Valle de Iruelas. Castañar de El Tiemblo al Alto del Mirlo por Pozo de la Nieve
near Navahondilla, Castilla y León (España)
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Trail photos
Itinerary description
En esta ocasión, el destino de la actividad será la Reserva Natural del Valle de Iruelas, obteniendo dicha protección en 1996. Ubicado en pleno corazón de la Cordillera Central, estribación oriental de la Sierra de Gredos, en la vertiente derecha del Alberche y de la cuenca de alimentación del embalse de El Burguillo, comprende los términos municipales de El Barraco, El Tiemblo, Navaluenga y San Juan de la Nava.
Tenemos que destacar la importancia del enclave, por dos especies: el buitre negro y el águila imperial que justifican su declaración como Z.E.P.A. (Zona Especial de Protección de Aves) por la Comunidad Europea en el año 1991.
En el transcurso de la ruta tendremos impresionantes vistas de la Reserva, de los valles del río Alberche y del embalse del Burguillo.
La ruta comienza y termina en el área recreativa de El Regajo. En su recorrido visitaremos una porción del Castañar de El Tiemblo, encontrándonos con jóvenes y esbeltos castaños hasta llegar al refugio de Majalavilla, próximo a dos árboles muy singulares: un pino resinero de gran porte y el monumento natural centenario más emblemático del castañar, "El Abuelo", viejo castaño con un impresionante tronco hueco.
En este punto, tomaremos a la izquierda para dirigirnos a la vaguada que contiene el arroyo de la Yedra, que bebe del suelo del castañar y se dirige silencioso y constante hacia un pequeño embalse que dará agua a la población de El Tiemblo. Los suelos son profundos y permanecen húmedos gran parte del año como denota la presencia del helecho común.
Llegado al Puente sobre la Garganta, lo cruzaremos para dirigirnos hacia el área recreativa de Las Barrancas, situado junto al arroyo de San Jurdón, a unos 1150 m de altitud, que desemboca en la misma garganta de la Yedra. Se trata de una zona donde lo que predomina son los robles, con su verde y marrón algo más apagados que los del castaño. En este área podemos avistar aves forestales como el arrendajo, el azor, el reyezuelo listado, el trepador azul o el pinzón vulgar y pájaros carpinteros como el pico picapinos y el pito real. Aunque la presencia de los mamíferos es difícil de observar es posible reconocer su presencia a través de las señales que dejan en el bosque: suelos hozados por el jabalí, huellas de ciervos y corzos en el suelo húmedo, piñas devoradas por ardillas y avellanas y nueces comidas por roedores.
El área recreativa de Las Barrancas se encuentra a los pies del cerro de La Encinilla que, junto con otras cimas como Cuatro manos y Cabeza de la Parra, forman una elevación montañosa muy erosionada, roma y muy antigua. Pues, ahí nos dirigimos, siguiendo la ruta del Pozo de la Nieve.
Atravesamos un bosque de robles y pinos resineros cuyos troncos muestran las "heridas" producidas por la extracción de la resina. Esta resina era transportada en cántaras hasta la "Resinera del Valle", en el poblado de Las Cruceras, donde se transformaba en trementina, colofonia y aguarrás.
Tras dejar el pinar, a nuestra izquierda nos sorprende un grupo de Alisos, especie que acostumbra habitar en las riberas de los ríos. Desde aquí ya divisamos el "Corral del Riscazo", donde una fuente y un pequeño refugio nos sugieren un descanso.
Seguiremos hasta el "Portacho del Pozo de la Nieve", excelente mirador natural al Valle de Iruelas. Desde este punto, aunque la ruta al Pozo de la Nieve sigue a la izquierda, procedemos a la derecha para ascender el cerro de la Encinilla, camino de ida y vuelta con duras rampas sobre todo cuando comienzan los pinares, pero cuya cumbre ofrece unas vistas incomparables al embalse del Burguillo.
Retornamos al "Portacho del Pozo" para dirigirnos al Pozo de La Nieve, ubicado en las praderas del Pozo. Allí, ya rehabilitada, se mantiene la memoria de otros tiempos en forma de construcción de piedra. Lo que hoy resulta tan sencillo de conseguir como es el hielo, hasta hace tan sólo un siglo suponía un duro modo de vida para algunos hombres.
