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Villanueva de Gumiel, Ruta de los Corrales del sur

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Trail stats

Distance
6.69 mi
Elevation gain
384 ft
Technical difficulty
Moderate
Elevation loss
384 ft
Max elevation
2,717 ft
TrailRank 
40
Min elevation
2,475 ft
Trail type
Loop
Time
41 minutes
Coordinates
434
Uploaded
June 7, 2021
Recorded
June 2021
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near Villanueva de Gumiel, Castilla y León (España)

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Itinerary description

Ruta realizada para hacer el track en coche 4x4. No os fieis del tiempo.

Una ruta por los bosques y tierras de cultivo de Villanueva, para localizar las ruinas de los antiguos corrales señalizados por los voluntarios del pueblo que con su esfuerzo han marcado tanto dónde ha habido un corral y ya solo queda el recuerdo, como aquellos lugares que conservan los restos de las antiguas "casas" del ganado del pueblo.

Hora Inicio: 06/03/2021 17:35
Hora Fin: 06/03/2021 18:17
Distancia recorrida: 10,7 km (00:41)
Tiempo en movimiento: 00:35
Velocidad media: 15,33 km/h
Vel. en Mov.: 18,21 km/h
Velocidad Máxima: 55,24 km/h
Altura Mínima: 754 m
Altura Máxima: 828 m
Velocidad Ascenso: 688,2 m/h
Velocidad Descenso: -899,4 m/h
Ganancia Altitud: 221 m
Pérdida Altitud: -212 m
Tiempo Ascenso: 00:19
Tiempo Descenso: 00:14



Corrales de ovejas en Villanueva de Gumiel. Ubicación y término
Entre la carretera de Quemada y la carretera de Baños:
• Corral de la Cañada (El Guijar),
• de la Ladera (camino Hontoria),
• de los Meleros (cañada del camino Hontoria),
• del Verezal (camino del Quemao).
Entre la carretera de Baños y carretera de Gumiel:
• Corral de los Candelos (prado de la Cruz, izquierda),
• de Cerrogordo (carretera de Tubilla, derecha),
• de la Regalada (camino de la Fuente de la Calera),
• de San Cristobal (cañada y camino del Viércole),
• de la tia Dionisia (la Veguecilla, camino de San Antonio),
• de la Lora (cumbre, camino de San Antonio),
• de Manuel De Martín (cumbre, camino de san Antonio),
• de los Garcías (cumbre, túnel de la vía),
• de la senda del Molinero (cumbre, monte San Pedro),
• de Colasón (la Monzona, chorro Colasón),
• de la Boticaria (camino de Gumiel, los Llanos).
• de los Llanos (camino de Gumiel, cañada),
• de la abuela Margarita (subida a Valdefrana).
Entre la carretera de Gumiel y la carretera de Aranda:
• Corral de Cachipolas (a 100m del cortafuegos de Gumiel),
• del tio Ángel (Valdelascasas, camino de la Loma),
• de Moraldiez (camino de La Aguilera),
• de la tia Rafaela (pinosa espesa y prado de la villa).
Entre la carretera de Aranda y carretera de Quemada:
• Corral de la Padillona (camino San Miguel, la Tejera),
• de la Piñuela (las Grullas y camino de los Largos),
• del tio Fraile (camino de la Regina, Fuentepinedo).

Lola Nebreda Nebreda
María del Carmen Ugarte


Tengo, tengo, tengo,
tú no tienes nada,
tengo tres ovejas,
en una cabaña:
la una me da leche,
la otra me da lana,
y la otra me mantiene
toda la semana.

Paseando por el campo y el monte de Villanueva, podemos encontrar todavía los restos de los antiguos corrales levantados en otro tiempo para guardar los rebaños de ovejas.
Por su valor etnográfico, nos proponemos sacar a la luz lo que sabemos de ellos, rescatando así parte de nuestro patrimonio cultural. Lo que nos mueve a ello es la realización de una ruta de senderismo, en la que se irán destacando las principales características de estas construcciones.

En la realización de esta intervienen Javier Martínez Arranz «el Pinzas», Clemente Nebreda Rodrigo y Basilio Múñoz Núñez. Además hemos contado con la colaboración expresa de Antonio Pérez Hontoria, hijo de Félix Pérez Esgueva, último descendiente de una larga saga de pastores villanovenses, que ejerció el oficio en su juventud, acompañando a su padre, y que nos ha querido contar lo que vio y vivió.

En Villanueva fueron muy numerosos los corrales, quedando aún restos de bastantes de ellos; algunos de estos serán los hitos de esta futura ruta, que complementará la ya existente de los resineros.

¿Cómo eran?

