56. Villagonzalo, Renuncio, y Villacienzo

INDICE IBP de Dificultad de la Ruta

Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/

El resultado del análisis IBP es de 41 (para Senderismo): dificultad 'Fácil' para una preparación física 'Media'.

El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 200 metros (superior al que estima Wikiloc).


Aprovechando un desplazamiento a la zona industrial al sur de la ciudad de Burgos, decidí visitar tres pueblos de la zona: Villagonzalo Pedernales, Renuncio, y Villacienzo.

El terreno llano del trayecto permitía un caminar brioso para “oxigenarse”. El hecho de que el paisaje no prometiera alicientes extraordinarios en esta época del año dejaba a las poblaciones en sí como el objetivo prioritario. Daba algo de tristeza ver los sembrados brotando (diríase que boqueando) a duras penas, debido a la prolongada falta de lluvias. Aun así, el entorno fue generoso.

Es una ruta de ida y vuelta (desde la mencionada zona industrial hasta Villacienzo, en su extremo), si bien con algunas variantes circulares en su parte más alejada. Se pueden hacer más variaciones, pero yo no disponía de tiempo extra para ellas. La mitad del recorrido lo hice por carretera; el resto, por caminos rurales o senderos (con algo de campo a través), y callejeando por los propios pueblos. Las dificultades de orientación son bajas. Es casi llana y con poca exigencia física.

VILLAGONZALO PEDERNALES

El núcleo antiguo de Villagonzalo ha quedado en la parte posterior (según se mire) de una gran zona residencial moderna. Tiene atractivo aquél, con el sabor de la meseta, reconcentrado y altivo en su austeridad. Con una iglesia de aspecto firme y a la vez esbelta. Me sorprendió y agradó también un precioso mural sobre los afanes del campo; alma, sin duda, de estas tierras.

No puedo dejar de mencionar la afabilidad de las gentes de todos estos pueblos; desde luego así fue con las que yo tuve la fortuna de cruzarme. Al igual que en las otras dos poblaciones, en Villagonzalo intercambié unas palabras con algunos lugareños. Los casos los vecinos siempre se mostraron solícitos; parecían contentos de que un foráneo les visitase con interés.

A este respecto, no se me olvidará algo. Me acerqué a una mujer y un hombre que conversaban en la calle. Les pregunté si iba en la buena dirección hacia Renuncio. Los dos querían ayudar. La mujer 'se impuso': “mira, tiras por ahí (señaló con la mano) hasta *mi* casa y después giras por un camino a la izquierda”. … Pero era mi primera vez en el pueblo; ‘dónde diantres estaría su casa’(?!). No se lo dije, pero debí dar con ella sin saberlo, porque enseguida encaminé mis pasos (…y llegué) a Renuncio.

EN CAMINO A RENUNCIO

El entorno paisajístico desde Villagonzalo a Renuncio es más tentador que el tramo desde el origen de la ruta hasta el primer pueblo. Hay cada vez más naturaleza: varios arroyos (secos) con cañaverales o cañizales, un pequeño río (con agua), y algunos árboles (pocos y desnudos). Pero lo que llena nuestra visión es la inmensidad de los sembrados con sus tímidos brotes herbáceos, y las áridas lomas grises.

Del pueblo de Renuncio, siempre dentro de su austeridad, me llamó la atención muy especialmente su coqueta Plaza Mayor (placita, más bien, por el tamaño). Parece recogida sobre sí misma, con apenas tres estrechas boca-calles de acceso; linda de verdad. Tanto que a la vuelta volví a entrar en el pueblo, aunque tenía previsto otro itinerario; sólo para grabar un video sobre ella.

También gentes amables, y animales amistosos, en Renuncio. Los perros, juguetones. Los gatos, observadores tranquilos. A la entrada del pueblo, se me acercaron curiosas dos yeguas (creo). Dos personas, quizá por verme vestido de caminante desubicado, me preguntaron al pasar: “¿Piensa ir por la carretera hasta Villacienzo? Mejor coja un camino que va por allí y allá…”). … Y resultó ser una estupenda elección.

VILLACIENZO

Ya en Villacienzo, destaca su amplia plaza, con jardines arbolados y una fuente de piedra; con la iglesia en uno de sus lados y las vistosas plantas en la base del frontal de ésta. También está su río chico, que baja de Renuncio, con su chiquito puente de madera. Todo bonito; sin fuegos de artificio, pero bonito, dentro de la sobriedad del lugar.

En lugar de volver por el mismo trayecto, un vecino me aconsejó hacerlo campo-a-través por el norte, donde encontraría alguna sorpresa. Inteligente psicólogo él, no me dijo qué encontraría; y yo (remedo de psicólogo) quise quedarme con la intriga hasta verlo. Y, sí, fue una impactante sorpresa; con calado mental y emocional.

En la loma de un cerro (a 1 km de Villacienzo) me di de bruces con una especie de Monte Calvario. Había tres cruces con grandes troncos de madera (casi 4 metros de altas...). Una estaba caída; las otras dos, alzadas. Las tres conservaban unos clavos en los extremos de los brazos y un apoyo para los pies más de 1 metro por encima de la base.

Estaban encaradas hacia el valle, hacia Villacienzo. Era fácil imaginar la finalidad del escenario; supongo que durante la Semana Santa. Cuando menos, resultaba impactante, a la par que novedoso. Ese día, el cielo, lechoso, dudaba entre las nubes y los claros. Bajo un cielo plomizo, en un paraje desolado como aquél, el cuadro habría sido sobrecogedor.

EL RETORNO (APRESURADO)

El regreso tuvo que acelerarse un poco, entre monte y campo, hasta Renuncio (para filmar su plaza, y obtener de él y sus alrededores alguna perspectiva nueva). Desde allí, ya sin paradas, a largos y rápidos trancos, hasta el lugar de origen de la ruta. Motivos de horario disponible. Me habría gustado tener algo más de tiempo para disfrutar de estas frugales y severas esencias castellanas.