Vilariño-Grobas(29-01-2022)
near A Madalena, Galicia (España)
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Trail photos
Itinerary description
La ruta discurre en su totalidad por el Roteiro de Grobas, con la diferencia que empieza en la aldea de Vilariño, la cual atraviesa entre casas y pasa por un pequeño parque y a los pocos metros se desvía a la izquierda y llega a una cancilla que abre el paso a una pista de tierra que lleva a los primeros aerogeneradores en campo de Augabranca (km 2), en este punto, se puede ir a la derecha directamente a las Neveiras de Fixó o seguir recto hacia la Mamoa, siguiendo recto y después de pasar el tercer aerogenerador se desvía ala izquierda y a poca distancia se encuentra la Mamoa (difícil de distinguir por la maleza, esta delimitada por unas estacas de madera) a continuación enlaza con el desvío del camino que lleva a las Neveiras, de aquí llega a las Neveiras (km 3,3), situada a una de la otra a unos 75m, desde la segunda la ruta sigue a la derecha, y en el km 4,3 abandona la pista por la derecha rodeando el mirador de la Aldea de Grobas (si se sigue por la pista se ataja hacia el mismo mirador se baja directamente a la aldea de Grobas), este camino en pendiente hacia la derecha lleva hasta una torre eléctrica desde donde por unas escaleras de madera se accede al mirador (km 5) a 500m de este punto llega a la pista abandonada en el km 4,3 (atajo anterior) y desde aquí empieza un descenso bastante pronunciado al principio (hay que tener cuidado ya que hay huecos creados por el agua, cubiertos por la maleza y son estrechos y bastante profundos), el camino discurre pegado por una senda arbolada pegada a un pequeño rio que nos lleva directamente a Grobas (km 6,6), el pueblo esta rodeado por dos pequeños regatos (de agua muy clara) que se juntan en la parte baja después de atravesar un puente de piedra se llega a las primeras casas (todas en ruinas) la pista rodea las casas y en un pequeño alto a la derecha está el refugio.
Información sacada de La voz de Galicia 29/01/2016
Hace casi medio siglo que no vive un alma en Grobas (Forcarei). En el pasado la extracción de estaño y la venta de carbón de roble hicieron de Grobas una aldea próspera. Pero la luz y el asfalto nunca llegaron y la vida se fue apagando en un pueblo perdido en mitad de la Serra do Candán. La civilización estaba a cinco kilómetros monte arriba. Y cinco kilómetros son demasiados para ir a diario a la escuela o para llevar a un muerto al cementerio. En 1969 se fue la última familia y la aldea quedó abandonada oficialmente.
Sin embargo, en pleno siglo XXI, la aldea ha vuelto a la vida. Paradójicamente, la ausencia de vías de comunicación que condenó a muerte a Grobas se ha solucionado con la construcción del parque eólico del Candán. La pista que conduce al último aerogenerador deja al explorador a tiro de piedra de la aldea. El camino restante es empinado, pero el esfuerzo vale la pena.
Por eso ahora senderistas y amantes de la naturaleza peregrinan allí buscando la paz absoluta de la que otros huyeron. Cuando llegan, muchos se sorprenden al ver una bandera amarilla que destaca entre el paisaje virgen del valle. Señala un refugio que algún filántropo se encarga de equipar para que quienes llegan a Grobas tengan siempre un hogar donde cobijarse.
Cerillas, aceite y otros productos básicos. El inmueble es precario, pero para quien no necesite lujos está listo para entrar a vivir. En las alacenas pueden encontrarse tazas, platos, ollas y cubiertos. También productos básicos. Hay cerillas, sal, aceite y vinagre y hasta cacao. Quien haya dispuesto todo sabe lo que hace falta para sobrevivir en una casa.
Un refugio con bandera amarilla. La aldea abandonada de Grobas está perdida en la Serra do Candán. Se esconde en un valle fértil protegido por el alto de San Benito y el Monte Coco. Desde 1969 es una aldea fantasma, pero una bandera amarilla conduce al visitante curioso a un refugio que alguien se ocupa de mantener en medio de la nada.
Mobiliario sencillo pero práctico. En el interior de la cabaña -abierta siempre al forastero- hay varias mesas y bancos construidos con rústicos tablones de madera. No son muebles de diseño, pero son una buena alternativa para descansar o tomar un tentempié.
Velas, leña y parrilla para cocinar. El refugio no tiene luz, pero a cambio ofrece velas para iluminar la estancia y leña para hacer fuego. Por si alguien se lleva comida o es capaz de cazar algo en la sierra, también hay una parrilla y hasta trinchadores de carne.
