Umbría del Buitre y Cortijo de Los Barrancos (Moratalla)
near Benamor de Abajo, Murcia (España)
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Trail photos
Itinerary description
Esta sencilla ruta ofrece un agradable paseo por la Umbría del Buitre con la guinda final de visitar la Fuente del Cortijo de los Barrancos, aunque hemos de advertir que para ello hay que acceder a terreno privado.
Para llegar al punto de inicio tomamos la carretera de Moratalla al Campo de San Juan, y antes de llegar al desvío que sube a la Casa de Cristo, en plena curva e invisible por el cambio de rasante, desciende un camino de tierra que atraviesa el río Benámor y asciende a las faldas del Buitre. Nosotros aparcamos unos metros antes de una trifurcación con carteles de prohibido el paso en dos de los caminos.
Es temprano, iniciamos la corta caminata subiendo por la pista forestal, algo rota por las últimas lluvias, y con cierta pendiente en algunos repechos, pero nada serio.
El ambiente es fresco y húmedo, se respira la limpieza de la atmósfera y la tierra huele a naturaleza. Pinos, robles, carrascas, rosales silvestres y los cantos de los pájaros son la mejor compañía.
A la izquierda distinguimos el hueco de una calera, aprovechando el relieve del terreno. Nos acercamos a verla antes de continuar. Sendas y caminos nos seducen e invitan a adentrarnos por ellos, y vemos incluso marcas de un viejo sendero de pequeño recorrido, el PR-MU 20 (o PR-4 de Caravaca). Lo realicé hace varios años, son casi treinta kilómetros de ruta que quiero repetir a no mucho tardar.
A la izquierda, y con el fondo de un precioso paisaje de los Frailes, la Sierra de los Álamos y Casa Cristo, se mantienen las ruinas de un cortijo cuyo nombre no figura en los mapas. En su entorno destacan varias encinas de buen porte y un gran nogal. Tras las ruinas baja un camino a la izquierda por el que subí hace unos años desde Moratalla. Tengo mucho apetito de volver a transitar por estos caminos y descubrir otros que aún no he pisado.
Seguimos fieles a la pista principal en un cómodo llaneo. En breve el camino vira a la derecha, hacia el sur, y después de un leve ascenso aparece a la derecha una senda ancha por la que discurre el PR antes mencionado y que tomamos para regresar. Es un sendero precioso, boscoso, donde el musgo aflora sin tasa.
Una suerte de rellano natural es presidido por una gran encina, lugar ideal para sentarse, no a descansar, que no hemos hecho grandes esfuerzos para llegar aquí, sino para comulgar con el lugar.
Tras la pausa, la senda desemboca en la pista por la que vinimos y discurrimos un rato por ella, hasta llegar a un cruce en el que un camin menor baja a la izquierda y un sendero desciende de frente para dejarnos a las puertas del Cortijo de los Barrancos.
Una cadena y carteles de propiedad privada y prohibido el paso nos cohibirán. Pero no hemos encontrado a nadie para pedirle permiso. Este lugar es una maravilla. Lo primero que nos dejará boquiabiertos son dos enormes encinas.
Enseguida llegamos a un recoleto balsón redondo que acumula las aguas mediante una alegre canaleta de agua que discurre a ras de suelo.
La seguimos con la intención de llegar al nacimiento: la Fuente del Cortijo de los Barrancos. Nos espera medio kilómetro de ida sencillamente espectacular. El entorno es bellísimo, y la humedad que destila propicia una vegetación exuberante en la que encontramos cola de caballo, musgos, hiedras, helechos y un sinfín de flora asociada al agua.
Aunque el camino está pisado, algún paso es estrecho y elevado sobre un barranco, así que precaución. También recomiendo pedir permiso si veis que hay gente en el cortijo. Como nosotros no hemos visto a nadie no ha hecho falta, pero si hubiera gente no se nos habría ocurrido entrar sin permiso. Y huelga decir que este pequeño santuario natural hay que venerarlo y no mancillarlo de ninguna forma.
La canaleta llega por fin a su nacimiento, en un rincón encajonado entre paredes de piedra por las que resbala el agua. Es un cul de sac, un lugar sin salida, de modo que tras el deleite de estar en semejante lugar debemos retornar a la balsa por la misma canaleta, manteniendo la precaución en los pasos más estrechos.
