Urizaharra/Peñacerrada-Puerto de Peñacerrada/Rivas de Tereso-Toloño-Peñalasdoce-Labastida

Tras el percance físico del pasado Miércoles, y después de una notable recuperación, he decidido volver a las andadas al monte, pero sin arriesgar demasiado, haciendo una ruta fácil tanto en lo físico como en lo técnico.

Hacía mucho tiempo que tenía ganas de hacer ésta travesía, y en especial ascender al Toloño, monte que ya ascendí hace 4 años con el club Artarrai de mi pueblo, Ermua, pero en aquella ocasión hubo niebla muy densa y no pudimos ver nada. Hoy la previsión del tiempo a priori era favorable y pensé que era un excelente momento para ir al Toloño.


Vuelta al País Vasco desde Ermua. Etapa 122:

Me desplazo hasta la pequeña localidad alavesa de Peñacerrada, o Urizaharra en euskera, yendo en la línea 9 de Alavabus que va desde Vitoria hasta Logroño.
Podéis echar un vistazo a los horarios aquí:

Horarios Línea 9 Alavabus

Recorro parte del bonito pueblo, y salgo a la carretera para dirigirme hacia el Puerto de Peñacerrada, también llamado puerto Rivas de Tereso.
Asciendo 4km por el asfalto, siempre con el punto de mira a la sierra de Toloño/Cantabria, que en aquel momento estaba tapada por una fina txapela de niebla. Afortunadamente, el cielo se iba poco a poco abriendo, y más adelante la txapela acabaría esfumándose.

Un poco antes de llegar a lo alto del puerto, giro a la derecha para abandonar el asfalto e ir ya por sendero de tierra/piedras.
Más adelante, disfruto de una bonita vista del valle donde se asientan las localidades de Peñacerrada y Payueta, y varios montes de los alrededores.

En frente, tengo a la vista la imponente silueta del Peña Bonbalatxi. Al adentrarme por un denso bosque, tengo la opción de girar a la izquierda para ascender al Toloño, bordeando por la derecha la ladera de la Peña, yendo a través de senderos empinados y más que seguro embarrados.

Yo no tenía ganas de complicarme la vida, por muy bonito que pudiera ser la subida, así que decidí seguir recto, e ir cómodamente por la vía larga. Además, el sendero está señalizado con carteles y marcas PR amarilla y blanca.

La dinámica sigue siendo la misma que desde el principio. La pendiente es muy suave, los caminos cómodos y llevaderos, y disfruto en todo momento del bonito entorno y de vez en cuando, de las vistas que hay por esta zona de la sierra.

2,5 km después, abandono el sendero por la izquierda para continuar por un fino sendero que alterna hierba y tierra, guiándome en esta ocasión con marcas de color verde. Justo enfrente tengo el paredón rocoso de la cara Norte del Toloño. No me queda demasiado para llegar a su cumbre, pero todavía tengo que rodearlo por el lado izquierdo.

Al acabar la senda herbosa, entro de lleno por otro bosque con diferente tipo de arboleda, de una belleza espectacular.
El camino es estrecho de principio a fin, la pendiente algo más exigente, pero sobre todo, el terreno es más sucio e incómodo, por la presencia de algo de barro, rocas y vegetación. Aún así, no existe ningún inconveniente a la hora de subir por aquí (al bajar si que habría que ir con más cuidado, asegurando cada paso para no tropezar o resbalar).

En pocos minutos, tras superar un pequeño e incómodo paso rocoso, alcanzo el cordal cimero de ésta parte de la Sierra de Toloño o de Cantabria. Asciendo unos metros mas y al fin llego al vértice geodésico (que no cima, ya que es un pico secundario) del monte Toloño (1264m).

Vaya pedazo de vistas que hay aquí, a pesar de que hay algo de arboleda que tapa la panorámica: buena parte de la inmensa llanada de la Rioja Alavesa, con multitud de localidades como San Vicente de la Sonsierra, Briñas Haro o Labastida entre otros, el Río Ebro a su paso por estos pueblos, los picos San Lorenzo y San Millán en la Sierra de La Demanda, pertenecientes a las comunidades de La Rioja y Burgos, los cercanos picos de Peña del Castillo y Peñalasdoce y abajo el Monasterio de Santa María de Toloño, el valle donde se ubican las localidades de Peñacerrada y Payueta, el Gorbea, Montes de Vitoria, Payueta, Peñacerrada, el monte Joar, la parte oriental de esta sierra de Toloño con el monte Palomares o La Rasa como protagonistas, y otros muchos montes más.

Tras las fotos de rigor, continúo de frente para acceder a la cima principal del Toloño. Son pocos los metros que hay que ascender, pero que requieren ir un poco al loro, ya que el sendero está repleto de piedra suelta y rocas, y conviene asegurar cada paso, sobre todo al bajar. Mucho ojo en esta zona (y en toda la sierra en general) con la niebla, ya que os puede meter en un buen lío como no tengáis claro por dónde hay que ir.

Finalmente, llego a la minicruz y buzón cimero del monte Toloño (1277m). Mejores vistas si cabe que desde el geodésico, ya que aquí no hay árboles que tape la panorámica. No hay mucho que añadir respecto a lo anterior, salvo que todo se ve mucho más amplio y nítido, únicamente si que distingo hacia el Oeste, detrás del Peñalasdoce, lo que parece ser la ciudad de Miranda de Ebro y varias sierras de montaña de alta elevación...

Después de un buen rato observando las magníficas vistas, prosigo la marcha rumbo al monasterio de Toloño. El acceso al mismo no es demasiado cómodo, ya que hay mucha piedra suelta y arenilla que dificulta la estabilidad, pero yendo despacio y asegurando la pisada, no tiene mayor dificultad.

