241. Villasur de Herreros-Alto de La Merienda-Alto de La Cruz
near Villasur de Herreros, Castilla y León (España)
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Itinerary description
📸 FOTOS:
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').
📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 43 (para Senderismo): dificultad 'Fácil' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 333 metros (superior al que estima Wikiloc).
PREÁMBULO
Entrado ya el otoño, su ‘veranillo’ más bien parecía un ‘veranazo’: Por la duración (iban ya dos semanas y seguía) y los calores (con temperaturas de 30 grados y más).
La fogosidad solar y las cacerías otoñales estaban poniendo trabas en la elección de rutas. Era domingo. Nuestra ruta preferida para hoy tendría montería colectiva. Descartada.
--“Pues, venga, una sin tiros”. Calor lo tendrían todas por esta parte del mundo. Así que, además, debería ser una (relativamente) corta y fácil, para terminar en buena hora, antes de las apreturas.
En Villasur de Herreros y sus robledales habíamos estado una vez [1]. Muy satisfactoria. Por el sur. Ahora rodaríamos más hacia el este. También entre sol y sombra. Con vistas largas a trechos y resguardo bajo cubierta vegetal en otros.
[1] https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/monte-quintanar-desde-villasur-de-herreros-81519579
Y así fue como nos plantamos en Villasur a las 8 h de la mañana; aún con 10 grados. Los vampiros apuraban los últimos reductos de las tinieblas (véase 'waypoint' 1 😉).
--"Espera un poco (…a que se vayan… y se vea)". Todavía faltaba un rato para que la aureola albi-naranja despuntase sobre el Trigaza.
(…) 13 km y 3 horas después habríamos finiquitado la ruta. 21 grados a las 11 h y pico nos parecerían más a causa de la quietud del aire. Pero eran muy poco para lo que luego seguiría.
LA RUTA
Si no es de día, podría decirse que es de noche. La penumbra a las 8 de la mañana se quedaba en tierra de nadie. Los ojos entreveían. La cámara de fotos estaba ciega: Primer ‘waypoint’, fundido en casi negro; inútil (¿o no?).
Así fueron nuestros primeros pasos tras iniciar la marcha en la zona deportiva de Villasur de Herreros, como un km hacia el sureste de la localidad.
Conforme ascendíamos al alto del Rayo, la luz del alba también lo hacía. Hasta que el sol, rasante y frontal, nos cegó; justo entre las cejas; durante un rato. Quedaba la opción de mirar de lado. Gracias al terso suelo, se podía caminar a tientas.
Subimos por un camino en buen estado (mejor que el de bajada, después). Atravesamos dehesas de robles y calveras de brezo. En el km 4,4, llegamos a lo alto del alto de La Merienda.
Allí, en el suelo y completamente rodeados de vegetación, sólo se ven los troncos y las ramas de los robles (y el cielo). Escalamos cinco metros al hito geodésico; esperanzados. Ahora sólo se ven las copas (y el cielo). Igual da.
Luego, en el trayecto hasta el alto de La Cruz (km 6,2), la inmersión en el bosque se combina con claros. Amplias y bellas panorámicas (ver en Destacado) se alargan hasta el km 7,1.
En ese punto podríamos enfilar el retorno por el camino del Moscadero. Ya hemos visto lo mejor. Pero decidimos alargar la travesía bosque a través hasta el refugio del Pardo (km 7,8). Esa extensión no aporta mucho.
Desde allí seguiremos el camino de marras hasta el final de la ruta, con un corto desvío a la izquierda (del km 8,8 al 9,4), para ver unas curiosas formaciones rocosas.
Desde el km 9,4 no dejaremos el Moscadero hasta término. Por cierto, ¿su nombre no vendrá de ‘moscas’? Lo digo por la multitud que nos atosigó. También buscaban ya la sombra.
Posibles Dificultades:
No hay dificultades reseñables. Prácticamente todo el trayecto se hace por camino marcado, excepto entre los km 7,1 y 7,8 (tramo prescindible o sustituible por camino).
La orientación es relativamente fácil y las demandas físicas son leves. Únicamente el descenso por el Moscadero, particularmente áspero entre los km 9,4 y 11,5, añade incomodidades (que el entorno no compensa con alicientes allí).
DESTACADO
Dijo un sabio: “El mucho y el poco son relativos. Si quieres mucho, espera poco. Serás más feliz”. En realidad, tal vez no lo dijo un sabio, aunque parezca una perla.
Lo dijera así o no, podría haber añadido: “Esperar poco motiva poco, pero inmuniza contra la decepción”. “Si esperas poco, siempre ganas; sea que encuentres mucho o poco”.
