Valle de Arán: Hayedo milenario de Carlac desde Bausen. Paseo por un bosque de cuento de hadas

Este corto y sencillo recorrido circular desde el bonito pueblo aranés de Bausen nos permite descubrir el milenario hayedo de Carlac, un auténtico bosque de cuento de hadas.

Bausen está situado en el extremo noroeste del Arán, en el Bajo Arán, cerca de la frontera francesa y la región de Occitania, siendo el municipio más septentrional de Cataluña.

Desde Bausen, la ruta se adentra en el hayedo milenario de Carlac y sube al Coret de Pan, desde donde disfrutamos de impresionantes vistas. Desde el collado, descendemos por una zona de pastos cubiertas de helecho hacia las bordas de Sacrotz y regresamos a Bausen. Se trata de un itinerario fácil apto para todos los públicos, cuya única dificultad reside en el desnivel durante el tramo por el hayedo.
Conviene llevar bastones, ya que el terreno a través del bosque es bastante umbrío y húmedo, con riesgo de resbalarse sobre todo tras lluvias.

DESCRIPCIÓN DE LA RUTA:
Desde el pequeño aparcamiento a la entrada de Bausen tomamos unas escaleras que nos conducen a la parte alta del pueblo, pasando por la iglesia.

Por la Calle Mayor detrás de la iglesia nos dirigimos a la Capilla de Sant Ròc, situada a la salida del pueblo. Desde aquí nos acercamos en un pequeño bucle al cementerio civil de Teresa, pasando por el camino por un par de miradores con estupendas vistas sobre el valle y en días despejados hasta los picos de los Pirineos.

El Cementerio de Teresa es un cementerio civil donde está enterrada una única persona, Teresa, cuya historia es esta:

A principios del siglo pasado, a dos jóvenes enamorados del pueblo el párroco les negó el matrimonio por ser parientes lejanos, salvo que consiguieran una bula papal, que al ser pobres les resultó imposible.
A pesar de ello decidieron vivir en pareja y tuvieron dos hijos. Cuando Teresa falleció a los 33 años, el párroco negó el enterramiento en el cementerio por haber vivido en pecado. Ante esta situación, los vecinos de Bausen ayudaron a construir el cementerio civil en que descansa.

De vuelta en el cruce en la capilla, sólo nos queda seguir el sendero balizado del Hayedo de Carlac por el GR 211-2, bastante amplio y fácil de seguir.

Durante la primera parte del recorrido tendremos muy buenas vistas sobre el valle de Torán con el bonito pueblo Canejan enfrente.

Al poco rato nos adentramos ya en el bosque por una senda mullida de hojas, cruzando algún que otro arroyo por pasarelas de madera. Predominan al principio los avellanos, para dar más adelante paso a impresionantes ejemplares de hayas centenarias, que nos acompañarán todo el camino, un auténtico bosque de cuento de hadas.
Durante nuestro paso por las zonas altas, el bosque estaba envuelto en bruma, creando un ambiente todavía más mágico. Entre las tortuosas ramas de los majestuosos árboles brillaban telarañas cubiertas de rocío, creando la impresión que estos gigantes del bosque estaban cubiertos de joyas.
En el tramo final por el hayedo nos encontramos con una subida bastante acentuada, el único tramo más exigente del recorrido.

Dejando atrás el bosque, llegamos al collado Coret de Pan, donde las vistas se abren hacia la vertiente norte del macizo del Aneto-Maladetas, a algunos de los picos más altos de los Pireneos. Unas panorámicas estupendas, que en nuestro caso se veían algo limitadas por las nubes bajas.

Desde el collado, descendemos por una zona de pastos cubiertas de helecho hacia Bausen, pasando durante el camino por las casas Bordas de Sacrotz.
En un punto durante la bajada nosotros dejamos el sendero principal para tomar un desvío por la derecha para llegar hasta las Bordas por un sendero antiguo, ahora poco transitado. Pero es mejor seguir por el sendero principal nuevo, bastante más evidente, que enseguida se vuelve a juntar con nuestro track, punto desde el que se podría llegar igualmente a las Bordas de Sacrotz de forma más facil.
El resto de bajada hasta Bausen ya se realiza sin dificultad por el amplio sendero bien balizado.

De vuelta a Bausen, aprovechamos para darnos una pequeña vuelta por este bonito poblado aranés, con sus típicas casas cubiertas de tejas de pizarra, su lavadero y la iglesia. Cuenta con un pequeño bar en la calle principal, Casa Lila, donde podemos tomar algo al final de la ruta.

Y aquí damos por concluido este estupendo recorrido, que nos permite conocer uno los bosques más mágicos del Valle de Arán. He clasificado la ruta como fácil, y lo es para senderistas experimentados, pero no hay que subestimar el tramo de subida bastante empinado a través del bosque.

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