Valsurbio y los bosques mágicos de Hornalejo (Sierra del Brezo XVIII)

Ruta circular que llega a Valsurbio desde Camporredondo de Alba, pero haciéndola más extensa que la que es común y típica, usando el camino común para llegar a Valsurbio desde Camporredondo para regresar.

Desde Camporredondo de Alba, cojo el Camino de las Asturias, que va hasta Cervera de Pisuerga, paralelo al Arroyo del Valle de Santa Eufemia, prosiguiéndolo 5 kilómetros. Al llegar a un cruce de caminos, tomo dirección sur unos metros por una pista en ascenso y al cabo, se abre ante mi varios cruces. Sin tener muy claro la mejor opción hacia Valsurbio, opto por tomar el camino balizado por señales de BTT que atraviesa el bosque.
El bosque es precioso en el otoño avanzado en el que estamos. Es todo silencio y espesura, marrón y verde tocado aquí y allá por las marcas blancas de nieve que aún conserva de lo que cubrió todo hace unos días. La niebla ha bajado, o quizá aún no levantó, y se enreda en los tocones del suelo y en las ramas de los altos pinos. La humedad y el día son tremendamente bellos y el bosque te lleva a otra época en la cual estos parajes eran comunes y no excepcionales.
La dirección de las balizas marchan hacia Guardo y, en el mapa creo ver que se acercan en la dirección que quiero del camino que memoricé días atrás.
Lo prosigo varios kilómetros, hasta llegar a otro claro con varias direcciones posibles a seguir, pero, ahora sí, reconozco este cruce en el mapa que estudié en casa y prosigo, saliéndome de la pista balizada que sigue hacia Guardo y toma curva hacia la izquierda, cogiendo otra pista todo derecho, sabiendo que voy en la senda adecuada, dado que hay varias que se entrecruzan en este mágico bosque de Hornalejo, que parece no acabar nunca y que no quiero que lo haga.
En un momento, en una bajada, observo al otro lado del Arroyo de la Cárcaba, las únicas casas en pie de Valsurbio y ya solo queda dejarme conducir por el camino hasta el mágico pueblo, solo ruinas ahora excepto dos casas bonitas que han sido reconstruidas y son habitadas a temporadas por un par de audaces familias.

Como y descanso en un merendero a las afueras de las ruinas y dedico tiempo sin prisa a recorrer lo que queda de este antiguo pueblo, el de mayor altitud de la Montaña Palentina: calles que son prados, iglesia que solo es una espadaña, cementerio que tragó todas las tumbas no dejando sobresalir más que un par, muros sin techos, suelos con vigas y tejas y sensaciones de la gente que vivió y murió entre estas piedras y barro.

El camino de vuelta lo hago por el normal, por el Camino de Valsurbio, hasta llegar a Camporredondo de Alba, con una llovizna que siempre me pone contento.
Una ruta que hace que solo quieras volver otro día al mismo sitio, en otra época, en otra estación, para ver las ruinas llenas de barro y frío cubiertas de hierba y flores.