VALLES DE MIRVA Y RABANAL PARTIENDO DE BURÓN.

CONOCEMOS LAS MONTAÑAS DE CASTILLA Y LEÓN.
Esta ruta se enmarca en el sector nororiental de la Montaña Leonesa. Todo este espacio natural de la provincia de León se encuentra integrado en el Parque Regional Montaña de Riaño y Mampodre y, por lo tanto, protegido por las leyes medioambientales vigentes.
Tengo que comenzar apuntando que no se trata de un itinerario de montaña propiamente dicho, más bien se trata de una cómoda y atractiva ruta de senderismo para disfrutar de estos paisajes montañosos.
El punto de partida habitual lo tenemos en el área recreativa de Mirva, en la carretera que nos conduce al puerto de Tarna. Nosotros optamos por salir desde la iglesia parroquial de S. Salvador de Burón.
Una vez en el área recreativa, la pista nos va introduciendo en el corazón en del valle de Mirva. Remontando el arroyo del mismo nombre, ahora completamente seco, caminaremos rumbo N hacia la cabecera del valle.
Durante el camino podemos identificar las formaciones geológicas de esta zona del parque, su interesante orografía y admirar los impresionantes hayedos que cubren las laderas y los pastizales, ya con una tonalidad amarillenta, sobre los que vamos avanzando.
En la cabecera del valle nos introducimos en un precioso hayedo para beneficiarnos de la suave temperatura que nos aportan sus árboles y de la observación de algunos ejemplares de gran porte. En algunos tramos la pista se pone un poco exigente por la inclinación del terreno para superar esos 200 m de altitud hasta el collado de Prao Llao.
Es digno de reseñar la existencia de viejos y recios robles que se yerguen entre las hayas y que nos ponen de manifiesto su antigüedad, grandiosidad, fortaleza y belleza. Algunos tienen un tronco que nada tienen que envidiar al de los famosos robles que tenemos por nuestra montañas del norte y que normalmente se denominan "roblones". La existencia de estos excelentes ejemplares nos hace pensar que aquí hubo un robledal que por diferentes circunstancias medioambientales fue colonizado y, con el tiempo, sustituido por el actual hayedo. Aún resisten el paso del tiempo con gran dignidad.
Una vez en el collado de Prao Llao podemos gozar con las vistas hacia la montaña de Riaño, el macizo del Mampodre, los Urrieles y el Cornión. A nuestros pies tenemos un atractivo valle donde se encuentra el pequeño pueblo de Retuerto.
Desde este collado continuamos la pista, ahora descendiendo, hacia E en dirección al pueblo mencionado. Llegado a un punto encontraremos unos indicadores que nos señalan las posibilidades que tenemos. Nosotros tomamos la pista de la derecha hacia Burón. Durante un pequeño tramo, hacia E, iremos subiendo aprovechando la frescura del hayedo. Posteriormente saldremos del bosque y ya con un rumbo SW caminaremos hasta el alto de Giesa, por zona de monte bajo dominada por las retamas. Hacia SE tenemos la sierra de Hormas sobresaliendo el conocido pico Pandial y el alto de Mura.
Superado el tramo de monte bajo nos volveremos a introducir en otro hayedo que forma parte de la cabecera del valle de Rabanal.
El descenso por el hayedo nos permite continuar disfrutando del bosque y de las melodías de los diferentes pájaros que podemos escuchar si caminamos en silencio.
Una vez en la parte baja del valle comprobamos que el arroyo de Rabanal también está seco. Las consecuencias del cambio climático ya las estamos sufriendo con mayor intensidad. Entendemos perfectamente el estado lamentable del embalse de Riaño y no entendemos tanto que en las horas del mediodía los aspersores estén regando campos de maíz y otros cultivos.
El valle de Rabanal tiene los mismos atractivos que el de Mirva. Al caminar hacia la montaña de Riaño, vamos contemplando durante gran parte del trayecto, el pico Yordas o Borín.
Al final de la pista tenemos la carretera y el pueblo. A pocos metros la iglesia y el fin de la ruta.
Este itinerario es fácil de seguir y permite disfrutar de este privilegiado entorno natural sin mucho esfuerzo.
Como siempre decimos, es importante estar en buena forma física e ir bien equipado. La montaña siempre exige un mínimo respeto y no confiarse en algunos tramos de los bosques por las hojas secas que cubren el suelo donde podemos resbalar.
La ruta merece la pena.