Ruta de las bodegas de VALLELUENGO

Comenzamos nuestra ruta dando la espalda a la iglesia para enfilar hacia la Prazuela. La cruzamos y seguimos de frente por una calle que nos lleva a la salida del pueblo. Nos detenemos para ver una antigua chimenea que hace equilibrios para mantenerse en pie. Abandonamos el pueblo y nos internamos en el monte. Tomamos un desvío a la izquierda para visitar las bodegas excavadas en la tierra, hoy en día en desuso, pero con el encanto de las cosas de antes. Aunque se encuentran camufladas en el terreno, los grandes pinos que las custodian nos desvelan su ubicación.
Regresamos al camino inicial y entre encinas llegamos a un alto: estamos en la Raya, un paraje despejado desde el que se divisa la Sierra de la Cabrera. Giramos a la izquierda y continuamos ruta. Nos encontramos con un cruce de caminos y tomamos el de la derecha para descender hasta la ribera del río Negro, a la altura del viejo molino. Allí podemos ver las antiguas pasaderas, grandes piedras que atravesaban el río y hacían las veces de puente. Llegamos hasta el Pozo del Molino, un paraje de verde y agua en el que se unen los dos brazos del río Negro. Esta es una de las zonas de baño de Valleluengo. Encontramos la otra, el Pilo, río abajo. Nos acompaña en el camino el murmullo del río y el frescor de las praderas y los alisos.
Pasado el Pilo giramos a la izquierda hacia el monte, ascendiendo entre las encinas y, en el siguiente cruce, por el que ya habíamos pasado, retomamos el camino a la derecha. En la siguiente intersección tomamos de nuevo a la derecha y poco a poco llegamos a la entrada del valle de Valdiguicia (aunque nos queda a la izquierda, es buena idea desviarse diez minutos de nuestra ruta para disfrutar de ese paisaje encantado). Poco más allá de la entrada del valle ya se divisan las primeras casas de Valleluengo. Entramos en el pueblo por la Colaga del ti Luis, que nos lleva a la Prazuela y, de ahí, en dos minutos regresamos nuevamente al punto de partida.