72. Valle de Las Navas: Montes Utero y San Mamés

INDICE IBP de Dificultad de la Ruta

Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/

El resultado del análisis IBP es de 51 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.

El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 378 metros (inferior al que estima Wikiloc).


Realicé (en este caso, en solitario) la ruta el 9 de junio de 2021 (publicada en Wikiloc el 16 de marzo de 2022). Me guie únicamente por mapas: con un mapa dinámico de Google Maps sin conexión. Con una actitud exploradora, un poco ‘a la aventura’: todo parecía fácil a priori.

Hay un territorio a caballo entre la comarca de La Bureba y el Páramo de Masa, llamado Valle de las Navas. Si bien alberga numerosos oasis de vegetación, y cursos de agua que lo atraviesan, tiene en general un aspecto semiárido. Su suelo arcilloso y blando ha sido sometido a una fuerte erosión por el viento y la lluvia. Éstos han abierto profundos surcos, cárcavas, barrancos, en la tierra rojiza, como heridas. A la vez, en las laderas, la erosión ha dejado estratos horizontales con vivas tonalidades entre el blanco y el ocre. Como arquetipo de ello, destacan en el centro del valle dos cumbres esposadas, el monte Utero y el San Mamés. Ellos son nuestro objetivo en esta ruta.

Pero, antes dejemos claro algo. Si hay un lugar donde puedes ir confiado de caminata, sin aparentes obstáculos; …confiado, porque ‘todo está a la vista’ (destino, trayecto de acceso, y por dónde regresar) desde el origen; …ese lugar es éste: La subida a los montes Utero y San Mamés y el itinerario de va-y-ven circular. Pero, cuidado: si hay un lugar en el que seguro que te vas a perder si te confías, ése es éste; entre sus innumerables cárcavas. Esa pérdida no es baladí. Te puede costar un rato largo encontrar el camino correcto en el ‘laberinto visible’, y muchas incomodidades. No diré que me ocurrió eso exactamente, pero aproximado fue.

En esa época del año los días son largos. El alba despuntaba poco después de las 6:30 h. Cuando llegaba al punto de origen de la excursión, el pueblo de Cobos junto a la Molina, el semi-círculo superior de una gran bola de fuego, roja y redonda, emergía sobre los montes Utero y San Mamés. Éstos, mi destino, se erguían soberbios. La bola roja recortaba su perfil. Amanecía con ímpetu. Impresionaba y entusiasmaba. No podía aguantar las impulsivas ganas de iniciar la marcha.

Partí de Cobos por su lado norte, por una pista hacia Quintanarruz. Después de poco más de medio km, me desvié a la derecha, y crucé un profundo arroyo con alguna dificultad (‘ya empezamos’). Fui bordeando campos de cereales, ahora muy espigados, y me situé en un camino rural. Al cabo, vislumbré vagamente el sendero que asciende hacia el monte Utero por el oeste. No es sencillo encontrar el punto exacto donde tomarlo. Hay más vegetación de la que parecía. Tras varias tentativas, me ubiqué al fin en el (cuasi)sendero e inicié el ascenso. Éste también parecía ‘más liso y más llano’ desde lejos. Cerca de la cumbre, hay que caminar a ‘cuatro patas’. Estoy arriba; ¡uf!

Recorrí allí, ya cómodamente, el lomo que une el Utero (más al norte) y el San Mamés (al sur). Aún quedan repechos hasta la cima del primero. Las vistas son espectaculares, con el paisaje trajeado de verde y rojizo. (Ondeaba una gran bandera de colores, partidista y de plástico; la recogí con delicadeza; la naturaleza merece un trato respetuoso y universal). Volví los pasos hacia el collado de unión con el San Mamés. Hay que subir un poco más. Sin banderas; sólo una fina hierba verde, vivaces florecillas, y arbustos de pequeño tamaño. Realmente bonito. ¡Y qué decir de las cárcavas cuando miramos hacia abajo por la ladera! Me quedo un rato recreándome; complacido.

