Vilassar de Mar R1-Montcabrer-Castell de Burriac 100 Cims-Cabrera Vilassar R1
near Vilassar de Mar, Catalunya (España)
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Trail photos
Itinerary description
La calificación de la ruta como difícil, corresponde al sendero de subida a Montcabrer, resbaladizo,pedregoso y poco visible, y al tramo fuera de sendero desde la Cova de les Encantades hasta la Creu, en el que se trepa entre rocas. Además en el sendero de subida desde El Monòlit hasta el Castell de Burriac, es necesario usar manos y pies en muchas ocasiones. El resto del recorrido discurre por pista, senderos y cemento en las zonas urbanas.
Hemos de confesar un cierto fracaso en nuestro intento de visitar las Coves de Montcabrer, a pesar de ser previsores y llevar referencias de sobra para localizarlas. Existe mucha discrepancia entre tracks, situando la misma cueva en zonas muy diferentes y bastante separadas. La Cova de les Encantades, que pudimos visitar, es visible en la distancia a simple vista y dado que la ladera de la montaña, aunque pelada y pedregosa, permite caminar por donde se quiera, con mayor o menor esfuerzo, llegamos a ella sin titubear. A partir de aquí trepamos entre rocas para intentar llegar a los puntos de referencia de las otras dos sin éxito. Como nuestra prioridad no era localizarlas, optamos por aceptar el fracaso del intento y seguir adelante. Ya a la entrada del sendero de subida, una paseante con perro nos avisó de que ella se había caido dos veces en la bajada, por lo que es aconsejable extremar las precauciones si se hace de bajada, y evitar esta zona en caso de lluvia en cualquier caso. Mientras estabamos trepando, una pareja de atléticos corredores, padre e hijo, nos preguntaron desde lejos por las cuevas, y ya en la cima confesaron haber localizado, gracias a nuestras indicaciones, sólo la misma que nosotros. También en la cima, vivimos unos momentos de tensión, cuando otro paseante con perro empezó a llamar al suyo, algo nervioso y preocupado, porque hacía rato que no lo veía y no acudía a las llamadas. Felizmente volvió al cabo de un rato meneando la cola, y su dueño lo ató enseguida con la correa para evitar más sobresaltos. Enviadas fotos de recuerdo a nuestro lejano compañero, y deseos de pronta recuperación al lesionado, nos pusimos en camino. Desde la Creu hasta la pista nos cruzamos con varias personas que habían acometido la subida por la parte algo menos exigente. Aunque la persistente neblina sigue arraigada, pudimos disfrutar de amplias panorámicas en 360º tanto del litoral como de la Serralada. La aproximación al castillo nos pareció un plácido paseo, hasta llegar el citado sendero de subida,que aunque menos exigente, nos obligó a superar los escalones rocosos con cierto esfuerzo. En la cumbre se nos ofreció una escena bucólica y atemporal. Senderistas, durmientes y una joven pareja, disfrutaban del sol apaciblemente con cierto aire de indolencia, sin apresuramiento, como si se hubiera detenido el tiempo. Aunque levemente contagiados de la cálida atmósfera, subyugados por el hechizo del enclave, reanudamos el caminar después de liberarnos de la molicie. En la bajada no pudimos por menos que recordar como, en una lejana visita en que subimos por este lado, un grupo de niños nos pasó corriendo, entre risas y alboroto, mientras nosotros eramos todo sudor y resoplidos, bendita juventud. Un breve tramo de terroso sendero , alternando con pista, nos conduce hasta Cabrera de Mar, donde el asfalto ya no nos abandonó hasta el punto final.
Hemos de confesar un cierto fracaso en nuestro intento de visitar las Coves de Montcabrer, a pesar de ser previsores y llevar referencias de sobra para localizarlas. Existe mucha discrepancia entre tracks, situando la misma cueva en zonas muy diferentes y bastante separadas. La Cova de les Encantades, que pudimos visitar, es visible en la distancia a simple vista y dado que la ladera de la montaña, aunque pelada y pedregosa, permite caminar por donde se quiera, con mayor o menor esfuerzo, llegamos a ella sin titubear. A partir de aquí trepamos entre rocas para intentar llegar a los puntos de referencia de las otras dos sin éxito. Como nuestra prioridad no era localizarlas, optamos por aceptar el fracaso del intento y seguir adelante. Ya a la entrada del sendero de subida, una paseante con perro nos avisó de que ella se había caido dos veces en la bajada, por lo que es aconsejable extremar las precauciones si se hace de bajada, y evitar esta zona en caso de lluvia en cualquier caso. Mientras estabamos trepando, una pareja de atléticos corredores, padre e hijo, nos preguntaron desde lejos por las cuevas, y ya en la cima confesaron haber localizado, gracias a nuestras indicaciones, sólo la misma que nosotros. También en la cima, vivimos unos momentos de tensión, cuando otro paseante con perro empezó a llamar al suyo, algo nervioso y preocupado, porque hacía rato que no lo veía y no acudía a las llamadas. Felizmente volvió al cabo de un rato meneando la cola, y su dueño lo ató enseguida con la correa para evitar más sobresaltos. Enviadas fotos de recuerdo a nuestro lejano compañero, y deseos de pronta recuperación al lesionado, nos pusimos en camino. Desde la Creu hasta la pista nos cruzamos con varias personas que habían acometido la subida por la parte algo menos exigente. Aunque la persistente neblina sigue arraigada, pudimos disfrutar de amplias panorámicas en 360º tanto del litoral como de la Serralada. La aproximación al castillo nos pareció un plácido paseo, hasta llegar el citado sendero de subida,que aunque menos exigente, nos obligó a superar los escalones rocosos con cierto esfuerzo. En la cumbre se nos ofreció una escena bucólica y atemporal. Senderistas, durmientes y una joven pareja, disfrutaban del sol apaciblemente con cierto aire de indolencia, sin apresuramiento, como si se hubiera detenido el tiempo. Aunque levemente contagiados de la cálida atmósfera, subyugados por el hechizo del enclave, reanudamos el caminar después de liberarnos de la molicie. En la bajada no pudimos por menos que recordar como, en una lejana visita en que subimos por este lado, un grupo de niños nos pasó corriendo, entre risas y alboroto, mientras nosotros eramos todo sudor y resoplidos, bendita juventud. Un breve tramo de terroso sendero , alternando con pista, nos conduce hasta Cabrera de Mar, donde el asfalto ya no nos abandonó hasta el punto final.
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