El pueblo árabe comenzó a construir pozos de la nieve alrededor del año 1100. En el s. XVIII ya se realizaron en las montañas, a unos 1000 m de altitud donde la nieve ya era abundante. El mejor terreno era el centro de las grandes praderas en ladera, lo que permitía rodar las bolas de nieve hacia el pozo. Su finalidad era acumular nieve en la época invernal y conservarla para el verano. Alrededor de los pozos se construían refugios que servían, entre otras cosas, para evitar el calor del sol con el fin de mantener el hielo y la nieve el mayor tiempo posible. También servían de cobijo para los que allí trabajaban. Y, en el verano, la nieve en pequeños bloques metidos en serones se transportaba con caballerías a los pueblos cercanos, viajando siempre por la noche. La nieve helada se vendía por encargo a bares, tabernas y posadas.
Retomamos la marcha hacia el Pico Casillas o Alto del Mirlo subiendo por la pista principal. Es la cima más alta del entorno y cuyo ascenso termina de endurecer la ruta, ya de por sí durilla desde la visita a la Encinilla. Como en casi todas las cumbres el aire arrecia por lo que mejor no detenerse demasiado tiempo, aunque sí para admirar y fotografiar las vistas que la cima nos regala.
El descenso lo haremos por una pequeña senda bastante difusa que seguiremos a través de los diferentes mojones que nos guían dirección a la pista principal que se encuentra varias decenas de metros más abajo, pista que ya usamos para llegar al alto.
En el cruce de caminos, cogeremos dirección hacia la Cuesta del Enebro, pasando por las Praderas del Travies, una ancha y limpia bajada hasta el Collado de la Cruz del Tornero. Desde aquí por senda seguimos hacia la Era de la Llanada, tomando como referencia y a nuestro costado diestro en todo su recorrido la valla que separa el término de El Tiemblo del de Navahondilla.
Pasaremos por zonas donde la senda se pierde, sobre todo a la altura del área de la Pedriza, donde tendremos que sortear los grandes riscos hasta volver a reencontrarnos con la senda y, en dirección a la Era del Corcho, a la izquierda la pista nos llevará de nuevo al punto de partida, el área recreativa de El Regajo.
Es un recorrido de impresionante belleza, especialmente recomendado en la estación de otoño, por el colorido que nos regala el alto contraste de las hojas de los robles y, sobretodo, castaños.
Existe un autobús que cada hora sube y baja desde el Tiemblo al castañar por 1 € por persona, el horario suele ser de 10:00 a 18:00. Informarse en cualquier caso antes de ello en el Ayuntamiento de El Tiemblo, tel. 91 862 5002.
Web: www.eltiemblo.es por si cambian algo de un año para otro.
Índice IBP de la ruta
Tenemos que destacar la importancia del enclave, por dos especies: el buitre negro y el águila imperial que justifican su declaración como Z.E.P.A. (Zona Especial de Protección de Aves) por la Comunidad Europea en el año 1991.
En el transcurso de la ruta tendremos impresionantes vistas de la Reserva, de los valles del río Alberche y del embalse del Burguillo.
La ruta comienza y termina en el área recreativa de El Regajo. En su recorrido visitaremos una porción del Castañar de El Tiemblo, encontrándonos con jóvenes y esbeltos castaños hasta llegar al refugio de Majalavilla, próximo a dos árboles muy singulares: un pino resinero de gran porte y el monumento natural centenario más emblemático del castañar, "El Abuelo", viejo castaño con un impresionante tronco hueco.
En este punto, tomaremos a la izquierda para dirigirnos a la vaguada que contiene el arroyo de la Yedra, que bebe del suelo del castañar y se dirige silencioso y constante hacia un pequeño embalse que dará agua a la población de El Tiemblo. Los suelos son profundos y permanecen húmedos gran parte del año como denota la presencia del helecho común.
Llegado al Puente sobre la Garganta, lo cruzaremos para dirigirnos hacia el área recreativa de Las Barrancas, situado junto al arroyo de San Jurdón, a unos 1150 m de altitud, que desemboca en la misma garganta de la Yedra. Se trata de una zona donde lo que predomina son los robles, con su verde y marrón algo más apagados que los del castaño. En este área podemos avistar aves forestales como el arrendajo, el azor, el reyezuelo listado, el trepador azul o el pinzón vulgar y pájaros carpinteros como el pico picapinos y el pito real. Aunque la presencia de los mamíferos es difícil de observar es posible reconocer su presencia a través de las señales que dejan en el bosque: suelos hozados por el jabalí, huellas de ciervos y corzos en el suelo húmedo, piñas devoradas por ardillas y avellanas y nueces comidas por roedores.