Así llegamos nuevamente al cortijo, restaurado recientemente, y desde aquí apenas resta salir a la pista principal, ya a tiro de piedra del coche.
Para llegar al punto de inicio tomamos la carretera de Moratalla al Campo de San Juan, y antes de llegar al desvío que sube a la Casa de Cristo, en plena curva e invisible por el cambio de rasante, desciende un camino de tierra que atraviesa el río Benámor y asciende a las faldas del Buitre. Nosotros aparcamos unos metros antes de una trifurcación con carteles de prohibido el paso en dos de los caminos.
Es temprano, iniciamos la corta caminata subiendo por la pista forestal, algo rota por las últimas lluvias, y con cierta pendiente en algunos repechos, pero nada serio.
El ambiente es fresco y húmedo, se respira la limpieza de la atmósfera y la tierra huele a naturaleza. Pinos, robles, carrascas, rosales silvestres y los cantos de los pájaros son la mejor compañía.
A la izquierda distinguimos el hueco de una calera, aprovechando el relieve del terreno. Nos acercamos a verla antes de continuar. Sendas y caminos nos seducen e invitan a adentrarnos por ellos, y vemos incluso marcas de un viejo sendero de pequeño recorrido, el PR-MU 20 (o PR-4 de Caravaca). Lo realicé hace varios años, son casi treinta kilómetros de ruta que quiero repetir a no mucho tardar.
A la izquierda, y con el fondo de un precioso paisaje de los Frailes, la Sierra de los Álamos y Casa Cristo, se mantienen las ruinas de un cortijo cuyo nombre no figura en los mapas. En su entorno destacan varias encinas de buen porte y un gran nogal. Tras las ruinas baja un camino a la izquierda por el que subí hace unos años desde Moratalla. Tengo mucho apetito de volver a transitar por estos caminos y descubrir otros que aún no he pisado.
Seguimos fieles a la pista principal en un cómodo llaneo. En breve el camino vira a la derecha, hacia el sur, y después de un leve ascenso aparece a la derecha una senda ancha por la que discurre el PR antes mencionado y que tomamos para regresar. Es un sendero precioso, boscoso, donde el musgo aflora sin tasa.
Una suerte de rellano natural es presidido por una gran encina, lugar ideal para sentarse, no a descansar, que no hemos hecho grandes esfuerzos para llegar aquí, sino para comulgar con el lugar.
Tras la pausa, la senda desemboca en la pista por la que vinimos y discurrimos un rato por ella, hasta llegar a un cruce en el que un camin menor baja a la izquierda y un sendero desciende de frente para dejarnos a las puertas del Cortijo de los Barrancos.
Una cadena y carteles de propiedad privada y prohibido el paso nos cohibirán. Pero no hemos encontrado a nadie para pedirle permiso. Este lugar es una maravilla. Lo primero que nos dejará boquiabiertos son dos enormes encinas.
Enseguida llegamos a un recoleto balsón redondo que acumula las aguas mediante una alegre canaleta de agua que discurre a ras de suelo.
La seguimos con la intención de llegar al nacimiento: la Fuente del Cortijo de los Barrancos. Nos espera medio kilómetro de ida sencillamente espectacular. El entorno es bellísimo, y la humedad que destila propicia una vegetación exuberante en la que encontramos cola de caballo, musgos, hiedras, helechos y un sinfín de flora asociada al agua.
Aunque el camino está pisado, algún paso es estrecho y elevado sobre un barranco, así que precaución. También recomiendo pedir permiso si veis que hay gente en el cortijo. Como nosotros no hemos visto a nadie no ha hecho falta, pero si hubiera gente no se nos habría ocurrido entrar sin permiso. Y huelga decir que este pequeño santuario natural hay que venerarlo y no mancillarlo de ninguna forma.
La canaleta llega por fin a su nacimiento, en un rincón encajonado entre paredes de piedra por las que resbala el agua. Es un cul de sac, un lugar sin salida, de modo que tras el deleite de estar en semejante lugar debemos retornar a la balsa por la misma canaleta, manteniendo la precaución en los pasos más estrechos.
Así llegamos nuevamente al cortijo, restaurado recientemente, y desde aquí apenas resta salir a la pista principal, ya a tiro de piedra del coche.
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