Travesía en el Ocejón, de Majaelrayo a Valverde de los Arroyos

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Reseña de la ruta en Adventoorer: Travesía en el Ocejón, de Majaelrayo a Valverde de los Arroyos.

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Como cada año por estas fechas, el Club Alpino Madrileño organiza su Trofeo de Invierno. Consiste en diez actividades invernales, abiertas a un cupo de excursionistas mayor del habitual. Hoy es la primera salida y nos vamos a subir el Ocejón, realizando una travesía entre Majaelrayo y Valverde de los Arroyos.

Desgraciadamente, más que invernal, va a ser una actividad primaveral. La temperatura es fría por la mañana, pero según avanza el día el calor se impone. Y nieve, lo que se dice nieve, no vamos a encontrar en ningún sitio. Solamente allá a lo lejos se ven las zonas de Peñalara o el Lobo, que algo sí tienen.

El madrugón ha sido espantoso. Se tarda mucho en llegar a Majaelrayo, y casi me he levantado antes de irme a dormir.

El camino sale del pueblo subiendo suavemente hacia el Collado del Hervidero. Durante la primera parte de la subida tengo el sol justamente sobre los ojos y no veo nada. Acaba de salir de detrás de la montaña y está en el sitio justo para molestar al máximo.

Al cabo de un rato, por fortuna, el camino gira a la izquierda para entrar en un bosquecillo de robles jóvenes. Hasta ahora el sendero, bien marcado, ha ido por arbustos. Una serie de zetas me devuelven la ceguera provocada por el sol. Un rato sufriendo hacia el sol, un rato relajado…

Así, a ratos cegado y a ratos no, llegamos al collado. Hay un sendero que llega al Ocejón, pero tiramos por el cordal, para subir el Ocejoncillo, y desde allí ya se puede emprender la subida final.

Sin mayor esfuerzo acabamos en la cima. Estuve aquí hace bien poco, pero es un sitio digno de visitar a menudo. El Ocejón es un pico muy aislado, mucho. Hoy el día está muy despejado y se ve hasta la Sierra de Urbión. Por supuesto, Guadarrama y Ayllón se ven perfectamente. Parece que están a tiro de piedra.

Tras un rato de relax, emprendemos la bajada hacia Valverde de los Arroyos, sin más novedad que algún regajo congelado que hay que evitar para no descalabrarse.

Un poco más adelante hacemos el desvío para la visita obligada a las Cascadas de Despeñalagua, que están preciosas, medio congeladas. El resto del camino hasta el pueblo no es más que un paseo agradable.

Es una pena la falta de nieve. Y de momento no parece que vaya a caer nada. Toca resignarse.

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