Un bastión estratégico hacia la meseta: Peña Amaya, Peña Castro y Alto del Castillo

En el noroeste de la provincia de Burgos y justo en la zona donde se establece el contacto entre la Cordillera Cantábrica y la Cuenca del Duero, a lo largo de los años se ha formado un original y abrupto paisaje basado en largas y estrechas estructuras rocosas. Sobre todas las demás y como un inmenso navío varado entre los primeros trigales de Castilla destaca Peña Amaya, que se alza amenazante recordando a todo el que la contempla su importancia estratégica, pues sus solitarios y casi olvidados peñascos constituyen uno de los enclaves más señalados dentro de la arqueología y la historia del norte de la península Ibérica. Uno de los datos que nos indican su importancia estratégica y militar es que el mismísimo Cesar Augusto tuvo instalado un campamento en las proximidades de Amaya. Este bastión estratégico fue conquistado por los romanos en el transcurso de las guerras cántabras (29-19 a.C.),
quienes fundaron entonces la cuidad de Amaya Patricia.

Respecto a la cima en sí, se encuentra en el mismo borde de Las Loras y destaca por su elevada altitud relativa respecto al entorno, con una prominencia de algo más de 400m salvados de forma abrupta mediante dos cantiles verticales en sucesivas gradas. Esta configuración confiere a Peña Amaya esa espectacular forma destacando en el horizonte, que es la transición entre las tierras sedimentarias de la Meseta y las estribaciones de la Cordillera Cantábrica. Presenta dos sectores diferenciados por la vaguada donde nace la fuente Hongarrera. Al oeste una llanura casi horizontal, conocida como La Muela, donde destacan las muestras de modelado kárstico además de las cuevas que se abren en sus flancos. Al este se levanta el abrupto promontorio de el Castillo, testigo en esta zona del banco calizo superior, que es conocido como La Peña y que fue el lugar de asentamiento principal del castro de Amaya.

Ruta muy interesante con unas vistas espectaculares hacia las grandes cumbres de la Montaña Palentina, así como a la meseta Castellana. Tiene un par de subidas muy exigentes y la bajada de Peña Castro es también potente. Por lo demás, el entorno merece mucho la pena, en especial el camino que bordea Peña Amaya hasta El Castillo.