Vértice geodésico Pericay (Lorca)
near Zarcilla de Ramos, Murcia (España)
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Trail photos
Itinerary description
La ruta perfecta: un sendero cómodo y bonito, a veces emboscado y otras abierto a grandes paisajes, y con un final más técnico que le da ese toque montañero perfecto para que la satisfacción sea aún mayor.
Arrancamos en el Collado del Carril, donde se sitúa una antena. Tomamos ese camino y enseguida giramos a la izquierda para incorporarnos al sendero que nos conducirá apaciblemente hasta la misma base del Pericay por su lado oeste.
Lo cierto es que cuando veía la mole a la que pretendía encaramarme dudaba que fuese viable hacerlo sin pasos complicados o expuestos. Y es que su silueta impone.
"No importa -me decía-, a las malas disfrutaré del sendero", que es realmente bonito. Y es que a los pocos minutos la senda empedrada se convierte en un balcón hacia la Sierra del Almirez, y ya en la curva hacia Valdeinfierno y un millón de cerros y sierras (Sagra incluida).
Como decía, el sendero alterna zonas de bosque cerrado con ventanas ocasionales a panorámicas excelsas. Además, la pendiente es tan suave que apenas la sentimos.
A nuestra izquierda dejaremos el Cerro del Carril y el Cerro del Corralón, ambos sugerentes y bonitos, y la senda desemboca en un ancho camino, pero no debemos seguir por él ni hacia arriba ni para abajo, sino seguir nuestra orientación justo enfrente, por donde el sendero vuelve a adentrarse en el pinar.
Sólo hay que seguirlo, no hay posibilidad de perderse. Es un paseo para disfrutar con sosiego.
Después de una larga recta en la que incluso descenderemos unos metros alcanzamos una curva de 180°, y en este punto tendremos, quizás, las mejores vistas de La Molata, el cinturón rocoso que domina frente a nosotros al otro lado del Cañón del río Luchena. La visión del cañón, cientos de metros por debajo, es de infarto.
Aquí empieza a incrementarse la pendiente, aunque sigue siendo perfectamente llevadera. Sólo quedan unos minutos para que acabe esta preciosa senda y tengamos que afrontar la verdadera conquista del Pericay. Desde aquí sigue pareciendo igual de inaccesible que cuando lo veíamos al principio.
Finaliza el sendero pero empiezan los hitos de piedra que nos guiarán hasta la cima. Ahora sí es un tránsito montañero, con pendientes importantes y un piso menos estable. No obstante está muy pisado y nunca hay sensación de peligro ni pasos expuestos, así que arañamos rápidamente los casi doscientos metros desnivel a salvar.
La parte final de la subida es una pedrera, sin dificultad pero que ralentiza nuestro avance. Alguna vez tendremos que usar las manos. Si miramos atrás veremos que es más vertical de lo que parece, ya que en realidad no es difícil progresar.
Al fin salimos a un pequeño rellano, y sólo un minuto nos separa del vértice geodésico. Trescientos sesenta grados de balcón natural a nuestra disposición. Prismáticos, una manzana y a disfrutar. Lo único malo es que no había buitres, lo cual es raro porque frecuentan este pico.
Imposible enumerar todo lo que se alcanza a ver. Además, muchas de las sierras aún son desconocidas para mi, sobre todo las almerienses. Lo que más me impresiona es toda esta sierra lorquina, desde el Gigante hasta aquí. Apenas le he dedicado tres días por el momento, y estoy deseando volver para explorar más y más.
Y mientras hago estos planes en mi cabeza decido empezar a bajar. Lo cierto es que estoy deseando descender hasta el sendero y quitarme la tensión de esta parte técnica, sobre todo en bajada, donde mi natural torpe es más evidente.
Sin embargo logro descender tranquilamente y sin la menor incidencia, a pesar de que la inclinación es importante, y casi sin enterarme ya estoy en el firme y estable sendero. Me esperan cuatro kilómetros y medio de paseo para rematar una ruta fantástica, de las que más he disfrutado. La ruta perfecta.
Arrancamos en el Collado del Carril, donde se sitúa una antena. Tomamos ese camino y enseguida giramos a la izquierda para incorporarnos al sendero que nos conducirá apaciblemente hasta la misma base del Pericay por su lado oeste.
Lo cierto es que cuando veía la mole a la que pretendía encaramarme dudaba que fuese viable hacerlo sin pasos complicados o expuestos. Y es que su silueta impone.
"No importa -me decía-, a las malas disfrutaré del sendero", que es realmente bonito. Y es que a los pocos minutos la senda empedrada se convierte en un balcón hacia la Sierra del Almirez, y ya en la curva hacia Valdeinfierno y un millón de cerros y sierras (Sagra incluida).
Como decía, el sendero alterna zonas de bosque cerrado con ventanas ocasionales a panorámicas excelsas. Además, la pendiente es tan suave que apenas la sentimos.
A nuestra izquierda dejaremos el Cerro del Carril y el Cerro del Corralón, ambos sugerentes y bonitos, y la senda desemboca en un ancho camino, pero no debemos seguir por él ni hacia arriba ni para abajo, sino seguir nuestra orientación justo enfrente, por donde el sendero vuelve a adentrarse en el pinar.
Sólo hay que seguirlo, no hay posibilidad de perderse. Es un paseo para disfrutar con sosiego.
Después de una larga recta en la que incluso descenderemos unos metros alcanzamos una curva de 180°, y en este punto tendremos, quizás, las mejores vistas de La Molata, el cinturón rocoso que domina frente a nosotros al otro lado del Cañón del río Luchena. La visión del cañón, cientos de metros por debajo, es de infarto.
Aquí empieza a incrementarse la pendiente, aunque sigue siendo perfectamente llevadera. Sólo quedan unos minutos para que acabe esta preciosa senda y tengamos que afrontar la verdadera conquista del Pericay. Desde aquí sigue pareciendo igual de inaccesible que cuando lo veíamos al principio.
Finaliza el sendero pero empiezan los hitos de piedra que nos guiarán hasta la cima. Ahora sí es un tránsito montañero, con pendientes importantes y un piso menos estable. No obstante está muy pisado y nunca hay sensación de peligro ni pasos expuestos, así que arañamos rápidamente los casi doscientos metros desnivel a salvar.
La parte final de la subida es una pedrera, sin dificultad pero que ralentiza nuestro avance. Alguna vez tendremos que usar las manos. Si miramos atrás veremos que es más vertical de lo que parece, ya que en realidad no es difícil progresar.
Al fin salimos a un pequeño rellano, y sólo un minuto nos separa del vértice geodésico. Trescientos sesenta grados de balcón natural a nuestra disposición. Prismáticos, una manzana y a disfrutar. Lo único malo es que no había buitres, lo cual es raro porque frecuentan este pico.
Imposible enumerar todo lo que se alcanza a ver. Además, muchas de las sierras aún son desconocidas para mi, sobre todo las almerienses. Lo que más me impresiona es toda esta sierra lorquina, desde el Gigante hasta aquí. Apenas le he dedicado tres días por el momento, y estoy deseando volver para explorar más y más.
Y mientras hago estos planes en mi cabeza decido empezar a bajar. Lo cierto es que estoy deseando descender hasta el sendero y quitarme la tensión de esta parte técnica, sobre todo en bajada, donde mi natural torpe es más evidente.
Sin embargo logro descender tranquilamente y sin la menor incidencia, a pesar de que la inclinación es importante, y casi sin enterarme ya estoy en el firme y estable sendero. Me esperan cuatro kilómetros y medio de paseo para rematar una ruta fantástica, de las que más he disfrutado. La ruta perfecta.
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