A lo que vamos. Durante los primeros casi tres cuartos del recorrido (hasta el km 9,4), fuimos pensando que la ruta era mejor de lo que habíamos supuesto. Íbamos, pues, acumulando grandes expectativas (craso error, nos diría el sabio).
El último cuarto defraudó, comparado con lo anterior (“te lo dije”): Camino pedregoso y polvoriento, entorno boscoso homogéneo y abigarrado; y sin vistas exteriores. En su lado positivo, aportó sombra y una anécdota.
(1) El Ascenso (...el Alba):
Todo el ascenso hasta el alto de La Merienda es muy agradable.
Están las calveras de aterciopelado suelo herboso, pobladas de brezo. Aunque ya mustio y descolorido, era fácil imaginárselo en su plenitud.
Están las siluetas de los picos Trigaza, en primer término, y el San Millán insinuándose más allá. Todas se recortaban oscuras con los rayos del sol por detrás.
Y está la dehesa de robles añosos. Espolvoreados aquí y allá, o formando pequeños grupos familiares que parecen hacer vida en común.
Con esos ingredientes (más la temperatura fresca, el cuerpo descansado y el ánimo por las nubes), uno se siente flotar al amanecer.
(2) Los Altos (...el Éxtasis):
En la zona alta, llegando al cerro de La Merienda, el bosque de robles se espesa y se cierra sobre el camino que lo culebrea. Misterio: ¿’qué habrá después de la siguiente curva’?
De La Merienda al alto de La Cruz, el bosque abre claros para apreciar la majestuosidad de los Trigaza, ahora más cercanos. Un puesto de observación nos eleva las miras.
Ese tramo de bosque entre los dos altos, con helechos frondosos, brezo fresco, robles viejos, medianos y jóvenes, resulta particularmente variado y acogedor.
Pero lo mejor, panorámico, llega cuando nos acercamos al alto de La Cruz. Ahora, además de Trigaza y San Millán, tenemos delante toda la Sierra de Mencilla hasta el Mogosa; por debajo, a la izquierda, el valle del río Arlanzón.
(3) El Descenso (...el Ocaso):
Durante la primera parte del descenso, seguiremos disfrutando de ese bello panorama. De frente, se yerguen los montes Villaneda y La Cerca. Más al oeste, la meseta, hasta la ciudad de Burgos.
Luego, los atractivos disminuyen progresivamente. Unas crestudas erupciones rocosas en el km 9,1 rompen la monotonía que empieza a apoderarse del paisaje.
A partir de ahí, en cuanto regresamos al camino del Moscadero, decae el interés. Vamos encerrados en un bosque uniforme y apretado, que no invita a entrar. No queda sino seguir por el agreste camino.
ANÉCDOTA
A nadie habíamos visto en toda la ruta. A nadie (a parte de...) veríamos en lo que faltaba. Ni vacas. Sólo un señuelo (artificial e inerte) de corzo para la caza, junto al refugio de cazadores en el alto de La Cruz.
Volvíamos por el Moscadero (km 9,8; faltaban más de 3 para el final de la ruta; 4 para Villasur). Camino pedregoso y polvoriento; asperón y montaraz. No se movía ni un átomo en el aire. Calma chicha.
Oímos un ‘run, run…’ acercándose. Un polvazal espeso como una tormenta de arena se elevaba tres metros sobre el suelo. Se nos venía encima. “¡Fuera del camino! ¡Rápido!”. Cada uno por un lado, salimos escopetados.
De las tinieblas terrosas surgió un Mercedes. Enorme (quizá engrosado por la capa de polvo que lo cubría). Parecía nuevo y lujoso. No eran cazadores. No se veían perros, ni otros pertrechos de campaña.
¿Qué hacían allí? ¿De dónde venían? Los dos refugios, más arriba, estaban vacíos. ¿Y si se cruzaban con otro vehículo? El estrecho camino no permitía apartarse. Nosotros tuvimos que trepar por la ladera (uno) o saltar al bosque (otro).
Atónitos. ¿Sería un todo-terreno (o un ‘panzer’) camuflado de berlina de lujo? Y casi ni así, con todos aquellos cantos rodados y rodantes, aquella gravilla resbaladiza, y con bastante pendiente en muchos tramos…. ¡Hoé los Mercedes!
Que conste que redujeron la velocidad y nos saludaron al pasar….
No alucinamos. Sin aire (nosotros), sin viento (el aire)..., el pastoso polvo continuó en suspensión durante 15-20 minutos más. Se veía, se olía, se palpaba, y se gustaba (sin gustar).
Era real. …Vale, no se oía (el polvo).
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').
📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 43 (para Senderismo): dificultad 'Fácil' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 333 metros (superior al que estima Wikiloc).
