VILLARINO DE LOS AIRES: Piconitos, Baldosa, Teso San Cristobal, Vendemoros, Desgalgadero
near Villarino de los Aires, Castilla y León (España)
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Itinerary description
Comprende varias rutas enlazadas unas con otras:
1) Senda de los Piconitos:
Pequeñas veredas usadas en su día por los vecinos de Villarino de los Aires para acceder a sus viñas, olivares y campos de almendros.
Tras abandonar el casco urbano de Villarino, nos encaminamos hacia el Duero entre pequeños huertos y campos de cultivo. Son los últimos vestigios de lo que en su día fue una importante labor agrícola donde toda la ladera del río estaba cubierta de bancales. Comenzamos a zigzaguear sin perder de vista el curso del Duero, aunque en el día de hoy y debido a la hora que era imaginábamos el rio bajo la densa niebla que lo cubría, haciendo mas bello el paisaje todavía. Al descender un poco más la niebla fue desapareciendo. En este punto el río forma un meandro, coronado por el Teso de la Bandera. Algunos olivos, almendros y pequeñas viñas resisten entre la maleza y nos recuerdan el pasado fértil de unas tierras donde en el lado portugués se siguen cultivando con el esfuerzo que supone una orografía tan complicada.
Al llegar al punto más bajo de la ruta, el sendero hace un giro a la derecha para seguir en paralelo al río en dirección a la desembocadura del Tormes. Cruzaremos algún pequeño arroyo y nos toparemos con matorrales bajos, vegetación de ribera y algún que otro enebro. Una vez superada la Peña Corneja pronto al fondo la inconfundible presa de Bemposa y los colores amarillo chillón con los que hace algunos años pintaron parte de sus muros. En este punto el río Tormes desemboca en el Duero en el Paraje de Ambasaguas.
Aquí hay una zona de recreo con merendero y barbacoa en la que reponemos fuerzas con un pequeño tentempié. Aquí el Tormes dice adiós después de recorrer casi 300 kms por tierras avileñas primero y salmantinas después, desde su nacimiento en la Sierra de Gredos. Las dos aguas se mezclan en medio del paisaje característicos de las Arribes del Duero, en un lugar al cual llega el reculaje de la Presa de Aldeadávila que en el día de hoy se movía bastante debido a que estaba en funcionamiento la presa de Bemposta
Precisamente las sirenas de la central lusa avisan cuando entra en funcionamiento y el caudal del Duero aumenta en poco tiempo.
No obstante, en algunos momentos del año, la cantidad de agua que conduce el río es tan baja que se puede atravesar.
En este entorno las aceñas de Minchorico y Ricardito son las únicas que quedan en pie en las riberas del Tormes y que aún sobreviven envueltas entre la vegetación y la maleza, eran antiguos molinos harineros que utilizaban los villarinenses
2) Baldosa:
Ahora ascendemos sobre 150 metros de desnivel por una pista asfaltada hasta la Lasca Trillera, para volver a descenderlos, una vez abandonada la pista y por un sendero prácticamente inapreciable, y en una bajada pronunciada hasta la zona conocida como Baldosa, que es un pequeño valle en la desembocadura del Arroyo de los Corzos en el rio Tormes.
Ahora nos toca volver a subir sobre 250 ms de desnivel por la ladera de Esbedal, entre antiguos bancales y algún que otro vestigio de sendero, hacia la Zona de la Caldera, Las Coronas, (dudo de los nombres)
Prácticamente arriba decidimos acercarnos al Teso de San Cristobal, ya que el track que ibamos siguiendo no lo hacía e iba a media ladera entre este Teso y el rio Tormes.
3) Teso de San Cristobal:
Se encuentra en una falla de unos 300 metros sobre el río Tormes, En este teso hubo un antiguo castro celtíbero de la Edad del Hierro, asentamiento de antiguos pueblos vetones y vacceos. Y una señal de esto es que aún pueden verse unas antiquísimas sepulturas y otros restos arqueológicos. En la actualidad es un santuario, con una ermita.
