Valle del Guadiaro. Atajate-Estación de Jimera de Líbar-Estación de Benaoján.

Serranía de Ronda. Valle del Guadiaro.

Atajate-Estación de Jimera de Líbar-Estación de Benaoján.

Ruta con los amigos del grupo Los Jubis, propuesta y guiada por Manuel Manzanares y Carmen Cabello, más que guías, amigos, de esos que cada vez que vas al monte te sorprenden haciéndote descubrir entornos como este.

Vamos camino de Atajate, el pueblo que goza de estar entre los Valles del Guadiaro y del Genal, a 745 metros sobre el nivel del mar. Junto a Salares, en la Axarquía Malagueña, son los pueblos con menos habitantes de la provincia.

La sensación de estar en la antesala del cielo es fácil sentirla en esta tierra, aún más si pruebas el mosto que elaboran. Una tradición muy arraigada entre los atajateños que lo elaboran de forma natural y lo ofrecen a los viajeros en la Fiesta del Mosto que celebran el último sábado de noviembre.

Desde Atajate bajamos por un precioso sendero hacia la Estación de Jimera de Líbar, a orillas del Guadiaro, bautizado como 'wad auro' en árabe, el "río de oro". Nace serrano en Ronda, en el paraje de La Indiana, y se hace marinero en el Mar de Alborán en Sotogrande.

Esta Estación es un hito en la historia del contrabando y el estraperlo en la comarca. En los años 40 las Matuteras, las mujeres que se dedicaban a estos menesteres, llevaban de contrabando desde Ronda a Gibraltar, sobre todo chacinas y desde el “Peñón” traían tabaco, azúcar, harina e incluso medicamentos. Nos cuentan que para poder librarse de los controles de la Fiscalía de Tasas y la Guardia Civil ofrecían “propinas” a modo de soborno, se ataban las bolsas con los productos de estraperlo bajo la ropa e incluso arrojaban las bolsas desde el tren en lugares concretos donde luego los recogían.

A partir de esta Estación seguimos a contracorriente la ribera del Guadiaro a través de un sendero en un entorno de gran belleza donde la mano del hombre sólo se hace notar en la línea férrea de Algeciras a Bobadilla.

Una sinfonía de colores con notas azules y verde agua; verdes encinas, chopos y quejigos; amarillos erguenes y blanca cal de Atajate y Benaoján, que contrastan con los grises de las cresterías que a lo lejos parecen escoltarnos hasta la Estación de Benaoján.

Hemos sentido, aún persiste; el placer de andar por un Valle donde la huella humana casi es nula; aún no se ha diseñado un jardín tan equilibrado como el que la Naturaleza nos ofrece y eso es algo que va más allá de la experiencia que supone la práctica del senderismo. Es toparse con ella y contigo mismo, es mi diván preferido.

Te lo presto en formato foto hasta que te decidas a recostarte en él…