Toca bajar. Parecía fácil, pero en esta ruta nada es lo que aparenta. En la dirección debida, hacia el noroeste (hacia Cobos), la pendiente es muy inclinada y el suelo muy resbaladizo. Vuelvo a subir y cojo un sendero hacia el suroeste (Tobes y Rahedo). Se torna sinuoso y me aleja. Así que tengo que cruzar linderas y bordear campos crecidos durante un largo rato de incertidumbre e incomodidades (a eso he venido, ¿no?). Por fin localizo la pista que une Tobes con Cobos. Alivio. Me desvío a la derecha para ver el Humedal de Peñahueca; otro pequeño vergel. Luego, ya todo el camino es dócil. Entre laderas de flores primaverales.

La ruta es complicada en términos de orientación, como he avisado. No es sencillo encontrar la vía de acceso y ni la de regreso a/desde el Utero-San Mamés. Probablemente haya varias opciones, pero ninguna es evidente. La ruta también tiene cierta exigencia física, subiendo y bajando de las cumbres por las cárcavas, con terreno empinado e inestable. Asimismo, hay que ir preparado para ciertas molestias campo a través. No son ‘nada de otro mundo’; son parte de las asperezas de éste. Por cierto, las cárcavas son tan cautivadoras como engañosas; ¿como las sirenas?; sólo que las cárcavas son reales. En cualquier caso, la ruta se puede acortar algo.

En el inicio, poco después de dejar Cobos, crucé un arroyuelo. En medio del camino, a más de dos metros, veo un torpe caminante; se tambalea entre las piedrecillas. “Pero, ¿qué haces ahí, inocente?”. Lo cojo suavemente por el lomo. Patalea un poco. Lo deposito en el agua. Coletea vivaz un momento, antes de irse. Creo que era su forma de agradecer mi acto misericordioso: los cangrejos de río (¿aún quedan?) probablemente también tengan ‘su corazoncito’. La emoción del momento me bloqueó los reflejos para sacar unas fotos. Después de esa experiencia, estaba preparado para soportar estoicamente todas las incomodidades que vinieran.

Pero no fue la única andanza amable que reforzó mi complicidad con la naturaleza. Poco después, vi un corzo muy cerca, tras unos arbustos. Me detuve; se me quedó mirando (supongo que me veía, tan próximo). ¿Por qué no echó a correr inmediatamente? Cogí el teléfono muy…, muy despacio. Me dio tiempo para sacar un video rudimentario de 46 segundos antes de que arrancase (esta experiencia sí la he documentado). Más tarde, oí berridos en las faldas de los montes. Parecían ladridos de perro, pero eran corzos; que los vi correr; nerviosos (éstos no parecían darme las gracias; tampoco tenían por qué).

Sin desmerecer a la iglesia de Cobos junto a La Molina, la de su vecina La Molina de Ubierna (en realidad, forman parte del mismo municipio), me pareció merecedora de un pequeño desvío, ya en vehículo. Aunque terminada la ruta senderista, quise dejar plasmada fotográficamente esa iglesia como parte de esta excursión, en su cara de formación cultural; como complemento de los atractivos naturales de la comarca.

Hemos realizado varias rutas cercanas a la actual, con orografía compartida: Una, al este, ‘Los Rublacedos y la Ruta del Agua’ ( https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/los-rublacedos-y-la-ruta-del-agua-93890192 ). Otra, al suroeste, por el ‘Monte de la Serrezuela’ ( https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/monte-de-la-serrezuela-desde-penahorada-96246473 ). En ésta sufrimos una experiencia que, recordada, aún nos acelera el ritmo cardíaco (sin llegar al estrés postraumático…). Otra, al noroeste, ‘El desfiladero del río Homino’ ( https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/desfiladero-del-rio-homino-81420424 ). Y, una más, al sur, de Temiño a Tobes, que no sé si podré recuperar y hacerla pública con garantías. Todas ellas, apasionantes; tanto que tenemos una quinta en lista de espera.