final del largo sendero, conecto con una pista de cemento que conduce hasta la entrada del barrio de El Castaño, perteneciente a Sopuerta.
Ya solo me queda bajar otro tramo más hasta adentrarme al concejo de La Baluga, accediendo en primer lugar por la iglesia de San Pedro y después a la parada de bus, donde concluyo esta sencilla y preciosa ruta.