Cruz de Camarolos y Chamizo, desde Llano del Hondonero (Arco Calizo)

Circular por el Arco Calizo, por la Sierra de Camarolos (Cruz de Camarolos, 1.544m) y Sierra del Jobo (Chamizo Alto, 1.641m) haciendo cumbre en sus vértices y pateando estas espectaculares sierras.

Dejamos el coche en el carril que sube desde Villanueva del Rosario, pasando por la ermita, hasta el mirador del Llano del Hondonero. En esta zona nos encontraremos furgonetas de escaladores que suelen hacer noche por aquí. Equipados arrancamos la marcha desandando el carril unos pocos metros hasta otro que nos sale a la izquierda y que va subiendo hacia los Tajos de la madera, zona de escalada. Este carril se adentra en un pinar y con una pendiente acusada y varios giros nos deja ante la cancela que da acceso a la Sierra de Camarolos.
Después de las últimas lluvias la hierba y el matorral ha crecido, así que nos encontramos tramos donde el sendero no se encuentra definido, pero el sentido de la marcha es claro. Pasamos otra cancela con la indicación de "zona de reclamo" y justo cuando estamos en el alargado valle que antecede la subida a la Cruz de Camarolos. Otra cancela y comenzamos la subida a la Cruz, sendero que encontraremos y perderemos continuamente hasta alcanzar la pequeña dorsal que sube hacia el vértice. Así que ya sobre roca vamos cogiendo rápidamente altura, un tramo corto pero entretenido, lo más pegado al pequeño tajo que forma la dorsal, y alcanzamos el vétice. Desde aquí tenemos toda la dorsal del Arco Calizo a la vista...desde Peña Negra, pasando por el Peñón de la Grajea, Sierra del Enebral y Realengo por un lado y el Chamizo Alto al otro extremo y próximo destino. Además de las buenas vistas del valle que nos lleva al nacimiento del Guadalmina y el pozo de nieve bajo el pico de la Cruz. Por ahora las vistas son claras, pero pronto irá cambiando el panorama.
Tomada la Cruz de Camarolos da comienzo la travesía entre las sierras de Camarolos y del Jobo. Para no bajar del pico por el mismo sitio, dibujamos una pequeña circular, avanzando un poco sobre la dorsal y enlazando con el pasillo verde situado abajo a nuestra derecha. Pequeño recorrido que nos deja justo en el comienzo de la última subida. Ahora vamos buscando el paso para bajar al valle y avanzaremos cómodamente por su parte alta pegados a la parta baja de los tajos. En este trayecto nos encontraremos un refugio natural en la pared, un saltadero y una portilla en las vallas que nos encontramos. El recorrido por el valle finaliza al cruzar otra valla, esta vez hay que saltar, sin problemas, y alcanzar un collado que nos dará aceeso a la siguiente parte de la ruta.
En esta parte alternaremos subidas y bajadas, con la tónica llevada hasta ahora, terreno casi cómodo para el avance, sendero que va y viene, y el verdor exhuberante de esta parte de la sierra. Poco a poco se va haciendo grande la silueta del Chamizo. Con esta imagen llegamos al pequeño llano que nos da acceso al Puerto de los Perdigones, punto donde comenzaremos la subida al Chamizo.
Alcanzado el puerto nos desviamos a la izquierda y campo a través por un terreno algo más incómodo nos dirigimos hacia el extremo sur de la dorsal, ya cerca de la primera pared iremos buscando los primeros hitos de piedra que nos marcarán la subida. Aunque parece que resultará difícil no tiene dificultad alguna, subiendo sin problemas, con alguna pequeña trepada, y con meta en este extremo de la cresta.
Iremos avanzando por la cresta, primero ganando un poco más de altura, para disfrutar el último tramo, prácticamente sin desnivel, que nos deja en el vértice. Vamos andando por la arista y todavía podemos disfrutar de la últimas vistas del día...la encapotada Maroma y a sus pies los entretenidos Tajos de Sabar, que visitamos no hace mucho.
Y ahora a bajar. Seguimos un poco más por la arista, hasta el punto donde a nuestra izquierda aparece un pasillo que baja hacia la zona del derrumbadero. A primera vista parece bastante inclinado, pero con la ayuda de las manos y paciencia pronto vamos dejando la arista rocosa arriba...y nos alcanzan las nubes prometidas por los pronósticos y el Chamizo desaparece por arte de magia, las nubes bajas tras nosotros justo hasta la valla donde comienza el derrumbadero.
En "teoría" la bajada se presenta pegados a la valla por un sendero de tierra suelta y bastante inclinado. Da comienzo la odisea, con diferencia, la parte más molesta del recorrido. Aunque la opción lógica es bajar con paciencia, a medio camino, decidimos realizar el último tramo de la bajada por los grandes bloques de piedra del derrumbadero. Sólo decir que este pequeño tramo está lleno de grandes bloques y grandes huecos, por lo que hay que estar continuamente tirando de pies y manos, con pequeños destrepes y saltos entre bloques.
Tras finalizar esta "actividad extra" llegamos al claro sendero que se convertirá en carril junto al mirador, carril que de seguirlo nos deja en el punto de partida. Pero como vamos bien de tiempo y aún no se ha puesto a llover, que lo hará, nos aventuramos a subir en busca de la cueva en las paredes del Chamizo. Aunque no tenemos claro el camino de subida sabemos donde se encuentra más o menos. Cuando nos acercamos al mirador dejamos el sendero y nos dirigimos de nuevo hacia la pared rocosa, Pasamos la pequeña vaguada que nos separa, nos cruzamos con una trialera de MTB y subimos un pequeño repecho hasta toparnos con una valla. La saltamos, hay zonas bastante aplastadas, y buscamos un primer camino de subida que descartamos por lo resbaladizo de la roca. Avanzamos un poco más pegados a la valla y divisamos una pequeña marca de barro que sube por la pared, así que al tajo. Con pequeñas trepadas y la roca resbaladiza nos vamos acercando a la cueva, más bien un gran refugio natural, aunque bastante húmedo. Visitada la cueva no nos queda otra que ir cerrando la circular. La niebla da paso a las primeras gotas, así que desandamos la subida a la cueva lentamente hasta pisar de nuevo el carril a la altura del mirador. Y justo en este momento comienza el aguacero, una manta de agua que no nos dejará en los poco más de dos kilómetros que nos separa del coche. A marchas forzadas y empapados llegamos al coche.
.

Nos vemos en las montañas.