Según la tradición, San Cristóbal es el abogado de los vadeadores de los cursos de agua, así que desde estas alturas protegía a los viajeros que trataban antaño de cruzar el Tormes o el Duero.
Se sabe que la zona estuvo poblada desde el 4.000 a.c. hasta el 2.000 a.C, momento en el que la población se estableció en el actual núcleo de población, con un mejor terreno cultivable y mejores fuentes de agua.
Otro de los atractivos de este lugar es la existencia de una enorme piedra llamada Piedra del Pendón, que se puede mover con la fuerza de una sola persona. Tallada en la roca, a modo de escalones que llevan a la parte superior, hay unas pequeñas hendiduras y, coronándola, una especie de trono que se cree que es el centro de este santuario neolítico.
Dispone de unas fantásticas vistas, en varios miradores, hacia Villarino, Fermoselle, el río Tormes con sus arribes y Portugal. En la entrada natural del Teso, aprovechando los desniveles de terreno, se encuentra una pequeña plaza de toros, construida en granito
4) Aguasalbas, Cueva de Vendemoros, Cañón del Tormes:
Abandonamos el Teso y para no dar un rodeo decidimos meternos campo a través, por los corrales de Aguasalbas, en busca de un camino que se veía al fondo y sabíamos se dirigía al paraje de Vendemoros,.
Una vez alcanzado el sendero ya nos dispusimos a seguirlo y bajar de nuevo al Tormes donde nos esperaba el paraje del Encuentro, Las cuevas de Vendemoros y el Cañón del Tormes.
Primero cruzamos el Regato de Fuente de los Frailes, que más tarde en su desembocadura en el Tormes es donde se encuentran las Cuevas de Vendemoros y una pequeña cascada, que en el día de hoy apenas tenía agua. Continuamos bajando y ya al llegar al Tormes nos encontramos con el molino de Vendemoro, en su día ‘fábrica de la luz’ y propiedad de Pedro Juanimedio, pionero en esta actividad, también en Santa Marta de Tormes y Calvarrasas de Abajo. Unos metros más arriba se encuentra la acequia que abastecía de agua al generador encargado de producir electricidad, un sistema que durante décadas permitió a los vecinos de Villarino tener luz en sus calles. Aqui decidimos tomar las viandas que llevabamos y descansar un rato.
Posteriormente nos acercamos a ver las Cuevas de Vendemoros, se llega a la desembocadura del regato de Fuente los Frailes, un pequeño pero mágico cachón de aguas limpias y que marca el acceso a unas pequeñas cuevas situadas junto al cauce de este arroyo. Su acceso se realiza por la parte derecha pegado al cauce, unos 70 metros de vertiginosa subida y cuyo acceso lo facilita una cuerda de apoyo, principalmente en la bajada. En este punto se encuentran varias cavidades sobre la roca a modo de pequeñas cuevas, una de ellas con más de 12 metros de profundidad y que demuestra lo caprichosa que en ocasiones resulta la naturaleza, para volver al Molino ya que había que retroceder un poco y dirigirse al arenal del Encuentro, llamado así este paraje, seguramente porque es donde se encuentran las aguas de la Rivera de la Pescadera con el Rio Tormes.
Para cruzar la Rivera de la Pescadera, el Ayuntamiento de Villarino ha instalado una pasarela de madera.
Seguimos todo el arenal y nos acercamos a ver el Cañón del Tormes: Tramo del Tormes encajonado entre dos fayones de más de 30 metros de altura y donde se puede observar en contraste las plantaciones de olivos sobre bancales, en el lado zamorano de Fermoselle, y la naturaleza más agreste en la parte salmantina de Villarino
Abordamos el Cañón en dos puntos, uno a nivel del agua y otro a unos 60 metros de altitud, por la ladera del Lentiscal, con vistas impresionantes sobre dicho cañón, para regresar a la Rivera de la Pescadera y subir por ella.