Eran construcciones rústicas realizadas con piedras del propio terreno. Podían ser sencillas, una mera cerca de piedras, o contar con una tenada, cubierta con tejas. Siempre que se podía, se orientaban a solano o al sur, abrigados del norte, a fin de evitar en lo posible los vientos fríos y otras inclemencias del tiempo. Normalmente carecían de puerta, la entrada se tapaba con un tronco o una zarza, y en caso de tenerla era una sencilla talanguera.

Algunos corrales contaban aneja con una cabaña pequeña de forma redondeada, típica de la zona, realizada con piedras del entorno y cubierta de tierra, que se mimetizaba completamente con el paisaje. Estas cabañas, a fin de quedar lo más aisladas del exterior, no contaban con otra abertura que una pequeña puerta, que obligaba a entrar agachados o incluso a gatas. Servían de refugio a los agricultores y viticultores, y, en el caso de los pastores, de morada nocturna, llegado el caso. También se encerraban allí los corderillos, cuando el pastor salía del recinto para otras faenas. La puerta se cerraba con una piedra o una zarza, pues, al igual que los corrales, carecían de puerta.

A unos cincuenta metros, estaba el salegar: conjunto de unas cincuenta piedras casi lisas, donde una vez al mes se les echaba un puñado de sal a las ovejas, a fin de que ellas se purgaran. A los ganados se les ponía, igualmente, una piedra de sal a un lado del pesebre para que la chuparan. Lamentablemente han desaparecido todos los salegares, y las piedras se las han ido llevando.

La vida de los pastores

Como hemos dicho, en la familia de Antonio todos han sido pastores. Pastor fue su tatarabuelo, su bisabuelo, su abuelo, su padre y sus tíos. Él insiste en que quedarse a dormir en el campo era cosa más bien de los antiguos, del tiempo de su bisabuelo, cuando solo bajaban una o dos veces a lavarse un poco, o a lavar la ropa.
Cada pastor llevaba ovejas de varios aparceros hasta hacer un rebaño de 160 o 170 ovejas, que era lo normal; un rebaño de 200 era ya un rebaño grande, y, aunque los había más pequeños, no era lo habitual. Al pastor se le pagaba al año media fanega de trigo por oveja, «unas 80 fanegas que, convertidas en dinero, eran cuatro perras, pero se molía el trigo para pan y así se iba comiendo», agrega Antonio. Por ello, el pastor se veía obligado a completar sus ingresos con jornales; era habitual hacerlo en época de vendimias o de siega, y dejar a los hijos a cargo de los rebaños. Así aprendió Antonio el oficio.
Pastores en Villanueva entre los años 40 y 50 del siglo XX fueron: Alejandro Pérez e hijos: Vicente, Bartolo y Félix; Máximo Muñoz y su hijo Ventura; Juan Núñez; Julián Núñez; Rómulo Ruiz; Diómedes Núñez; e Isidoro Frutos y su hijo Julio.

Los productos de la actividad pastoril

Según opinión generalizada, la oveja fue un animal providencial para Castilla, pues con su carne y su leche se alimentaron muchas generaciones; y con su piel y su lana se protegieron nuestros abuelos del frío. Sin embargo, aunque podemos decir que de la oveja se aprovechaba todo, no todas sus partes tenían igual aprovechamiento.

«De los corderos nacidos, si eran hembras —nos dice Antonio—, se dejaba la mitad, y la otra mitad, junto con los machos, se vendía para carne». También se vendía la lana, el vellón de la oveja, que se lavaba bien en el río, o se aprovechaba, una vez hilada, para hacer piugos, jerseys, chalinas... Las pieles también se aprovechaban. Venían los pellejeros de Aranda o de Peñaranda y se las llevaban: «si te daban dos pesetas por cada piel, era un dinero para la casa», añade Antonio.

Apenas se ordeñaban las ovejas, pues las madres necesitaban la leche para sus crías, pero había dos días al año en los que los pastores ofrecían la leche de las ovejas a los amos, eran la Ascensión y el Corpus.

La oveja machorra, es decir, la que ya no paría, se mataba para comer, normalmente hacia los Santos. Los mozos solían comprar alguna para hacer una merienda en los lagares, y si, algún amo tenía más de una, se la quedaba para comer en casa.
También en otoño solía retirarse la basura de los corrales, que se empleaba para abono de las tierras y viñas. Cuando tenía señalado el día, el amo le decía al pastor que no llevara las ovejas a ese corral; luego reponía la cama de paja o juma bien aplastada, y ya podían entrar las ovejas otra vez.

Algunas historias en torno a los corrales

De los corrales y del pastoreo, además de las piedras, nos quedan algunos recuerdos de experiencias vividas. Siempre de la mano de Antonio Pérez, recordamos algunas de ellas.
La más triste de todas, sin duda, es la de Regina, una muchacha que, al atardecer, iba a llevar la cena a su padre, cuando detrás de una zarza le salió un muchacho que quería ir con ella, intentó forzarla y la mató. Ocurrió cerca del corral del tio Fraile, donde todavía puede verse una cruz.

