Vaupés-Colombia: Caminada Comunidad Morroco-Ascenso Cerro Way Reariku- Lancha Río Cananarí Buenos Aires/Pacoa

RUTA EXPLORATORIA
CAMINADA AL CERRO WAY REARIKU- LANCHA MORROCO-BUENOS AIRES
JUEVES 29 MARZO DE 2018

Éste fue le tercer día de una excelente excursión al interior de El Vaupés-Colombia
Los dos jornadas anteriores están registrado acá en wikiloc como Expedición al Raudal del Jirijirimo y Lancha Campamento Jirijirimo-Comunidad Morroco

Ese día saldríamos de la comunidad Indígena Morroco. Cruzaríamos el río en lancha, caminaríamos 5 km a la cumbre del cerro Way Reariku, haríamos un recorrido por el mismo, descenderíamos 6 km a Morroco para tomar la lancha que nos bajaría 24km por el Río Cananarí hasta Buenos Aires/Pacoa, centro de operaciones de la excursión.

Para llegar a Morroco hay que tomar avión Mitú- Buenos Aires/Pacoa (1 hora) y luego embarcarse en lancha durante dos horas río arriba por el Cananarí . Como éste recorrido lo hicimos el día anterior tuvimos la fortuna de pernoctar y compartir con ésta comunidad indígena que aún conserva su lengua y sus tradiciones.

En vista de que la comunidad está alejada de la civilización y hay dificultad para transportarse -y por ende para conseguir los artículos de primera necesidad-es recomendable llevar víveres como jabón, arroz, aceite y sal entre otros, para compartir con ellos. Nosotros colaboramos con cuadernos, morrales lapices y lapiceros para los pequeños estudiantes

La Maloka fue nuestro albergue. Cuando amaneció vimos, al frente, el Cerro Way Reariku que subiríamos ése día. Este cerro es en realidad un Tepuy en formación

Los Tepuys son una clase de mesetas especialmente abruptas, con paredes verticales y cimas relativamente planas características del escudo guayanés, principalmente en la zona de la Gran Sabana venezolana. Suele estar compuesto de cuarcitas y areniscas con algunos lechos delgados de pizarra. A lo largo del curso de la historia de la Tierra, la meseta se erosionó, y se formaron los tepuyes.

Estas montañas son las formaciones expuestas más antiguas en el planeta; su origen data del Precámbrico. Son un complejo entre la frontera norte del río Amazonas y el Orinoco, entre la costa Atlántica y el río Negro.

El nombre Tepuy proviene de una voz del idioma indígena pemón, que significa montaña o "Morada de los Dioses". Los tepuyes tienden a estar individualmente aislados en vez de formar parte de una cadena común. Esta característica frecuentemente los hace ser el ambiente en donde se desarrollan formas evolutivas únicas tanto animales como vegetales.

Sobre las cimas de estos tepuyes nacen ríos y gigantescas cataratas, siendo la más conocida el "Salto del Ángel", la cascada de agua dulce más alta del mundo ubicada en el Estado de Bolivar Venezuela

La vegetación de los tepuyes está expuesta a rigurosas condiciones climáticas que varían desde intensas precipitaciones a una elevada radiación solar en días despejados, unidos a fuertes vientos, escasez de nutrientes y bajas temperaturas. Por eso, gran parte de la flora tepuyana es endémica de estos parajes, y en general las plantas presentan notables modificaciones o adaptaciones para sobrevivir.

Estas particulares montañas han dado para todo inclusive para que El escritor escocés Arthur Conan Doyle en su novela "El mundo perdido", inspirada en el Tepuy Roraima; imaginara que en sus cimas habitaban enormes dinosaurios. ​

Algunas de estas formaciones aún no han sido holladas por el pie humano. Su fauna es muy diversa, destacando el oso hormiguero, el jaguar, la nutria gigante , el zorro, armadillos gigantes y los monos araguatos. Entre las aves, el águila arpía. el halcón palomero, la guacamaya enana y el colibrí. Entre los reptiles se encuentran: la tragavenado (Boa constrictor), la anaconda, la cuaima piña y numerosas especies de anfibios.

Hacia un tepuy en formación caminaríamos ésa mañana. Así que tras desayunar cruzamos el río en lancha y nos dispusimos a caminar. Pasamos por la chacra de la comunidad con sembrados de coca, yuca brava y tomate. Luego nos metimos definitivamente bajo el dosel de la selva.

Creería uno que está planeando pero en realidad va en un leve ascenso rumbo a ésta serranía de 5 kilómetros de largo y 500 metros de alto, que se ha convertido en el paraíso de las guacamayas.

En un punto se deja el falso plan y empieza una empinada subida. Desde ahí el ascenso hasta la cima tiene un recorrido aproximado de 3 kilómetros y se hace por pendientes pronunciadas que requieren de un buen estado físico y espíritu aventurero.