5) Cascada del Desgalgadero:
Nos disponemos a remontar la Rivera de la Pescadera, unos 200 metros de desnivel, y lo hacemos por la margen izquierda de dicho Arroyo, encontrándonos a nuestro paso multitud de cascadas y pozas.
El sendero es estrecho y con gran inclinación del terreno, aunque observar los bellos rincones que esconde hace que merezca la pena realizar su ascenso.En este tramo, hasta la llegada a la Cascada del Desgalgadero se pueden observar varios cachones y el Pozo de Villarino, conformado por una secuencia de cascadas de más de 50 metros y cuya imagen resulta del todo espectacular en momentos de grandes avenidas, pues la fuerza del agua llega a formar una única cascada haciendo de este lugar algo único. Además de Cascadas y Pozas existen infinidad de edificaciones majadas y casas ganaderas, hoy abandonadas
El camino discurre en ascenso hasta dar vistas al paraje del Desgalgadero, lugar en el que se puede apreciar cómo el agua de la rivera se precipita por entre un lastrón de más de 70 metros de altura en busca nuevamente de su cauce. Unos metros más abajo, el Ayuntamiento ha habilitado el paso con un pequeño puente de madera. En este punto se pueden observar los restos del molino harinero cuyas piedras eran movidas por la fuerza del agua.
Fantástico grupo de cascadas. La imagen de la sucesión de caídas de agua es imponente cuando se ve desde el Teso de San Cristóbal. En la cascada final, la mayor del conjunto, el agua cae sobre unas losas inclinadas, pero al verla de frente la sensación es de mayor verticalidad.
Ya solo nos resta regresar a Villarino, unos 4 kilómetros y lo hacemos por un camino paralelo a la carretera que discurre entre viñas, olivos y almendros
1) Senda de los Piconitos:
Pequeñas veredas usadas en su día por los vecinos de Villarino de los Aires para acceder a sus viñas, olivares y campos de almendros.
Tras abandonar el casco urbano de Villarino, nos encaminamos hacia el Duero entre pequeños huertos y campos de cultivo. Son los últimos vestigios de lo que en su día fue una importante labor agrícola donde toda la ladera del río estaba cubierta de bancales. Comenzamos a zigzaguear sin perder de vista el curso del Duero, aunque en el día de hoy y debido a la hora que era imaginábamos el rio bajo la densa niebla que lo cubría, haciendo mas bello el paisaje todavía. Al descender un poco más la niebla fue desapareciendo. En este punto el río forma un meandro, coronado por el Teso de la Bandera. Algunos olivos, almendros y pequeñas viñas resisten entre la maleza y nos recuerdan el pasado fértil de unas tierras donde en el lado portugués se siguen cultivando con el esfuerzo que supone una orografía tan complicada.
Al llegar al punto más bajo de la ruta, el sendero hace un giro a la derecha para seguir en paralelo al río en dirección a la desembocadura del Tormes. Cruzaremos algún pequeño arroyo y nos toparemos con matorrales bajos, vegetación de ribera y algún que otro enebro. Una vez superada la Peña Corneja pronto al fondo la inconfundible presa de Bemposa y los colores amarillo chillón con los que hace algunos años pintaron parte de sus muros. En este punto el río Tormes desemboca en el Duero en el Paraje de Ambasaguas.
Aquí hay una zona de recreo con merendero y barbacoa en la que reponemos fuerzas con un pequeño tentempié. Aquí el Tormes dice adiós después de recorrer casi 300 kms por tierras avileñas primero y salmantinas después, desde su nacimiento en la Sierra de Gredos. Las dos aguas se mezclan en medio del paisaje característicos de las Arribes del Duero, en un lugar al cual llega el reculaje de la Presa de Aldeadávila que en el día de hoy se movía bastante debido a que estaba en funcionamiento la presa de Bemposta
Precisamente las sirenas de la central lusa avisan cuando entra en funcionamiento y el caudal del Duero aumenta en poco tiempo.
