Vilchez: Cuevas de Espeluca, Petroglifos y castillo de Giribaile.
near Los Escuderos, Andalucía (España)
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Trail photos
Itinerary description
Esta ruta transcurre en el Término Municipal de Vilches (Jaén), entre los ríos Guadalimar y Guadalen, cerca del embalse del Guadalen y en las inmediaciones del embalse del Giribaile. En este paraje, donde los primeros asentamiento humanos se remontan al II milenio antes de Cristo, se pueden ver prácticamente al mismo tiempo, incluso superpuestos, restos de un antiguo poblado iberos con su muralla derruida, cuevas excavadas en la roca al parecer visigoda, excavaciones de diferentes época, y como no, el castillo de época musulmana.
ACCESO: Por la carretera que va de Linares a Arquillos, una vez pasado el cruce de Guadalen giramos a la derecha por un camino terrizo pero de buen firme, a un kilómetro aproximadamente, en un cruce de camino, hemos aparcado el coche.
Iniciamos la marcha por el carril de la derecha, nuestra intención era dejar pronto el camino y girar a la derecha para subir directamente al Castillo de Giribaile, pero unos disparos de cazadores y la valla existente nos hizo cambiar de opinión y continuamos por el camino, dejando para el castillo para el regreso.
Caminando unos dos o tres kilómetros entre olivares y prácticamente al borde del pantano del Giribaile, hasta llegar a otro cruce señalizado, con un camino recto y en ascenso que sube directamente primero a un mirador, que pudo ser una era, y después a las primeras casas cuevas. Se tratan de cuevas adaptadas para el uso, a las que se le añadieron muros y otras construcciones, que la hicieron más habitables, hoy en ruina. Nos llamó la atención la conducción de agua existente en la parte posterior, tipo canal o acequia escavada en la roca, que se extiende por las diferentes casas-cuevas, que además de suministraba el agua, haría las delicias de sus habitantes como fresquera.
Continuamos por las faldas de la formación rocosa, visitando el resto de las muchas cuevas existente, de distintas formas y tamaños, siendo las más curiosas y con mejor accesibilidad las cuevas de Espelucas. Estas tenían originariamente forma de T y al parecer pudo tratarse de una iglesia u oratorio visigodo, con celdas para sus monjes. Con posterioridad se han realizados muchas modificaciones para comunicarlas entre sí o separarlas, según el uso dado al lugar en las diferentes épocas, como refugio o viviendas para el hombre, o aprisco para el ganado.
Justo al lado de estas cuevas, existen unas escaleras excavadas en la roca, muy erosionadas, por las que cuidadosamente salvamos la pared y accedimos a la parte alta, una impresionante meseta que constituyo el oppidum iberico, que llegó a albergar una ciudad fortificada de una superficie aproximada de 18 hectáreas, con vistas espectaculares.
Una vez recuperadas las fuerzas paseamos por los restos de la muralla, tambien ibérica de unos 200 metros de longitud y al parecer unos 10 metros de alturas, aunque en la actualidad solo se aprecia una hilera de escombros sobre ella.
A continuación llegamos al punto geodésico (520 metros) para después seguir en dirección a la balsa circular construida para el riego, cruzamos la alambrada por su parte final de la derecha, pasamos por el lado de la balsa y continuamos hasta localizar la primera piedra hueca grande, y después un poco más adelante la pequeña. Se tratan de dos curiosas piedras de granitos, ambas de forma semicircular en las que existen excavadas sendas cavidades, en la parte superior disponen de un sistema de canalillos para recoger el agua de lluvia y concentrarla en una especie de cuenco en su base. Sobre su origen existen dudas: Algunos opinan que han sido excavadas por el hombre, pero dada la dureza del granito y su perfección, yo apuesto por los que piensan que se formaron como consecuencia de un fenómeno denominado erosión diferencial en la arenisca (granito). En su interior, aunque poco visibles, existen unos signos gravados con motivos cruciformes denominados petroglifos. Por definición los petroglifos son diseños simbólicos grabados en las rocas, realizados desgastando su capa superficial, muchos fueron realizados en el periodo neolítico, aunque los que nos ocupan no parecen estar lo suficientemente datados.
Volviendo sobre nuestros pasos, cruzamos toda la meseta, pasando por dos excavaciones abandonadas, hasta llegar al castillo de Giribaile. Se trata de una fortificación ubicada en el extremo norte de la meseta; desde el que se podía dominar buena parte de la comarca, así como los pasos naturales que lo rodean. Fue construido con argamasa a partir de la invasión musulmana en el siglo IX y reforzado en el XII, en el año 1227 fue entregado al rey Fernando III el Santo. En la actualidad siguen en pies dos torres de tapial, un aljibe y un trozo de muralla, todo en pésimo estado de conservación y abandono.
