Villanueva-Rampalay (Valle de Zamanzas): Turzo y Pesquera de Ebro

Recorrido circular desde Villanueva-Rampalay que va hasta Turzo pasando por El Portillo de San Roque (alto de San Lorenzo) y continuando hacia Pesquera de Ebro por el GR 99 para, desde aquí, volver al lugar del inicio siguiendo este Gran Recorrido. Hemos tomado como referencia la ruta de “daniruizdelvalle” realizada desde este mismo pueblo, pero hemos seguido el sentido contrario.

DESCRIPCIÓN DE NUESTRA CAMINATA: iniciamos nuestra ruta en Villanueva-Rampalay, en el recóndito Valle de Zamanzas, que con la excepción de unas pocas fincas de cultivo en la parte llana y más profunda del valle, es un bosque continuo en el que predominan los robledales, además de unas cuántas zonas con pinos de reforestación.

Comenzamos a andar por la carretera que se dirige a Gallejones, pueblo en el que está el ayuntamiento del valle, pero muy pronto nos adentramos en el bosque de robles por un sendero señalizado con las marcas de PR (pequeño recorrido) que se dirige hacia Turzo y Gallejones. Está perfectamente indicado en toda su trayectoria. Y esta es la única parte en ascenso (cómodo) que vamos a tener en todo el itinerario, y por la que alcanzamos el Portillo de San Roque, desde el que tenemos unas espectaculares vistas de todo el Valle de Zamanzas, sus pequeños pueblos, y la imponente mole de la Peña Nava.

Tras un corto descenso llegamos a Turzo. Este pequeño pueblo se encuentra ya en una zona de páramo, como en medio de ninguna parte, pero tiene algunas estupendas casas de piedra recientemente restauradas, otras en ruinas y una curiosa tienda de velas en la parte baja de una preciosa casa arreglada con mucho gusto. Nos acercamos a su iglesia de San Martín Obispo para admirar su delicada portada románica.

Por Turzo pasa un ramal el GR 99 “Camino Natural del Ebro”, que se une en Pesquera de Ebro al que desciende junto al rio, y es el camino que vamos a seguir. Pasa junto al pequeño cañón de un arroyo que resulta llamativo por bonito e inesperado. Desde este camino vamos a tener también unas panorámicas maravillosas de diferentes farallones rocosos y sus faldas boscosas.

Y alcanzamos la orilla del Ebro, ya cerca del pueblo de Pesquera, con palacios y magníficas casas de piedra, que al estar enclavado en la parte más espectacular de los cañones del Ebro y el Rudrón está recuperando un poco de vida con nuevos alojamientos rurales y restaurantes.

Después de darnos un amplio paseo por el pueblo, continuamos nuestro trayecto cruzando el imponente puente sobre el Ebro, junto al que está la coqueta ermita de San Antonio.

El sendero del GR está en magníficas condiciones y es una delicia caminar por él junto al rio. Las panorámicas siguen siendo maravillosas y adornadas con el color otoñal de los árboles de ribera.

Llegamos al desfiladero de Las Calzadas en el que el GR transcurre un buen tramo por la carretera, es una desventaja de las estrecheces. Sobrepasado el desfiladero, ya cerca de Colina, con su iglesia en ruinas e invadida por la vegetación, volvemos a tomar un camino carretero por el que llegaremos al final de nuestro recorrido. Para ello pasamos por el magnífico puente medieval de Villanueva-Rampalay reservado en la actualidad para peatones.

En conclusión, esta es una muy recomendable ruta, de recorrido un poco largo pero muy cómodo, enclavada en el Parque Natural de las Hoces del Alto Ebro y Rudrón que, junto al resto de las Merindades, atesora una gran riqueza paisajista, botánica y geológica con sus extensos y bien conservados bosques, sus cañones, desfiladeros, gargantas y farallones rocosos de gran belleza y espectacularidad, además de un importante patrimonio cultural, con magníficas iglesias y ermitas románicas, casas señoriales, torres, etc. ¡¡Apreciémoslo, disfrutémoslo, y conservémoslo!!.

UNA ANÉCDOTA: antes de empezar a andar vimos unas enormes y llamativas flores en un huerto al lado de la carretera y mientras estábamos intentando ver cómo las fotografiábamos (no estaba fácil) salió de la casa contigua un señor que nos invitó a entrar, abriéndonos el portón del garaje desde el que por una puerta accedimos a la huerta. Comentamos el recorrido que íbamos a hacer, nos habló de que sus hijos hacían esta misma caminata andando y en bicicleta de montaña, nos enseñó sus cultivos de invierno (entre otros, un montón de puerros de un aspecto estupendo). Que él, con su mujer, se pasaba allí más de la mitad del año, pero que vivía en Bilbao, nos habló de las flores (las que nos llamaron la atención son “crestas de gallo”) y nos enseñó un montón de calabazas, de las que se utilizan para hacer el “cabello de ángel”, y que esas eran para regalar, y claro, nosotros éramos candidatos. Acabamos llevándonos unas pocas, además de algunas de las enormes flores para coger sus semillas. Dejamos la carga en el coche y comenzamos a caminar. También desde aquí queremos agradecerle su amabilidad y generosidad.

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