El área recreativa de Las Barrancas se encuentra a los pies del cerro de La Encinilla que, junto con otras cimas como Cuatro manos y Cabeza de la Parra, forman una elevación montañosa muy erosionada, roma y muy antigua. Pues, ahí nos dirigimos, siguiendo la ruta del Pozo de la Nieve.
Atravesamos un bosque de robles y pinos resineros cuyos troncos muestran las "heridas" producidas por la extracción de la resina. Esta resina era transportada en cántaras hasta la "Resinera del Valle", en el poblado de Las Cruceras, donde se transformaba en trementina, colofonia y aguarrás.
Tras dejar el pinar, a nuestra izquierda nos sorprende un grupo de Alisos, especie que acostumbra habitar en las riberas de los ríos. Desde aquí ya divisamos el "Corral del Riscazo", donde una fuente y un pequeño refugio nos sugieren un descanso.
Seguiremos hasta el "Portacho del Pozo de la Nieve", excelente mirador natural al Valle de Iruelas. Desde este punto, aunque la ruta al Pozo de la Nieve sigue a la izquierda, procedemos a la derecha para ascender el cerro de la Encinilla, camino de ida y vuelta con duras rampas sobre todo cuando comienzan los pinares, pero cuya cumbre ofrece unas vistas incomparables al embalse del Burguillo.
Retornamos al "Portacho del Pozo" para dirigirnos al Pozo de La Nieve, ubicado en las praderas del Pozo. Allí, ya rehabilitada, se mantiene la memoria de otros tiempos en forma de construcción de piedra. Lo que hoy resulta tan sencillo de conseguir como es el hielo, hasta hace tan sólo un siglo suponía un duro modo de vida para algunos hombres.
El pueblo árabe comenzó a construir pozos de la nieve alrededor del año 1100. En el s. XVIII ya se realizaron en las montañas, a unos 1000 m de altitud donde la nieve ya era abundante. El mejor terreno era el centro de las grandes praderas en ladera, lo que permitía rodar las bolas de nieve hacia el pozo. Su finalidad era acumular nieve en la época invernal y conservarla para el verano. Alrededor de los pozos se construían refugios que servían, entre otras cosas, para evitar el calor del sol con el fin de mantener el hielo y la nieve el mayor tiempo posible. También servían de cobijo para los que allí trabajaban. Y, en el verano, la nieve en pequeños bloques metidos en serones se transportaba con caballerías a los pueblos cercanos, viajando siempre por la noche. La nieve helada se vendía por encargo a bares, tabernas y posadas.
Retomamos la marcha hacia el Pico Casillas o Alto del Mirlo subiendo por la pista principal. Es la cima más alta del entorno y cuyo ascenso termina de endurecer la ruta, ya de por sí durilla desde la visita a la Encinilla. Como en casi todas las cumbres el aire arrecia por lo que mejor no detenerse demasiado tiempo, aunque sí para admirar y fotografiar las vistas que la cima nos regala.
El descenso lo haremos por una pequeña senda bastante difusa que seguiremos a través de los diferentes mojones que nos guían dirección a la pista principal que se encuentra varias decenas de metros más abajo, pista que ya usamos para llegar al alto.
En el cruce de caminos, cogeremos dirección hacia la Cuesta del Enebro, pasando por las Praderas del Travies, una ancha y limpia bajada hasta el Collado de la Cruz del Tornero. Desde aquí por senda seguimos hacia la Era de la Llanada, tomando como referencia y a nuestro costado diestro en todo su recorrido la valla que separa el término de El Tiemblo del de Navahondilla.
Pasaremos por zonas donde la senda se pierde, sobre todo a la altura del área de la Pedriza, donde tendremos que sortear los grandes riscos hasta volver a reencontrarnos con la senda y, en dirección a la Era del Corcho, a la izquierda la pista nos llevará de nuevo al punto de partida, el área recreativa de El Regajo.
Es un recorrido de impresionante belleza, especialmente recomendado en la estación de otoño, por el colorido que nos regala el alto contraste de las hojas de los robles y, sobretodo, castaños.
Existe un autobús que cada hora sube y baja desde el Tiemblo al castañar por 1 € por persona, el horario suele ser de 10:00 a 18:00. Informarse en cualquier caso antes de ello en el Ayuntamiento de El Tiemblo, tel. 91 862 5002.
Web: www.eltiemblo.es por si cambian algo de un año para otro.
Índice IBP de la ruta
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