Travesía entre Peñalba de la Sierra y la Pinilla para subir la Cebosa, el Rocín y el Pico del Lobo

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Reseña de la ruta en Adventoorer: Travesía entre Peñalba de la Sierra y la Pinilla para subir la Cebosa, el Rocín y el Pico del Lobo.

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Estoy bastante helado al empezar a andar en Peñalba de la Sierra. Aunque no cae nieve ni a tiros, las heladas nocturnas son habituales, y esta noche no ha sido una excepción. Hay una capilla de hielo cubriendo los campos alrededor.

Sé que dentro de diez minutos me tendré que quitar el forro, pero ahora me abrigo en la arrancada, hasta que entre un poco en calor.

La subida es suave y cómoda hasta el Pico del Águila, que es poco más que un amontonamiento de rocas. Lo que queda hasta la parte alta del cordal de la Cebosa es algo más incómodo. El sendero desaparece a menudo entre los altos matorrales, que han crecido demasiado. A ratos por camino, a ratos por arbustos, acabo llegando a la Morra del Segoviano. Ya tengo calor, aunque el día es algo frío, y me quedo con la camiseta.

Al norte, bastante más altos, se ven la Cebosa y el Rocín. Desde aquí el resto del camino hasta el Lobo es evidente. Basta con seguir el cordal, por el que discurre un camino bien marcado. A gusto de cada cual ir por el sendero o ir subiendo por las diversas cotas que jalonan la ruta. Yo empiezo subiéndolas, hasta que más adelante me canso un poco y me restrinjo al caminito.

A la Cebosa llego rodeándola y dejando la cima atrás, y regresando luego por arriba. Es el mejor mirador de la ruta. Está en el filo del cordal y bastante aislada del resto de elevaciones, así que abarca un panorama muy amplio. El Ocejón asoma al sureste, entre el mar de nubes. Una pasada. Y al norte el objetivo final, el Pico del Lobo, donde queda mucha nieve aún. Debió de caer hace muchos días, y aún se mantiene la mayor parte. Muy helada, eso sí. Hacia el oeste está el Cerrón, también algo cubierto.

Siguiendo hacia el norte por el cordal, tras el desvío obligado al Rocín, rodeo la Torre del Rayo sin subirla, más por despiste que por otra cosa, y llego a las Peñuelas. El Lobo ya está ahí enfrente, muy bonito si no se tiene en cuenta el horrendo esqueleto de la dichosa cafetería esa, o lo que fuera, que hay en la cima. Ahí sigue, cada vez más destrozada, pero invencible. Un espanto.

La nieve está bastante dura. No me apetece ponerme los crampones aún, así que sigo despacito, marcando las huellas al subir. Ya casi arriba puedo seguir avanzando por rocas, pero para los últimos metros es inevitable cramponarse. Qué lástima tener aquí arriba las malditas ruinas esas. Estropean todo el paisaje desde la cima.

La bajada es rápida. Con los crampones no voy dudando al pisar. Atravieso el Collado de las Peñuelas, siguiendo los últimos restos de nieve, aguantando todo lo posible hasta que me tengo que quitar los crampones definitivamente.

Siguiendo el sendero, llego a la estación de la Pinilla tranquilamente.

Es una pena que haya sido más una actividad primaveral que invernal. Con nieve habría sido más dura, lógicamente, pero mucho más bonita. Con la cantidad de montañas que se ven en el recorrido, los paisajes nevados habrían sido una locura. Seguiremos esperando.

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