Veïnat de l'Esglesia (Sant Gregori) - Sant Grau (100 Cims FEEC) - Can Verdaguer - Font de Can Verdaguer - Riera de Llémena

Nos acercamos a la comarca del Gironés, concretamente hasta El Veïnat de l’Esglesia, que pertenece a la localidad de Sant Gregori, muy cerca de Girona.
Desde allí iniciamos la ruta que nos llevará a coronar Sant Grau, una modesta cima pero muy bonita y con muchas cosas interesantes durante el camino.
Desde el parking del cementerio comenzamos a caminar y cruzamos este pequeño núcleo urbano, destacando la Església Vella de Sant Gregori, la primavera ya se nota y los campos de cultivos nos reciben antes de empezar a subir esta montaña de Sant Grau.
Así que después de cruzar El Veïnat de l’Esglesia nos metemos por un sendero y poco a poco vamos remontando por sombríos senderos, una subida muy agradable y que aunque sabemos que estamos subiendo lo cierto es que en esta primera parte de la ruta no podemos ver nada del paisaje.
Cuando llegamos a unas torres eléctricas en lo que parece ser un cortafuegos de la montaña ya el sendero se abre y el sol va apretando, a partir de este momento vamos alternando pista con sendero y de vez en cuando ya podemos apreciar las vistas ten bonitas que vamos teniendo.
Así que en unos 3,5 Km y algo más de 400 Mtr. De desnivel positivo llegamos a la cima de Sant Grau, que consta de la Ermita de Sant Grau, las ruinas del Castell de Tudela y un vértice geodésico enoooorme que es inevitable subir.
Es una cima con muchas cosas bonitas e interesantes, que hacen que las grandes vistas que tiene casi pasen inadvertidas, dar una vuelta por las ruinas del Castell de Tudela, entrar en el interior de la Ermita de Sant Grau y subir a la parte superior de esta bonita ermita, por unas escaleras en la parte trasera que da acceso a un mirador con dos mesas de orientación que nos indican las montañas que estamos viendo.
Pero sin duda la estrella de la cima es el vértice, y no digo que sea más importante que la ermita o el castillo, pero si que supone todo un reto subir, está altísimo, y aunque hay escalones y buenos agarres para subir no todo el mundo que llegue hasta aquí se atreverá a llegar hasta arriba.
Pero merece la pena, desde arriba del vértice las vistas son espléndidas, las vistas alcanzan muy lejos, yo recomiendo subir, pero cada uno tiene que decidir si se ve con ánimo o prefiere verlo desde abajo, de todas formas la cima ya está hecha, no hace falta llegar hasta arriba del vértice.
Después de disfrutar de esta bonita cima ya bajamos y comenzamos la bajada junto a unas mesas de picnic para bajar por una bajada bastante pronunciada y pedregosa, la subida era más fácil que la bajada, hay que ir con cuidado, y más si estuviese mojado el terreno.
Pero llegamos a pista rápidamente y aprovechamos este tramo para trotar un poco ya que la bajada es este tramo es fácil y todo pista, se hace más ameno.
Llegamos a un punto donde abandonamos esta pista por la que estamos bajando al trote y cogemos otra hacia la derecha, esta pista parece más vieja y menos transitada, lo que le da un color verde más bonito, y poco después iniciamos otra bajada esta vez más pronunciada y por trialera más estrecha, habrá que llevar más cuidado pero nada difícil para gente acostumbrada a la montaña.
Una vez hemos bajado todo el desnivel salimos a terreno más abierto y pasamos junto a las ruinas de Can Verdaguer, una Masia anclada en el pasado, y poco más adelante unos campos preciosos de cultivos, hasta llegar a la curiosa Font de Can Verdaguer, cuya concentración de hierro hace que la riera que forma tenga un intenso color naranja, hay paneles informativos de la fuente, en ningún momento pone que no se pueda beber, pero a mí ni se me ocurriría, aunque si que me lavé las manos y estaba muy fresca, el color de la riera era muy bonito e intenso, como ya digo una fuente muy peculiar, con mucha agua a pesar de que en esta época no estamos muy sobrados.
Ya estamos muy cerca de la Riera de Llèmena, a la que llegamos después de pasar junto a unos preciosos campos de cultivo, la riera está con muchas agua, y los restos del antiguo Molí de Sant Gregori permanecen casi ocultos en este pequeño trocito de riera, el sonido del agua se agradece, que lugar tan agradable.
Ya solamente nos queda pasear junto a unas balas de paja perfectamente envueltas a modo de quesos enormes, si miramos atrás vemos en lo más alto la cima de Sant Grau.
Llegamos al Veïnat de l’Esglesia para finalizar esta bonita ruta, corta y con muchas cosas interesantes, nos ha encantado, hay que disfrutar de cualquier montaña, por modesta que sea.