Las tormentas siempre han sido un peligro para la gente que está en el campo. Antonio recuerda un gran nublado sobre Baños que provocó una crecida muy grande en el río. Él tendría nueve o diez años y estaba con su padre en la Moraga; al ver el nublado se volvieron para el pueblo con las ovejas por el alto de San Cristóbal, pero al pasar frente a la venta ya a algunas ovejas les llegaba el agua a la tripa. «Si llegan a tardar un poco más, no habrían podido pasar —nos dice Antonio y añade— Y no hay fotos ni nada, pero era para haberlo visto, porque figúrate todo un rebaño pasando la vega».
La anécdota que quizás ha dejado mejor recuerdo en el pueblo, ha sido la del origen de la oveja que durante un tiempo se ofreció a San Antonio. El Rómulo, estando en los gallineros de la Guindalera, se quedó dormido debajo de un pino, y al lado había una tierra de yeros, y las ovejas ni los tocaron, que se fueron ellas solitas al monte a pastar. Cuando se despertó el Rómulo y vio el milagro, le ofreció una cordera a San Antonio, y de ahí salió lo de ofrecerle una oveja.

Las cañadas y la Mesta

Al hablar de los corrales de ovejas, se hace necesario hablar de la Mesta y de la Cañada Real Segoviana, que pasa por el este de nuestro término, en la raya con Quemada. Para ello, aportamos una brevísima pincelada histórica: el Honrado Concejo de la Mesta fue creado en 1273 por el rey Alfonso X el Sabio que reunió en él las asociaciones previas de pastores de Castilla y León. Su creación les otorgó importantes beneficios, como exención de impuestos, exención del servicio militar, darles derechos de paso. La Mesta duró hasta 1836, en que fue disuelta. No hay que olvidar que detrás de ella, no había solo pastores, sino también los dueños de los rebaños, principalmente grandes señores, que en definitiva eran los últimos beneficiarios de estos privilegios.

Las principales cañadas de Castilla y León eran, en el siglo XIII, la occidental o leonesa, la central o segoviana y la oriental, también conocida como manchega o conquense.
La Cañada Real Segoviana es la que pasa por nuestro pueblo. Su recorrido original no está muy bien delimitado, pero más o menos siempre seguían la misma ruta, y es la siguiente: Sierra de Neila, Moncalvillo, La Gallega, Huerta de Rey, Coruña del Conde, Hontoria de Valdearados, Baños de Valdearados, Villanueva de Gumiel, Aranda de Duero, Fuentespina, Milagros, Pardilla, en la provincia de Burgos. Después seguían en dirección a Somosierra, lo que actualmente es la Autovía del Norte.

En su recorrido por Villanueva, entra en el término por el mojón de los Cuatro Concejos, en la raya de Baños; sigue por el monte, coincidiendo con el llamado Sendero de los Resineros; cruza la carretera BU-912, por el mojón de la Pijotada, para adentrarse en terrenos de Quemada, y continúa hacia Aranda. Cuenta con un ramal secundario que va por la cumbre entre Villanueva y Gumiel de Izán, para seguir camino hacia Sinovas.
El viaje de los rebaños se realizaba a través de las cañadas, que constaban de una vía principal y una serie de ramificaciones o vías secundarias, denominadas cordeles, veredas y coladas. Dicha cañada no es que tuviese un único camino, sino que varias veces se bifurcaba y volvía a unirse, siempre aprovechando vados de ríos, prados, pastos; algunas veces estas ramificaciones servían para descansar en los corrales o para comprar en algún pueblo.

La raza propia de esta zona de Castilla es la churra, buena para carne y leche, mientras que la raza merina, muy apreciada por la cantidad y la calidad de su lana, es más propia de otras zonas.

El comercio de la lana tuvo gran importancia en la Edad Media y en el Renacimiento, pues las lanas españolas se exportaban, a través de los puertos del norte, a Europa.
La convivencia entre ganaderos y agricultores no era fácil; los segundos se quejaban de los daños que producían los rebaños en los cultivos, y los primeros se quejaban de los inconvenientes que encontraban para el paso por las tierras de labor, sobre todo cuando tenían que emprender la trashumancia, el viaje anual de los rebaños desde las tierras frías del norte, a las más templadas extremeñas. La trashumancia fue el principal vehículo de comunicación para la cultura pastoril.

Waypoints

PictographRuins Altitude 2,574 ft
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Corrales de la Padillona

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Corrales de la Piñuela

PictographRuins Altitude 2,658 ft
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Corral del tío Fraile

PictographRuins Altitude 2,685 ft
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Corrales de la Cañada

PictographRuins Altitude 2,694 ft
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Corral de los Meleros

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Corrales de la Ladera

PictographRuins Altitude 2,659 ft
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Corrales del berezal

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