Para terminar la ruta, solo nos queda bajar más o menos directo al camino y después al coche, aunque sin sendero definido, yo aconsejo hacerlo más a la izquierda de lo que marcamos nosotros, seguro que hay una vereda que nosotros no vimos.
En resumen, un día perfecto de senderismo, realizado en un paraje de mucha historia.
ACCESO: Por la carretera que va de Linares a Arquillos, una vez pasado el cruce de Guadalen giramos a la derecha por un camino terrizo pero de buen firme, a un kilómetro aproximadamente, en un cruce de camino, hemos aparcado el coche.
Iniciamos la marcha por el carril de la derecha, nuestra intención era dejar pronto el camino y girar a la derecha para subir directamente al Castillo de Giribaile, pero unos disparos de cazadores y la valla existente nos hizo cambiar de opinión y continuamos por el camino, dejando para el castillo para el regreso.
Caminando unos dos o tres kilómetros entre olivares y prácticamente al borde del pantano del Giribaile, hasta llegar a otro cruce señalizado, con un camino recto y en ascenso que sube directamente primero a un mirador, que pudo ser una era, y después a las primeras casas cuevas. Se tratan de cuevas adaptadas para el uso, a las que se le añadieron muros y otras construcciones, que la hicieron más habitables, hoy en ruina. Nos llamó la atención la conducción de agua existente en la parte posterior, tipo canal o acequia escavada en la roca, que se extiende por las diferentes casas-cuevas, que además de suministraba el agua, haría las delicias de sus habitantes como fresquera.
Continuamos por las faldas de la formación rocosa, visitando el resto de las muchas cuevas existente, de distintas formas y tamaños, siendo las más curiosas y con mejor accesibilidad las cuevas de Espelucas. Estas tenían originariamente forma de T y al parecer pudo tratarse de una iglesia u oratorio visigodo, con celdas para sus monjes. Con posterioridad se han realizados muchas modificaciones para comunicarlas entre sí o separarlas, según el uso dado al lugar en las diferentes épocas, como refugio o viviendas para el hombre, o aprisco para el ganado.
Justo al lado de estas cuevas, existen unas escaleras excavadas en la roca, muy erosionadas, por las que cuidadosamente salvamos la pared y accedimos a la parte alta, una impresionante meseta que constituyo el oppidum iberico, que llegó a albergar una ciudad fortificada de una superficie aproximada de 18 hectáreas, con vistas espectaculares.
Una vez recuperadas las fuerzas paseamos por los restos de la muralla, tambien ibérica de unos 200 metros de longitud y al parecer unos 10 metros de alturas, aunque en la actualidad solo se aprecia una hilera de escombros sobre ella.
A continuación llegamos al punto geodésico (520 metros) para después seguir en dirección a la balsa circular construida para el riego, cruzamos la alambrada por su parte final de la derecha, pasamos por el lado de la balsa y continuamos hasta localizar la primera piedra hueca grande, y después un poco más adelante la pequeña. Se tratan de dos curiosas piedras de granitos, ambas de forma semicircular en las que existen excavadas sendas cavidades, en la parte superior disponen de un sistema de canalillos para recoger el agua de lluvia y concentrarla en una especie de cuenco en su base. Sobre su origen existen dudas: Algunos opinan que han sido excavadas por el hombre, pero dada la dureza del granito y su perfección, yo apuesto por los que piensan que se formaron como consecuencia de un fenómeno denominado erosión diferencial en la arenisca (granito). En su interior, aunque poco visibles, existen unos signos gravados con motivos cruciformes denominados petroglifos. Por definición los petroglifos son diseños simbólicos grabados en las rocas, realizados desgastando su capa superficial, muchos fueron realizados en el periodo neolítico, aunque los que nos ocupan no parecen estar lo suficientemente datados.
Volviendo sobre nuestros pasos, cruzamos toda la meseta, pasando por dos excavaciones abandonadas, hasta llegar al castillo de Giribaile. Se trata de una fortificación ubicada en el extremo norte de la meseta; desde el que se podía dominar buena parte de la comarca, así como los pasos naturales que lo rodean. Fue construido con argamasa a partir de la invasión musulmana en el siglo IX y reforzado en el XII, en el año 1227 fue entregado al rey Fernando III el Santo. En la actualidad siguen en pies dos torres de tapial, un aljibe y un trozo de muralla, todo en pésimo estado de conservación y abandono.
Para terminar la ruta, solo nos queda bajar más o menos directo al camino y después al coche, aunque sin sendero definido, yo aconsejo hacerlo más a la izquierda de lo que marcamos nosotros, seguro que hay una vereda que nosotros no vimos.
En resumen, un día perfecto de senderismo, realizado en un paraje de mucha historia.
Waypoints
Comments (1)
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Information
Easy to follow
Scenery
Moderate
Gracias por el track.
Solo avisar que la bajada desde castillo te mete en una parcela privada (técnicamente)