Villanueva de las Torres a Desierto de los Coloraos

Hace un tiempo hice la ruta recogida en este track del maestro AVHINOJOSA https://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=9181729. Los paisajes por los que pasé me dejaron tan impresionado que me propuse ahondar más en la comarca y ver más de cerca los cañones y las curiosas formaciones geológicas que se intuían a lo lejos, los famosos «coloraos». Así que con la ayuda de un plano topográfico, una imagen de cartografía aerea y el Google Earth, tracé una ruta a seguir por alguno de los caminos y pistas que aparecían claramente delineados en las imágenes.

El resultado es el track que ahora propongo y que resulta complementario de manera recíproca con el ya citado. De hecho hay un tramo de unos 3 Km, en la segunda mitad del recorrido, en la que ambos coinciden. Este nuevo track transcurre en una buena parte por el borde norte del Barranco del Caballo y permite contemplar un número más elevado de «coloraos» y con mayor detalle que los observados desde el track comentado al inicio. Todos ellos se despliegan a lo largo de un barranco paralelo al del Caballo y por otros cuantos que desembocan en él de manera perpendicular.

La ruta parte desde la localidad de Villanueva de las Torres. Al trazarla a partir de mapas, la inicié desde un camino que salía desde el mismo pueblo, aunque después, al recorrerla en la realidad, descubrí que se puede acortar, llegando con el coche hasta un punto de inicio más adelantado. Con esto nos ahorramos unos 10 Km de caminata que tampoco aportan nada sugerente, si lo que de verdad queremos ver son los barrancos, cárcavas y paredes erosionadas de los cañones.

Con la salvedad antes comentada, el track se inicia a la entrada del pueblo, en la carretera que llega al mismo desde Benalúa de Guadix y Fonelas, y justo nada más rebasar el cartel indicador de «Bienvenidos a Vva de las Torres». A los pocos metros de adentrarnos en la pista, nos encontramos con el rio Fardes. Un cartel nos avisa de la prohibición de cruzar el vado inundable en presencia de agua. El sentido común nos dirá si el agua que fluye en ese momento nos desancoseja atravesarlo con el coche, cosa que, supongo, sólo ocurrirá en periodos de lluvia intensa, ya que el caudal que lleva habitualmente es perfectamente salvable. Una vez cruzado, ya sólo nos resta seguir la pista, ancha, en perfecto estado y sin ningún peligro por ninguno de sus márgenes, hasta un cortijo que encontraremos a unos 5 Km. Allí podemos dejar estacionado el coche. Bueno, mejor en las inmediaciones, ya que la triada de perros que saludará nuestra llegada no nos permitirá acercarnos demasiado. A unos 4 Km de este punto es donde verdaderamente comienza el espectáculo. En la cara del barranco que nos queda visible a nuestra izquierda empiezan a desvelarse las curiosas e hipnóticas formaciones geológicas esculpidas en las paredes de los cañones. Para contemplarlas mejor conviene dejarse caer unos metros fuera de la pista y acercarse hasta el borde del barranco, caminando en paralelo a él o sentándose, olvidándose del tiempo.
Más adelante, el camino descenderá hasta el lecho del Barranco del Caballo que nos había acompañado durante gran parte del camino, desde la derecha, y del que hasta ese momento apenas se podía ver nada. Tras recorrerlo durante apenas un kilómetro, la pista remontará el mismo hasta su otro borde, terminando en un mirador desde el que observar los «coloraos» de este barranco. Luego la pista enlaza con la que, procedente de Gorafe, sigue el track comentado al principio.

Sí, ya se sabe que el origen de estas impactantes formaciones geológicas cinceladas en los paredones verticales de los barrancos a lo largo de miles o millones de años ha sido obra de la acción conjunta del agua y del viento.Eso está perfectamente claro. Pero a mi me gustaría pensar que esos relieves, a veces decorados con franjas uniformes y rectilíneas de distintos colores, que atrapan nuestra mirada de manera subyugante y que van desvelándose bajo las capas de sedimentos arcillosos que los cubrían (como si un arqueólogo titánico se ocupara cada noche en desenterrarlos palmo a palmo), son sencillamente los vestigios de murallas o construcciones mitológicas sepultadas desde hace millones de años por las aguas del gran lago que dió lugar al bello paisaje de este extenso paraje. Eso es lo que a mí me sugieren estas largas columnas con sus frisos y sus capiteles, si es que consigo borrar de mi cabeza todo el caudal de información científica y cultural que, en ocasiones como esta, sólo sirve para estrangular nuestra ancestral fascinación por el misterio.

Hasta ahora las rutas propuestas para adentrarse en esta insólita y fascinante comarca de la geografía granadina y andaluza partían todas desde Gorafe o desde Cuevas del Campo y su embalse del Negratín. Bueno es saber que también existe esta otra vía de acceso desde la localidad de Villanueva de las Torres, más corta que las anteriores (para el que no sea de mucho andar), totalmente realizable en coche (para el que no sea nada de andar) y que nos lleva sin muchos preámbulos hasta los puntos de observación de unas vistas impresionantes.
He calificado la ruta como Difícil por la duración de la misma, no por el terreno ni su desnivel pronunciado, salvo en algunos tramos.