No obstante, en algunos momentos del año, la cantidad de agua que conduce el río es tan baja que se puede atravesar.
En este entorno las aceñas de Minchorico y Ricardito son las únicas que quedan en pie en las riberas del Tormes y que aún sobreviven envueltas entre la vegetación y la maleza, eran antiguos molinos harineros que utilizaban los villarinenses
2) Baldosa:
Ahora ascendemos sobre 150 metros de desnivel por una pista asfaltada hasta la Lasca Trillera, para volver a descenderlos, una vez abandonada la pista y por un sendero prácticamente inapreciable, y en una bajada pronunciada hasta la zona conocida como Baldosa, que es un pequeño valle en la desembocadura del Arroyo de los Corzos en el rio Tormes.
Ahora nos toca volver a subir sobre 250 ms de desnivel por la ladera de Esbedal, entre antiguos bancales y algún que otro vestigio de sendero, hacia la Zona de la Caldera, Las Coronas, (dudo de los nombres)
Prácticamente arriba decidimos acercarnos al Teso de San Cristobal, ya que el track que ibamos siguiendo no lo hacía e iba a media ladera entre este Teso y el rio Tormes.
3) Teso de San Cristobal:
Se encuentra en una falla de unos 300 metros sobre el río Tormes, En este teso hubo un antiguo castro celtíbero de la Edad del Hierro, asentamiento de antiguos pueblos vetones y vacceos. Y una señal de esto es que aún pueden verse unas antiquísimas sepulturas y otros restos arqueológicos. En la actualidad es un santuario, con una ermita.
Según la tradición, San Cristóbal es el abogado de los vadeadores de los cursos de agua, así que desde estas alturas protegía a los viajeros que trataban antaño de cruzar el Tormes o el Duero.
Se sabe que la zona estuvo poblada desde el 4.000 a.c. hasta el 2.000 a.C, momento en el que la población se estableció en el actual núcleo de población, con un mejor terreno cultivable y mejores fuentes de agua.
Otro de los atractivos de este lugar es la existencia de una enorme piedra llamada Piedra del Pendón, que se puede mover con la fuerza de una sola persona. Tallada en la roca, a modo de escalones que llevan a la parte superior, hay unas pequeñas hendiduras y, coronándola, una especie de trono que se cree que es el centro de este santuario neolítico.
Dispone de unas fantásticas vistas, en varios miradores, hacia Villarino, Fermoselle, el río Tormes con sus arribes y Portugal. En la entrada natural del Teso, aprovechando los desniveles de terreno, se encuentra una pequeña plaza de toros, construida en granito
4) Aguasalbas, Cueva de Vendemoros, Cañón del Tormes:
Abandonamos el Teso y para no dar un rodeo decidimos meternos campo a través, por los corrales de Aguasalbas, en busca de un camino que se veía al fondo y sabíamos se dirigía al paraje de Vendemoros,.
Una vez alcanzado el sendero ya nos dispusimos a seguirlo y bajar de nuevo al Tormes donde nos esperaba el paraje del Encuentro, Las cuevas de Vendemoros y el Cañón del Tormes.
Primero cruzamos el Regato de Fuente de los Frailes, que más tarde en su desembocadura en el Tormes es donde se encuentran las Cuevas de Vendemoros y una pequeña cascada, que en el día de hoy apenas tenía agua. Continuamos bajando y ya al llegar al Tormes nos encontramos con el molino de Vendemoro, en su día ‘fábrica de la luz’ y propiedad de Pedro Juanimedio, pionero en esta actividad, también en Santa Marta de Tormes y Calvarrasas de Abajo. Unos metros más arriba se encuentra la acequia que abastecía de agua al generador encargado de producir electricidad, un sistema que durante décadas permitió a los vecinos de Villarino tener luz en sus calles. Aqui decidimos tomar las viandas que llevabamos y descansar un rato.