Ocho normas que cumplir. A cambio del alojamiento gratuito, solo se pide un poco de civismo: fregar la loza, llevarse la basura, cerrar la puerta al marchar o no robar nada.
Después de visitar el pueblo el camino empieza una subida hacia la Serra do Candan, no sin antes atravesar un pequeño pero caudaloso riachuelo cuyo cruce se dificulta si las rocas por las que se cruza están resbaladizas (en este punto la profundidad es superior a metro y medio, medido con el bastón), a partir de aquí la subida es bastante pendiente con alguna zona de trepada (se suben 300 m en una distancia de 400m), ya en la parte alta (al lado de otra torre de alta tensión), el camino se desvía a la izquierda por un estrecho sendero que en descenso nos lleva a la aldea de Ameixedo (km 9,9) desde aquí, la subida a Monte Coco de 2 km la subida se hace larga (a mitad de camino esta el Mirador), una vez en la parte mas alta de la ruta quedan 4 km que discurren por pistas anchas y en descenso con mayor o menor pendiente y ya a 600m enlaza con el camino por el que inicia la ruta.
Información sacada de La voz de Galicia 29/01/2016
Hace casi medio siglo que no vive un alma en Grobas (Forcarei). En el pasado la extracción de estaño y la venta de carbón de roble hicieron de Grobas una aldea próspera. Pero la luz y el asfalto nunca llegaron y la vida se fue apagando en un pueblo perdido en mitad de la Serra do Candán. La civilización estaba a cinco kilómetros monte arriba. Y cinco kilómetros son demasiados para ir a diario a la escuela o para llevar a un muerto al cementerio. En 1969 se fue la última familia y la aldea quedó abandonada oficialmente.
Sin embargo, en pleno siglo XXI, la aldea ha vuelto a la vida. Paradójicamente, la ausencia de vías de comunicación que condenó a muerte a Grobas se ha solucionado con la construcción del parque eólico del Candán. La pista que conduce al último aerogenerador deja al explorador a tiro de piedra de la aldea. El camino restante es empinado, pero el esfuerzo vale la pena.
Por eso ahora senderistas y amantes de la naturaleza peregrinan allí buscando la paz absoluta de la que otros huyeron. Cuando llegan, muchos se sorprenden al ver una bandera amarilla que destaca entre el paisaje virgen del valle. Señala un refugio que algún filántropo se encarga de equipar para que quienes llegan a Grobas tengan siempre un hogar donde cobijarse.
Cerillas, aceite y otros productos básicos. El inmueble es precario, pero para quien no necesite lujos está listo para entrar a vivir. En las alacenas pueden encontrarse tazas, platos, ollas y cubiertos. También productos básicos. Hay cerillas, sal, aceite y vinagre y hasta cacao. Quien haya dispuesto todo sabe lo que hace falta para sobrevivir en una casa.
Un refugio con bandera amarilla. La aldea abandonada de Grobas está perdida en la Serra do Candán. Se esconde en un valle fértil protegido por el alto de San Benito y el Monte Coco. Desde 1969 es una aldea fantasma, pero una bandera amarilla conduce al visitante curioso a un refugio que alguien se ocupa de mantener en medio de la nada.
Mobiliario sencillo pero práctico. En el interior de la cabaña -abierta siempre al forastero- hay varias mesas y bancos construidos con rústicos tablones de madera. No son muebles de diseño, pero son una buena alternativa para descansar o tomar un tentempié.
Velas, leña y parrilla para cocinar. El refugio no tiene luz, pero a cambio ofrece velas para iluminar la estancia y leña para hacer fuego. Por si alguien se lleva comida o es capaz de cazar algo en la sierra, también hay una parrilla y hasta trinchadores de carne.
Ocho normas que cumplir. A cambio del alojamiento gratuito, solo se pide un poco de civismo: fregar la loza, llevarse la basura, cerrar la puerta al marchar o no robar nada.
Después de visitar el pueblo el camino empieza una subida hacia la Serra do Candan, no sin antes atravesar un pequeño pero caudaloso riachuelo cuyo cruce se dificulta si las rocas por las que se cruza están resbaladizas (en este punto la profundidad es superior a metro y medio, medido con el bastón), a partir de aquí la subida es bastante pendiente con alguna zona de trepada (se suben 300 m en una distancia de 400m), ya en la parte alta (al lado de otra torre de alta tensión), el camino se desvía a la izquierda por un estrecho sendero que en descenso nos lleva a la aldea de Ameixedo (km 9,9) desde aquí, la subida a Monte Coco de 2 km la subida se hace larga (a mitad de camino esta el Mirador), una vez en la parte mas alta de la ruta quedan 4 km que discurren por pistas anchas y en descenso con mayor o menor pendiente y ya a 600m enlaza con el camino por el que inicia la ruta.
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