La Pandera, desde el Castillo de Otiñar, Cagasebo y Peña Blanca (Sierra Sur de Jaén)

Amplio trazado circular inmersos en el Parque Periurbano de Monte la Sierra, magnífico entorno natural a las puertas de Jaén que gira en torno al río y Embalse del Quiebrajano.
Con inicio en el paraje del Castillo de Otiñar, recorreremos el flanco este de la sierra por el Puerto de la Senda hasta la aldea de Castañeda y desde allí ascendemos al alto de la Pandera, 1.879m, techo de la Sierra Sur de Jaén.
Cerramos el recorrido en descenso por el Puerto de la Nava y sobre la cuerda de los cerros Cagasebo, 1.588m y Peña Blanca, 1.452m, finalizando por la zona de Senda Nueva.

Valoro la ruta como difícil por, no tanto por la distancia y el desnivel a superar que sí que influyen a la hora de afrontar el trazado, sino por el estado de las veredas de ascenso y descenso a la Pandera, además del recorrido por la cuerda en descenso, con trazas poco definidas o totalmente rotas por la zona de Senda Nueva.

El punto de partida lo tenemos bajo el Castillo de Otiñar, frente al umbral de salida del barranco de la Hoya del Caño. Nos servirá de aparcamiento un ensanche en la carretera que enlaza Jaén, Puente la Sierra y el Embalse del Quiebrajano.





Emprendemos la marcha adentrándonos entre los paredones del barranco, en pocos metros se abre a nuestra izquierda y nos desviamos al sur, ya caminamos bajo las ruinas del Castillo de Otiñar. Por ahora lo dejaremos de lado, nos guardamos su asedio para el cierre aprovechando las luces del ocaso.





Caminamos bajo la torre del castillo, por ahora nos movemos sobre las rodadas que se reparten a faldas de la sierra. Tendremos en cuenta varias encrucijadas siempre avanzando con rumbo sur paralelos al valle del Quiebrajano.
Bajo la Rinconada de los Acebuches nuestro camino se torna senda, ésta sigue en la misma línea bajo los farallones hasta situarnos, tras un corto ascenso, en el Puerto de la Senda.
Desde el puerto, un cómodo descenso por pista forestal nos lleva a enlazar con la carretera del Parrizoso junto a la presa del embalse.





Tornamos ahora la marcha al oeste sobre el asfalto, pocos metros nos separan de la aldea de la Castañeda, arriba ya tenemos en el campo de visión el flanco este de la Pandera.
Una vez dejamos atrás la pedanía, atentos a una seria de desvíos que nos hacen atacar directamente la Pandera por su flanco. Por una estrecha senda ganamos rápidamente altura, bajo las primeras rocas enlazamos con la senda de la Lancha.





A base de idas y venidas, esta fantástica senda de herradura, aunque no en muy buen estado, remonta la loma hasta la parte baja de la Nava.
Ya tenemos a la vista la dorsal del macizo de la Pandera. Seguimos de mano del arroyo de los Miradores hasta su fuente nacimiento, de ahí, una rampa en contínuo ascenso entre el frondoso pinar de la Nava nos acerca al Puerto de la Nava.





Iremos sumando metros a la busca de la vereda de ascenso a la Peña del Altar, una vez sobre su traza no la abandonaremos hasta completar la subida.
Un pequeño paseo termina por llevarnos junto a la caseta construida en la peña, ganando las vistas de todas las sierras colindantes, destacando Sierra Nevada al Sur y Sierra Mágina al este.





Al oeste despunta el cerro del Alto de la Pandera, colmatado de antenas e instalaciones militares abandonadas. El carril que recorre la parte alta de la sierra nos llevará hasta el mismo vértice geodésico. Sin duda, las mejores vistas las gana la Peña del Altar.
Comenzamos el cierre del trazado, previo paso irrelevante por el vecino Cerrillo Caldera, con el descenso directo hacia el Puerto de la Nava, hito de paso para el corto remonte del cerro Cagasebo.





Entramos por su flanco de levante, recorriendo su alomado perfil hasta su cota más elevada sobre la Hoya del Caño.
Dejamos atrás los paredones de la Pandera y continuamos en descenso hacia el morrón de Peña Blanca. Por ahora el rumbo de avance es evidente según la marcha.





Tras alcanzar el tajo de Peña Blanca, pegados al vallado iremos en busca del Puerto del Raso. Sendas poco definidas y trazas confusas nos dejarán sobre el puerto, caminando ahora dirección norte por uno de los flancos de Senda Nueva.
Metidos en el descenso, la senda se torna totalmente descompuesta, complicándose la bajada más de lo esperado
Nos llevará su trabajo sobrepasar estos tramos de vereda, tomando un respiro una vez tenemos de nuevo la torre del castillo en nuestro campo visual.





Sólo nos resta el trámite del descenso al castillo, entre rodadas y trochas, para caminar junto a sus muros y disfrutar del colorido de los almendros en flor típico de estas fechas.





Para finalizar, desandamos los primeros pasos de la mañana para dar por concluida la jornada.





Nos vemos en las montañas.