Posteriormente nos acercamos a ver las Cuevas de Vendemoros, se llega a la desembocadura del regato de Fuente los Frailes, un pequeño pero mágico cachón de aguas limpias y que marca el acceso a unas pequeñas cuevas situadas junto al cauce de este arroyo. Su acceso se realiza por la parte derecha pegado al cauce, unos 70 metros de vertiginosa subida y cuyo acceso lo facilita una cuerda de apoyo, principalmente en la bajada. En este punto se encuentran varias cavidades sobre la roca a modo de pequeñas cuevas, una de ellas con más de 12 metros de profundidad y que demuestra lo caprichosa que en ocasiones resulta la naturaleza, para volver al Molino ya que había que retroceder un poco y dirigirse al arenal del Encuentro, llamado así este paraje, seguramente porque es donde se encuentran las aguas de la Rivera de la Pescadera con el Rio Tormes.
Para cruzar la Rivera de la Pescadera, el Ayuntamiento de Villarino ha instalado una pasarela de madera.
Seguimos todo el arenal y nos acercamos a ver el Cañón del Tormes: Tramo del Tormes encajonado entre dos fayones de más de 30 metros de altura y donde se puede observar en contraste las plantaciones de olivos sobre bancales, en el lado zamorano de Fermoselle, y la naturaleza más agreste en la parte salmantina de Villarino
Abordamos el Cañón en dos puntos, uno a nivel del agua y otro a unos 60 metros de altitud, por la ladera del Lentiscal, con vistas impresionantes sobre dicho cañón, para regresar a la Rivera de la Pescadera y subir por ella.
5) Cascada del Desgalgadero:
Nos disponemos a remontar la Rivera de la Pescadera, unos 200 metros de desnivel, y lo hacemos por la margen izquierda de dicho Arroyo, encontrándonos a nuestro paso multitud de cascadas y pozas.
El sendero es estrecho y con gran inclinación del terreno, aunque observar los bellos rincones que esconde hace que merezca la pena realizar su ascenso.En este tramo, hasta la llegada a la Cascada del Desgalgadero se pueden observar varios cachones y el Pozo de Villarino, conformado por una secuencia de cascadas de más de 50 metros y cuya imagen resulta del todo espectacular en momentos de grandes avenidas, pues la fuerza del agua llega a formar una única cascada haciendo de este lugar algo único. Además de Cascadas y Pozas existen infinidad de edificaciones majadas y casas ganaderas, hoy abandonadas
El camino discurre en ascenso hasta dar vistas al paraje del Desgalgadero, lugar en el que se puede apreciar cómo el agua de la rivera se precipita por entre un lastrón de más de 70 metros de altura en busca nuevamente de su cauce. Unos metros más abajo, el Ayuntamiento ha habilitado el paso con un pequeño puente de madera. En este punto se pueden observar los restos del molino harinero cuyas piedras eran movidas por la fuerza del agua.
Fantástico grupo de cascadas. La imagen de la sucesión de caídas de agua es imponente cuando se ve desde el Teso de San Cristóbal. En la cascada final, la mayor del conjunto, el agua cae sobre unas losas inclinadas, pero al verla de frente la sensación es de mayor verticalidad.
Ya solo nos resta regresar a Villarino, unos 4 kilómetros y lo hacemos por un camino paralelo a la carretera que discurre entre viñas, olivos y almendros
Waypoints
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10 Villarino de Los Aires
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1,115 ft
12 Peña Corneja
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13 Teso de la Bandera
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17 Rio Tormes
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18 Lasca Trillera
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19 Arroyo Del Corzo
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24 Aguasalbas
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25 Regato de Fuente de Los Frailes
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1,509 ft
26 Vendemoros
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