Travesía Zornotza Amorebieta - Belatxikieta - Artaun - Ugarana (Dima)

En esta ocasión utilizamos el excelente transporte púlbico de Bizkaibus para desplazarnos hasta Amorebieta – Zornotza e iniciar desde allí la travesía. Esta vez no haremos una ruta circular, sino que nuestra intención es llegar hasta Dima pasando por Belatxikieta y el precioso barrio de Artaun, perteneciente al municipio de Dima, donde visitaremos el Museo Antzasti, haremos allí el amaiketako (o mas bien ordubatetako), para bajar por Bikarregi hasta Ugarana, barrio de Dima donde esta ubicado el ayuntamiento y comer muy bien en el bar–restaurante Balzola. Después de comer cogeremos el bus que viene de Otxandio para volver a Bilbao.

La ruta no llega a los 15 km en total, subiendo un desnivel positivo de 700 m. Hicimos varias paradas para comer y sobre todo beber algo, ya que el día era bochornoso y había que hidratarse muy bien, además de caminar bajo la solana con sombrero o gorra y gafas de sol con la piel bien hidratada de crema solar. En total tardamos algo más de seis horas, pero en movimiento real solo estuvimos 3 horas y cuarto.

Como indicación a los montañeros y montañeras que deseen realizar esta preciosa travesía decirles que hay varios buses que pasan por Zornotza. Nosotros cogimos el que hace el trayecto hasta Gernika y que sale de la calle Hurtado de Amezaga junto a la estación de Abando a las 9:15 (hay bus cada media hora, a las menos cuarto y a y cuarto).

Llegamos a la parada junto a la plaza de Amorebieta y después de calzarnos las mochilas y abrir los bastones iniciamos la marcha. Eramos 15 montañeros, pero como mandan los cánones nos repartimos en tres grupos durante toda la ruta: dos de seis y uno de tres, yendo durante todo el camino separados por unas cuantas decenas de metros, con dos o tres excepciones para hacernos algunas fotos.

Debemos decir que hasta el Belatxikieta las marcas rojas y blancas de la GR 229 nos indicarán muy bien el camino a seguir. También veremos carteles de la ruta Mikeldi, que esta ruta de hoy es parte de su cuarta etapa. A partir de Belatxikieta, veremos marcas amarillas y blancas de sendero de corto recorrido.

De la plaza de Zorrotza nos dirigimos hacia la iglesia cruzando el puente, para llegar hasta la estación de Euskotren que pasamos por arriba. Hablando de la iglesia viene a colación comentar una anécdota que cuentan por estas latitudes. Es un hecho que en Zornotza existen tres iglesias con sus respectivos campanarios. Una es la iglesia parroquial, por la que pasamos, que tiene una gran torre campanario. Otra es la iglesia de los padres Pasionistas, en el barrio de Larrea, con su campanario también. Y la tercera es la del convento de las monjas. Dicen los lugareños que las campanas de los tres campanarios en ocasiones se comunican entre ellas, y algunas veces suenan así: La campana mayor de la parroquia dice "vamos a joderrr, vamos a joderrr"..., le responde de inmediato la campana de los frailes de Larrea: "dónnnndeee, dónnndee....", y acto seguido la de las monjas contesta: "aquí, aquí, aquí....". Estimados amigos y amigas, no sé si esto será verdad, pero es lo que dicen... Hágame el favor el o la lectora en decir o simular de manera cantarina el sonido de las campanas, para darle el énfasis adecuado.

Pero sigamos. A la otra parte de la estación llegamos a un cruce donde hay carteles indicadores de la ruta Mikeldi y marcas rojiblancas. Pues seguimos por ahí. Pasamos unos caseríos floridos y tras una breve bajada pasamos bajo la enorme plataforma de un ramal del TAV de la "Y" vasca, interminable obra faraónica de gran impacto visual y paisajístico.

Enseguida llegamos a un cruce sombrío, eligiendo el camino de la izquierda. Aquí comienza una pista cementada que, entre los pinos, la seguiremos sin desvíos durante un buen rato y que no tiene dificultad ni exigencia física alguna. Es como un paseo que va picando poco a poco hacia arriba. Las verdaderas cuestas exigentes vendrán después.

Después de un buen rato de pista y de numerosos zigzags, siempre acompañados cada cierto tiempo de señales de la GR, llegaremos a un desvío que sí tenemos que coger, abandonando la pista cementada. Los desvíos están todos señalados con sus fotos e indicaciones precisas en la segunda parte de esta ficha.

