97. Valdehayas y el Museo Paramero de Piedras en La Piedra
near La Piedra, Castilla y León (España)
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Itinerary description
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 40 (para Senderismo): dificultad 'Fácil' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 320 metros (superior al que estima Wikiloc).
El pueblo de La Piedra constituye el punto de partida y final de esta ruta. La localidad tal vez adopta ese nombre por el singular peñón ubicado en su lado este: plegado en dos estratos aristados e inclinado en forma de sinclinal. Por el oeste se estira un erizado cordal. Y por el sur se abre el valle hacia Los Valcárceres, encastillado entre dos ramales, quedando La Piedra como portón de entrada.
En La Piedra todo es de piedra, empezando por su caserío de recias construcciones de sillería. Piedra, pues, esperábamos encontrar en esta excursión: en el valle, en los taludes y graderíos, y en el páramo; y piedra en la lejanía de las rocosas montañas palentinas. Y así fue. Mas, lejos de saciar o aburrir, sus mil formas de manifestarse y de combinarse con el resto del entorno nunca nos dejaron hartos.
Pero no sólo fue piedra bruta, grande o tosca en los cerros y las crestas. Hubo también una maravilla pétrea inesperada: rocas gráciles, menudas, y refinadas. En lo alto del páramo, nos hallamos de pronto inmersos en un enorme museo de ‘esculturas’. Esculturas ‘abstractas’ labradas por la erosión de la piedra caliza. Un punto fuerte de la excursión, que ampliamos debajo.
Salimos de La Piedra con dirección oeste hacia el vallejo de Valdehayas. Eso era todo lo que teníamos claro con antelación. Luego, “Dios diría” o, (para los agnósticos) “a verlas venir”, o (para los crédulos) “que la suerte nos acompañe” en la elección del mejor camino. Es una buena forma de disfrutar, con la intriga y la sorpresa siempre ocupando la mente. Siendo una ruta, en principio, sencilla, esa estrategia resultó perfecta.
Valdehayas es un recodo tan deslumbrante como menudo y reconcentrado. Quizá en algún tiempo estuvo poblado de hayas; ahora, sólo alberga pequeños arbustos. Lo recorre un sonoro arroyuelo que ha horadado el suelo herboso como un estrecho canal. Y, lo más extraordinario, al fondo del valle hay una surgencia, la del manantial de Valdehayas. Una pocita en la que el agua cristalina brota del suelo, sin que se vean regatos que la alimenten. Un paraje realmente bonito.
Mas hay que despedirse y, para salir de él sin tener que dar media vuelta, hay que trepar un poco. No es complicado, pero exige cierta precaución. Es preferible dar un pequeño rodeo por la ladera pedregosa izquierda, en lugar de seguir directamente por los escalones de sólida roca que cierran el vallejo por el sur. Salimos así al barranco de Valseco, con un bosque de pinos abajo y unas elevaciones laterales que ofrecen estupendas vistas.
Tras recorrer ese placentero valle, llegamos a lo alto del páramo, enfrente de Los Valcárceres. Bellas panorámicas por todos los lados: el valle, los sinclinales, los casquetes de Peña Ulaña y Peña Amaya, los perfiles de las montañas cantábricas. Esto hacia ‘afuera’. Pero también hay bellos encuadres hacia ‘adentro’: mirando la línea y el suelo del proprio páramo, con su colorido floral.
Ya de retorno por el ancho páramo, enseguida nos aguarda lo más novedoso de la jornada, en el alto de Fuentelaguna. Agazapado a ras de suelo, protegiéndose de miradas indiscretas, se despliega un extenso ‘museo natural de esculturas de piedra’. Han sido erosionadas por la intemperie, hasta dar lugar a extravagantes, antojadizas figuras. Quizá alguna mano humana haya contribuido. Verlas en esa planicie de infinitud, con las montañas al fondo, fascina. …Y todo sin pagar entrada.
Recién finalizado el ‘museo’, casi sin tregua para recuperar nuestra compostura emocional, todavía nos queda otro punto de gran interés. Lo constituye el descenso al valle que nos devuelve a La Piedra. No sé en otra época del año, pero en esta fase de la primavera y en un día de cielo azul, la combinación de múltiples verdes y amarillos en los campos, laderas parameras y arboledas puede dejarte boquiabierto.
Casi nunca se nos hacen largas las excursiones, pero hoy nos ha parecido particularmente corta, aparte de intensa en regalos. Y todo ello en una ruta fácil en todos los sentidos: mental y físicamente descansada. Si acaso, como pequeña disonancia, el corto remonte en la salida de Valdehayas. A la vez, ha sido excitante; pero de un modo melodioso, afelpado. Como paseando por una nube.
