Valle del Silencio desde Peñalba de Santiago

Empezamos la ruta de la Tebaida Berciana desde la carreta de entrada a Peñalba de Santiago, pueblo declarado conjunto histórico-artístico, el recorrido es circular (PR. LE-14) esta bien señalizado y transcurre por el fantástico y espiritual “Valle del Silencio” Se trata de uno de los enclaves naturales más hermosos de las montañas bercianas; de un apartado y silencioso lugar en el que se ubica la cueva a la que San Genadio (monje y obispo de Astorga) se retiró para entregarse a la meditación. Bajamos por las calles perfectamente empedradas y limpias de Peñalba. A la salida del pueblo encontramos dos estupendas fuentes y continuamos por un camino en descenso, entre prados y frondosas. Pasando el Arroyo del Aro (uno de los muchos que cruzamos), enlazamos con un sendero. Transitamos por el puente nuevo de madera que cruza el Arroyo del Silencio, y continuamos la senda entre robles, arbustos y retamas hasta llegar a un desvío (opcional) que se dirige a la cueva de San Genadio. La cueva está formada por una oquedad en una gran roca caliza de cara vertical, franqueada por una verja metálica que está abierta. En el interior encontramos un pequeño altar cubierto con paño blanco, con su atril, sus velas, flores y demás utensilios religiosos además de la imagen de San Genadio sosteniendo el báculo de obispo con su mano izquierda. Visitada la cueva, retrocedimos aproximadamente 1 km por el mismo sendero para retomar el camino que habíamos abandonado cuando nos desviamos. Continuamos la marcha atravesando caminos y sendas entre robledales y floridos brezos , con un fuerte desnivel que culmina en una planicie herbosa, situada la misma distancia de Peñalba y de San Pedro de Montes (según las señales, a 1 h y 15 min, en ambas direcciones). Allí encontramos unas piedras dispuestas en forma de gran espiral, incrustadas en la hierba rasa. Desde este punto teníamos unas fenomenales vistas de los montes Aquilianos, con sus cumbres todavía nevadas. Proseguimos ahora con una fuerte y larga bajada, atravesando una vaguada que nos llevaría a la pequeña cascada del Arroyo de Pico Tuerto. Cruzado éste, seguimos subiendo –ahora levemente–, hasta llegar a un punto desde el que divisamos una estupenda panorámica de San Pedro de Montes de Valdueza, enclavado en un bonito valle, con sus casas dispuestas en semicírculo entre verdes prados y su gran monasterio en ruinas al frente. Fundado por San Fructuoso en el siglo IX y concluido por San Valerio y San Genadio en el siglo XVIII, fue declarado Bien de Interés Cultural en 1931. En un montículo cercano también se puede ver un gran crucifijo de madera, construido con una rama de castaño en forma de Y clavada a un poste, igualmente de madera. A escasos metros se ve otro elemento –éste pudiera ser de metal– que parece imitar a un árbol podado con ramas muy cortas. Descendiendo entre viejos castaños, llegamos a San Pedro de Montes de Valdueza donde aprovechamos para comer a la sombra de la iglesia, Seguimos nuestra andadura saliendo por detrás del monasterio y tomando luego un camino carretero de lastras de pizarra, cruzamos algún que otro regato y llegamos a la Herrería de Montes . Aquí encontramos una carretera por la que hemos de transitar unos pocos metros, hasta encontrar una instalación de tratamiento de aguas. Desde allí, girando a la derecha, abandonamos la carretera, cruzamos una cancilla de la estación y, a través de una pasarela metálica pintada de verde, pasamos a la otra orilla sobre el Arroyo de Peñalba, siendo éste el punto más bajo de todo el recorrido. A partir de aquí comenzamos a hacer la ruta circular, tomando un bonito pero empinado sendero que nos lleva entre variada vegetación (robles, alisos, fresnos, álamos y castaños) y monte bajo. Este sendero pasa por los corrales de San Mateo(dos-tres casas abandonadas y en ruinas) y acaba desembocando –más adelante– en la carretera que seguiremos unos 700 m hasta llegar a Peñalba. En el margen de la carretera encontramos la última fuente, construida en piedra y con un largo abrevadero, y ya unos metros mas adelante llegamos hasta el pueblo, donde ahora si nos entretenemos un buen rato disfrutando de este maravilloso enclave, recorriendo admirados sus callejones y sus bonitos rincones.