Cuando dejamos ya la pista cementada nos metemos por un camino amplio y una pequeña parte de bajada y llaneo, para enfocar la parte más exigente, físicamente hablando, de la jornada de hoy. Pasaremos ante otro cartel de la Mikeldi. El camino ahora se empina considerablemente y se llena de piedras, lo que hace mas dificultosa la ascensión. Pasaremos cerca de una torre eléctrica de reciente construcción que dejamos a nuestra derecha, para llegar tras nuevos y exigentes repechos a una fuente ferruginosa con un vallado para que no entren los animales y una mesa de madera donde degustar el bocata. Nosotros pasamos de bocata y tras un breve trago de agua remontamos el pinar situado tras la fuente por alguno de los numerosos senderos que se abren hasta salir del mismo. Atravesaremos perpendicularmente alguna pista y tras varios repechos siguiendo cualquiera de los caminitos ascendentes atravesamos también restos de posibles trincheras que rodean la parte más alta del monte.

En pocos metros y con un acusado jadeo llegamos a los distintos refugios privados que rodean la campa o majada de Belatxikieta, donde pastan plácidamente algunos caballos y yeguas con sus crias. La cima se ve tras los árboles a poca distancia de la campa y hacia ella nos dirigimos. Aquí ya el terreno es mixto, con rocas cársticas que sobresalen del mismo y nos hace dar pequeños rodeos para ir avanzando hasta la cumbre cercana.

Estamos en la cumbre, con dos pequeños buzones y una piedra alta en forma de mehir que tiene algunas inscripciones grabadas. La peña va llegando poco a poco, todos separados según sus fuerzas. Hacemos un descanso, el calor aprieta y reponemos líquidos en abundancia con algún pequeño refrigerio que no llega a ser mas que algo de fruta fresca y un puñadito de frutos secos. No nos queremos pasar con la comida a estas horas, ya que una vez que lleguemos a Artaun tenemos preparado un amarratako (aunque como he dicho antes, será mas bien ordubatetako, por la hora) antes de la obligada visita al Museo Antzasti.

Hacemos la foto de toda la peña y de nuevo nos vamos separando en grupos (aunque esto es inevitable, ya que la travesía por el karts que rodea Galdara se realiza por una senda entre el roquedo que no permite más alternativa que ir en fila india).

La senda comienza poco visible una vez que hemos bajado de la cumbre por el mismo sitio que hemos subido y pasado ante la pequeña ermita–gruta rodeada de árboles, dejando a nuestra izquierda la última casa de la majada que hace años fue un bar. Enseguida la senda se hace cada vez más visible y no tenemos otra opción que seguirla. Pasamos casi al comienzo ante una placa situada en la roca a nuestra derecha con unas flores en recuerdo de Blas Aresti Aizaguirre, tío del que llevaba el citado bar.

El camino se hace un tanto incómodo andando entre rocas incrustadas. Es la típica senda de un terreno cárstico, viéndose la "galdara", nuestra derecha, una enorme depresión en forma de caldero, rodeada por las cimas del Belatxikieta, Artaun y Urtemondo, entre otras cimitas de menos entidad, y donde hasta mediados del siglo pasado existió en su interior un yacimiento de espato de Islandia. Este camino, o mas bien senda – lo comentamos todos – tiene que ser bastante peligroso con lluvia, ya que las piedras sobre las que pisamos están pulidas y, mojadas, con barro pegado en la suela de las botas, tiene que resbalar bastante. Afortunadamente, hoy no es el caso.

En un rato, como a unos 20 o 25 minutos de la majada de Belatxikieta llegamos a un crucero señalizado: a nuestra derecha seguimos hacia nuestro destino, Artaun; a la izquierda iríamos hacia Mugarrikolanda, base de ascensión al Mugarra y al Leungane; y hacia atrás señala el camino de Belatxikieta por donde hemos venido. Pensábamos haber subido al Urtemondo, que desde aquí está a tiro de piedra, pero hacemos un cálculo rápido del tiempo que tenemos y decidimos que si lo hacemos no llegaremos a tiempo a Artaun para la visita al museo, por lo que de inmediato desechamos la idea y seguimos nuestra senda.

El incómodo camino serpenteante y pedregoso enseguida se ensancha y se convierte en una preciosa y amplia senda herbosa que suavemente va descendiendo. Llegamos hasta un redil con una charca artificial a nuestra derecha que pensamos esta destinada a abrevadero de monte, o eso creemos.

En un rato, bajo el pinar, llegamos a otro cruce señalizado que nos indica dos direcciones. A la derecha: Artaun, 1,2 km.; la izquierda iríamos hacia el Leungane y Mugarrikolanda. Seguimos hacia Artaun y en un rato vemos entre árboles las primeras casas del barrio. Nada mas llegar, las voces de unas chicas nos indican la desviación hacia el museo Antzasti. Eran las dos guías del museo, ya sabían que veníamos y nos estaban esperando.