Rutas cercanas de interés:
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/de-los-valcarceres-a-talamillo-91794892
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/portillo-del-infierno-pena-ulana-y-pena-castillo-101324391
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/de-talamillo-del-tozo-a-la-gargantilla-del-infierno-102182755
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 40 (para Senderismo): dificultad 'Fácil' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 320 metros (superior al que estima Wikiloc).
El pueblo de La Piedra constituye el punto de partida y final de esta ruta. La localidad tal vez adopta ese nombre por el singular peñón ubicado en su lado este: plegado en dos estratos aristados e inclinado en forma de sinclinal. Por el oeste se estira un erizado cordal. Y por el sur se abre el valle hacia Los Valcárceres, encastillado entre dos ramales, quedando La Piedra como portón de entrada.
En La Piedra todo es de piedra, empezando por su caserío de recias construcciones de sillería. Piedra, pues, esperábamos encontrar en esta excursión: en el valle, en los taludes y graderíos, y en el páramo; y piedra en la lejanía de las rocosas montañas palentinas. Y así fue. Mas, lejos de saciar o aburrir, sus mil formas de manifestarse y de combinarse con el resto del entorno nunca nos dejaron hartos.
Pero no sólo fue piedra bruta, grande o tosca en los cerros y las crestas. Hubo también una maravilla pétrea inesperada: rocas gráciles, menudas, y refinadas. En lo alto del páramo, nos hallamos de pronto inmersos en un enorme museo de ‘esculturas’. Esculturas ‘abstractas’ labradas por la erosión de la piedra caliza. Un punto fuerte de la excursión, que ampliamos debajo.
Salimos de La Piedra con dirección oeste hacia el vallejo de Valdehayas. Eso era todo lo que teníamos claro con antelación. Luego, “Dios diría” o, (para los agnósticos) “a verlas venir”, o (para los crédulos) “que la suerte nos acompañe” en la elección del mejor camino. Es una buena forma de disfrutar, con la intriga y la sorpresa siempre ocupando la mente. Siendo una ruta, en principio, sencilla, esa estrategia resultó perfecta.
Valdehayas es un recodo tan deslumbrante como menudo y reconcentrado. Quizá en algún tiempo estuvo poblado de hayas; ahora, sólo alberga pequeños arbustos. Lo recorre un sonoro arroyuelo que ha horadado el suelo herboso como un estrecho canal. Y, lo más extraordinario, al fondo del valle hay una surgencia, la del manantial de Valdehayas. Una pocita en la que el agua cristalina brota del suelo, sin que se vean regatos que la alimenten. Un paraje realmente bonito.
Mas hay que despedirse y, para salir de él sin tener que dar media vuelta, hay que trepar un poco. No es complicado, pero exige cierta precaución. Es preferible dar un pequeño rodeo por la ladera pedregosa izquierda, en lugar de seguir directamente por los escalones de sólida roca que cierran el vallejo por el sur. Salimos así al barranco de Valseco, con un bosque de pinos abajo y unas elevaciones laterales que ofrecen estupendas vistas.
Tras recorrer ese placentero valle, llegamos a lo alto del páramo, enfrente de Los Valcárceres. Bellas panorámicas por todos los lados: el valle, los sinclinales, los casquetes de Peña Ulaña y Peña Amaya, los perfiles de las montañas cantábricas. Esto hacia ‘afuera’. Pero también hay bellos encuadres hacia ‘adentro’: mirando la línea y el suelo del proprio páramo, con su colorido floral.
Ya de retorno por el ancho páramo, enseguida nos aguarda lo más novedoso de la jornada, en el alto de Fuentelaguna. Agazapado a ras de suelo, protegiéndose de miradas indiscretas, se despliega un extenso ‘museo natural de esculturas de piedra’. Han sido erosionadas por la intemperie, hasta dar lugar a extravagantes, antojadizas figuras. Quizá alguna mano humana haya contribuido. Verlas en esa planicie de infinitud, con las montañas al fondo, fascina. …Y todo sin pagar entrada.
Recién finalizado el ‘museo’, casi sin tregua para recuperar nuestra compostura emocional, todavía nos queda otro punto de gran interés. Lo constituye el descenso al valle que nos devuelve a La Piedra. No sé en otra época del año, pero en esta fase de la primavera y en un día de cielo azul, la combinación de múltiples verdes y amarillos en los campos, laderas parameras y arboledas puede dejarte boquiabierto.
Casi nunca se nos hacen largas las excursiones, pero hoy nos ha parecido particularmente corta, aparte de intensa en regalos. Y todo ello en una ruta fácil en todos los sentidos: mental y físicamente descansada. Si acaso, como pequeña disonancia, el corto remonte en la salida de Valdehayas. A la vez, ha sido excitante; pero de un modo melodioso, afelpado. Como paseando por una nube.
Rutas cercanas de interés:
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/de-los-valcarceres-a-talamillo-91794892
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/portillo-del-infierno-pena-ulana-y-pena-castillo-101324391
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