Rápidamente alcanzo el monasterio. Fue construido en el siglo IX por la Orden de San Jerónimo. Estos lo habitaron unos pocos años y posteriormente quedó a cargo de la hermandad de la Divisa, formada para administrarlo. Quedó destruido en la primera Guerra Carlista y de él quedan solo algunas paredes.

Ahora tengo 2 opciones, o descender directamente hacia mi destino, el pueblo de Labastida, o ascender un segundo monte, el Peñalasdoce, que se encuentra muy cerca, al otro extremo de las paredes rocosas que colindan con el monasterio. Tenía tiempo de sobra, así que decidí darme el capricho de sumar otra cima mas a mi colección. El acceso al mismo es sencillo, además de existir 2 alternativas: ir pegado al muro rocoso por el lado izquierdo de una alambrada, o ir por una campa herbosa que hay mas a la derecha. He utilizado ambas opciones, pero para subir fui pegado a la pared y la bajada por la hice por la campa. Lo cierto es que lo más cómodo y sencillo es ir por la hierba, pero la otra opción, aunque mas lenta e incómoda por la presencia de piedras, no tiene ninguna dificultad.

En pocos minutos, alcanzo la cumbre del monte Peñalasdoce (1255m). Su particular nombre se debe a que el sol la ilumina al mediodía (a las doce).
Aquí me encontré con un grupo de montañeros de Gernika muy majos, los cuales curiosamente coincidimos hasta 3 veces a lo largo del descenso, yendo por vías y ritmos distintos.

Tremendas vistas también desde aquí. Pierde buena parte de terreno hacia la llanada del Sur pero lo gana hacia el Oeste y Noroeste, destacando la parte mas occidental y menos elevada de esta sierra de Toloño, Obarenes, Portilla, La Verdina, Bachicabo, Cantoblanco... y abajo, las siempre presentes localidades de Labastida, Briñas, Haro, San Vicente de la Sonsierra hacia el Sur, y al Oeste, Salinillas de Buradón, Miranda de Ebro, Ocio y el castillo de Lanos. Al norte lo mismo, Gorbea, Badaia, montes de Vitoria, Cogolla... y hacia el Este, prácticamente toda la sierra de Toloño.

Tras las fotos de rigor, desciendo por otro camino que me lleva a las mencionadas campas herbosas, vuelvo al monasterio, y camino hacia el Sur, hasta dar con un sendero cercano a un gran nevero. Aquí giro a la derecha e inicio el descenso hacia Labastida.

La primera parte de la bajada es sencilla y cómoda, a pesar de haber bastante piedra suelta. Luego, llego a la ermita del Humilladero, o lo que queda de él. Aquí tuve un pequeño lapsus, ya que me iba en dirección a Rivas de Tereso. Luego me di cuenta, de que tenía que bajar por otro sendero mas estrecho, situado a la derecha.

Aquí empezaría la segunda parte de la bajada. Nada que ver con la primera, el sendero es mucho mas estrecho, pedregoso, incómodo, cerrado e inclinado. Las cosas como son, es un atajo, la forma mas corta y directa de llegar a la base de la cara Sur del monte Toloño. Otra opción sería haber girado a la derecha seguido de pasar por la ermita, y aquí se podría hacer un largo rodeo por, en teoría, un sendero mas cómodo y menos empinado. Pero yo tenía marcado en el trac ir por el atajo, y lo iba a seguir a rajatabla.

Lo curioso fue no haberme encontrado casi nada de barro, a pesar de las fuertes lluvias de los 2 últimos días. Y menos mal, porque descender por aquí no es nada sencillo. Difícil tampoco, pero hay que ir al loro en todo momento, ya que hay pasos en los que fácilmente se puede tropezar o resbalar, y llevarse una buena ostia. Calificaría el descenso de MODERADO, aunque en el computo general la ruta sigue siendo FÁCIL.

Sin pausa pero sin prisa, y siempre guiándome por la presencia de algún hito y marca PR amarilla y blanca, desciendo hasta llegar a un ancho sendero, donde por fin puedo continuar la marcha cómoda y rápidamente.

Al final del camino, llego a un amplio parking, y al lado, hay una arboleda donde se halla un parque y la ermita de San Ginés. Aquí había una buena multitud, disfrutando del entorno, haciendo barbacoas o incluso tomando bebidas servidas en un bar.

Ahora, continuo por una pista asfaltada, que me llevaría directo hasta el pueblo de Labastida. Sin embargo, antes decido desviarme brevemente a la derecha, para ver un bonito monumento rodeado de preciosas viñas, el acueducto de San Andrés de Muga, mas conocido como "Los Arcos". El acueducto, datado en el año 1400, forma parte de un ambicioso proyecto de rehabilitación de la alcaldía de Labastida con el objetivo de recuperar el patrimonio histórico y artístico de la localidad.

Antaño dicho acueducto recibía agua desde la Fuente de los Frailes, procedente del Toloño, y que surtía de agua al convento de San Andrés de Muga, que estaba en las afueras del término municipal. El agua circulaba por una serie de puentes para llegar hasta los frailes franciscanos, que llegaron a ser una comunidad muy importante, ya que el cenobio fue Escuela de Teología y Artes. Fue fray Plácido, originario de Labastida, quien impulsó la construcción de esos acueductos, de los que se llegaron a construir siete. De todos los puentes sólo queda uno, el de San Andrés de Muga.

Ahora si, me dirijo directamente hacia Labastida, pasando por los lugares de mayor interés (y son muchos), hasta llegar a la parada de bus, donde pongo punto y final a esta preciosa ruta, muy muy recomendable.
Para volver a Vitoría, cojo el mismo bus que en la ida, el de la línea 9, procedente de Logroño.