En vista de que arriba hay una especie de campamento, muchos aventureros aprovechan para pasar la noche en la cima del cerro. El que lo quiera hacer debe llevar todo y estar preparado para subirlo escalando por pasos técnicos y desgastante. Nosotros lo pensábamos realizar pero, en vista de algunas novedades en días anteriores, los planes iniciales cambiaron

Antes de llegar a la cima nos desviamos a mano izquierda para mirar en una de las varias cascadas que se desprender del cerro. A ésta le dicen Bota de Pescado o Pescadito y tiene de 60 mts de caída

Aunque se veía muy provocativa para bañarnos, decidimos continuar para alcanzar a hacer todo el recorrido.

En algunos puntos las guacamayas nos dieron su espectáculo y se dejaron ver volando, parlando, anidando y jugueteando al pie de los riscos

Seguimos por un duro ascenso rumbo a la cima. Arriba nos recibieron unas caprichosas formaciones rocosas que forman altas paredes con estrías y acabados redondos que parecen talladas. Las mismas forman especies de cavernas en las que, los lugareños, han hecho un artesanal campamento para brindar a los aventureros la posibilidad de dormir en éste espacio.

Reposamos un poco para luego caminar en busca del paisaje. Cruzamos el Tunel o Cueva del Tigre. Un paso entre oscuras piedras con algunos tramos extremos para llegar a "La Ventana del Mundo" y mirar el tapete de la infinita selva que se pierde en el horizonte adornada por ríos que serpentean tranquilos la planicie

Después descendimos por otro paso extremo para llegar al Mirador de las Guacamayas en donde nos seguimos deleitando con el "mar verde", como también se le dice a la selva

Sin demorarnos emprendimos el descenso ya que nuestros guías querían llevarnos a otra cascada y otras rocas en donde recientemente se encontraron pictogramas.

A estos dos lugares sólo muy pocos "civilizados" han llegado pues apenas hasta ahora están explorando ésa parte del cerro. Nosotros corrimos con la fortuna de hacerlo. Es por eso que ésta Ruta lleva el nombre de "Exploratoria"

Y sí que lo fue pues, como aún no hay trocha para llegar a esos lugares, tocó escalar, ayudarse de bejucos, sostenerse de troncos y hasta arrastrarse

En un punto del ascenso, el panorama se abrió y dejó ver abajo una delicada caída de agua abrazada a una gran pared de roca, rodeada de hermosas bromelias, sobre un espejo de agua color cobre. Un paisaje alucinante. Ante tanta belleza nos detuvimos un rato

Cruzamos el caudal de éste charco y emprendimos otro ascenso por piedras y tupida vegetación para llegar a los pictogramas. Esos que, por el paso del tiempo y la exposición a la intemperie, lucen desteñidos. Estas pinturas en piedra dan cuenta de la presencia de civilizaciones antiguas y de la riqueza arqueológica y antropológica de la zona

Tras verlas comenzamos el descenso en busca de la parte baja de la cascada Pescadito para tomar un refrescante baño y recobrar energías. Esta parte es sencillamente divina pues hay una serie de escalones que le dan un toque muy especial

Cayendo la tarde emprendimos de nuevo la caminada para acabar de llegar a Morroco después de haber recorrido ésta maravillosa montaña que nos ofreció de todo: selva, cascadas, charcos, cavernas, miradores y pictogramas

En Morroco empacamos morrales y subimos de nuevo a la lancha para bajar por el Río Cananarí

Por las impolutas aguas negras de éste tranquilo río navegamos durante dos horas para llegar a la comunidad de Buenos Aires/Pacoa.

Las aguas de éste caudal, cuyo nombre Cananarí significa Río Espejo, son oscuras porque tiene su nacimiento en las arenas cuarcíticas de la Serranía de Isibucuri. Tanto el caño principal como sus afluentes están muy poblados por numerosos grupos indígenas bastante vírgenes que, afortunadamente, han tenido poco contacto con la civilización.

Sus indígenas se dedican a la horticultura itinerante, la pesca, caza y recolección. Su economía está basada en una división del trabajo por géneros, que articula la vida de la familia y la comunidad. La pesca se practica por el hombre con caña y anzuelo, trampas o nasas, arco y flecha o arpón y además con barbasco, caso en el cual toda la familia participa en la recolección de los peces. Cazan pecarí, danta, venado, lapa, diversas especies de monos y aves.
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Las comidas y tradiciones están basadas en frutas como el basai. la pataba y el mingao, el ambil-esencia natural de tabaco y sal vegetal molida-, la Caguana y Manikuera, -almidón de yuca dulce o brava con frutas-, el Casabe-tortilla de yuca dulce-, el Ticupí y Caparamaají tradicional- el Maníl y el manbe -hoja de coca-

Algunas de estas tradiciones nos las contaron los chic@s del maravilloso grupo de apoyo que nos acompañó en ésta expedición.

Un paseo, que con los últimos rayos de luz, y tras 24 km en lancha, finalizó en Buenos Aires-Pacoa en donde pasamos la última noche en las selvas del Vaupés antes de regresar, en avión, a Mitú.