Resulta difícil pensar que en un recóndito barrio de un pequeño pueblo bizkaino, exista un museo tan coqueto y tan bien preparado como el de Antzasti. Pero no nos adelantemos, antes de su visita sabíamos (porque lo habíamos encargado) que teníamos un aperitivo u ordubatetako, por que era cerca de la una. Nos quedamos impresionados de la delicadeza y estilo con que nuestras anfitrionas, las responsables del museo, habían montado el refrigerio. Desde el propio lugar del mismo, a un lado de la casa, bajo unas sombrillas amplias, con sillas a su alrededor y una mesa muy bien surtida con multitud de platos con queso, chorizo y demás productos de la zona, todo bien regado con una fresquísima sidra, que después de la caminata entraba de maravilla. Había pan cortado y "pamitxa", una especie de bollo de pan que se hace el primero cuando se va calentando el horno de leña. No faltaban antxoas en salazón, piparras, dos tipos de mermelada casera y hasta sal de Añana mezclada con pimienta negra, además de AOVE para regar al pan. Magnífico todo y muy bien presentado, con una estética digna de una boda de postín. La sidra entraba tan bien que nos ventilamos cuatro botellas más.

Se nos iba haciendo tarde y todavía quedaba la visita guiada al museo. Las explicaciones generales del mismo nos las dieron en la pequeña tiendita de productos de la zona, separada de la casa principal y rodeada de un amplio y cuidado jardín. Posteriormente nos dividieron en dos grupos y, ambas chicas, que creo eran hermanas, ataviadas con unos vestidos un tanto extraños y con aire vasco antiguo, nos deleitaron con sus explicaciones.

Sin duda merece la pena llegar hasta Artaun expresamente para ver el museo, en el que el visitante viaja en el tiempo del caserío tradicional a la casa moderna. Decorada profusamente con todo tipo de utensilios, tanto del caserío arratiano como de la casa de Bilbao de finales del s. XIX y comienzos del s. XX, se extiende la exposición en tres plantas: planta baja, planta primera, donde esta representada la vida familiar de un caserío, y desván donde se representa la vida bilbaína de la época. Hay que decir que hubo un claro nexo de unión entre ambos ambientes,. Este nexo de unión no fue otro que el tranvía de Arratia, que dejo de funcionar en el año 66 del siglo pasado y que desde finales del s. XIX comunicaba el valle de Arratia con la urbe bilbaína de la época.

En resumen, un museo etnográfico muy interesante de visitar, situado en un caserío de piedra rodeado de un cuidado jardín y en un precioso barrio de Dima. Muy recomendable.

Después del refrigerio y la visita cultural, perfectamente explicada por las dos hermanas, abonamos cada uno los correspondientes 36 euros de todo el paquete (aparte las botellas de más de sidra que nos metimos al kolko), que incluía amarratako, la visita al museo y la comida en Dima. De inmediato, que ya se estaba haciendo bastante tarde, nos dirigimos andando hasta Dima para comer en el restaurante Balzola, donde teníamos reservadas varias mesas.

De Artaun bajamos por una senda atajando hasta el barrio de Bikarregi, y desde este hasta Ugarana (Dima), fuimos andando por la carretera. La senda arranca muy cerca de la fuente con abrevadero situada en el centro de Artaun, pero a la otra parte de la carretera, saliendo a la izquierda de una preciosa y enorme casa rural actualmente cerrada. El bochorno era importante y vaticinamos todos que a la tarde se levantaría tormenta, como así fue, aunque para entonces ya estábamos todos de vuelta en casa. En no mas de 15 minutos estábamos en Bikarregi y en otros 25 minutos en el restaurante Balzola. No creo que sea necesario describir la ruta por la carretera para bajar desde Bikarregi hasta Dima. Es seguir hacia abajo por la misma sin desviarse. Al restaurante Balzona se accede por la plaza de Dima, aunque la entrada principal la tiene a la otra parte, hacia la carretera general. De inmediato nos sentamos a comer. Para abrir boca nos sacaron unas finas croquetas que nos supieron a gloria.

Vamos terminando diciendo que en el Balzola comimos muy bien, con raciones extraordinarias y ademas con variedad de platos. Un aplauso para los responsables del restaurante. Y después de comer llegaba la hora de coger el Bizkaibus hasta Bilbao, que baja de Otxandio y pasa por Dima a y cuarto de cada hora.

En resumen, una preciosa excursión que lo ha tenido todo: ruta de montaña, visita cultural y buena gastronomía vasca. Animaos, el precioso pueblo de Dima y el museo Atzasti os están esperando. (www. antzasti.eus, info@antzasti.eus)