PREÁMBULO
Entrado ya el otoño, su ‘veranillo’ más bien parecía un ‘veranazo’: Por la duración (iban ya dos semanas y seguía) y los calores (con temperaturas de 30 grados y más).
La fogosidad solar y las cacerías otoñales estaban poniendo trabas en la elección de rutas. Era domingo. Nuestra ruta preferida para hoy tendría montería colectiva. Descartada.
--“Pues, venga, una sin tiros”. Calor lo tendrían todas por esta parte del mundo. Así que, además, debería ser una (relativamente) corta y fácil, para terminar en buena hora, antes de las apreturas.
En Villasur de Herreros y sus robledales habíamos estado una vez [1]. Muy satisfactoria. Por el sur. Ahora rodaríamos más hacia el este. También entre sol y sombra. Con vistas largas a trechos y resguardo bajo cubierta vegetal en otros.
[1] https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/monte-quintanar-desde-villasur-de-herreros-81519579
Y así fue como nos plantamos en Villasur a las 8 h de la mañana; aún con 10 grados. Los vampiros apuraban los últimos reductos de las tinieblas (véase 'waypoint' 1 😉).
--"Espera un poco (…a que se vayan… y se vea)". Todavía faltaba un rato para que la aureola albi-naranja despuntase sobre el Trigaza.
(…) 13 km y 3 horas después habríamos finiquitado la ruta. 21 grados a las 11 h y pico nos parecerían más a causa de la quietud del aire. Pero eran muy poco para lo que luego seguiría.
LA RUTA
Si no es de día, podría decirse que es de noche. La penumbra a las 8 de la mañana se quedaba en tierra de nadie. Los ojos entreveían. La cámara de fotos estaba ciega: Primer ‘waypoint’, fundido en casi negro; inútil (¿o no?).
Así fueron nuestros primeros pasos tras iniciar la marcha en la zona deportiva de Villasur de Herreros, como un km hacia el sureste de la localidad.
Conforme ascendíamos al alto del Rayo, la luz del alba también lo hacía. Hasta que el sol, rasante y frontal, nos cegó; justo entre las cejas; durante un rato. Quedaba la opción de mirar de lado. Gracias al terso suelo, se podía caminar a tientas.
Subimos por un camino en buen estado (mejor que el de bajada, después). Atravesamos dehesas de robles y calveras de brezo. En el km 4,4, llegamos a lo alto del alto de La Merienda.
Allí, en el suelo y completamente rodeados de vegetación, sólo se ven los troncos y las ramas de los robles (y el cielo). Escalamos cinco metros al hito geodésico; esperanzados. Ahora sólo se ven las copas (y el cielo). Igual da.
Luego, en el trayecto hasta el alto de La Cruz (km 6,2), la inmersión en el bosque se combina con claros. Amplias y bellas panorámicas (ver en Destacado) se alargan hasta el km 7,1.
En ese punto podríamos enfilar el retorno por el camino del Moscadero. Ya hemos visto lo mejor. Pero decidimos alargar la travesía bosque a través hasta el refugio del Pardo (km 7,8). Esa extensión no aporta mucho.
Desde allí seguiremos el camino de marras hasta el final de la ruta, con un corto desvío a la izquierda (del km 8,8 al 9,4), para ver unas curiosas formaciones rocosas.
Desde el km 9,4 no dejaremos el Moscadero hasta término. Por cierto, ¿su nombre no vendrá de ‘moscas’? Lo digo por la multitud que nos atosigó. También buscaban ya la sombra.
Posibles Dificultades:
No hay dificultades reseñables. Prácticamente todo el trayecto se hace por camino marcado, excepto entre los km 7,1 y 7,8 (tramo prescindible o sustituible por camino).
La orientación es relativamente fácil y las demandas físicas son leves. Únicamente el descenso por el Moscadero, particularmente áspero entre los km 9,4 y 11,5, añade incomodidades (que el entorno no compensa con alicientes allí).
DESTACADO
Dijo un sabio: “El mucho y el poco son relativos. Si quieres mucho, espera poco. Serás más feliz”. En realidad, tal vez no lo dijo un sabio, aunque parezca una perla.
Lo dijera así o no, podría haber añadido: “Esperar poco motiva poco, pero inmuniza contra la decepción”. “Si esperas poco, siempre ganas; sea que encuentres mucho o poco”.
A lo que vamos. Durante los primeros casi tres cuartos del recorrido (hasta el km 9,4), fuimos pensando que la ruta era mejor de lo que habíamos supuesto. Íbamos, pues, acumulando grandes expectativas (craso error, nos diría el sabio).
El último cuarto defraudó, comparado con lo anterior (“te lo dije”): Camino pedregoso y polvoriento, entorno boscoso homogéneo y abigarrado; y sin vistas exteriores. En su lado positivo, aportó sombra y una anécdota.
(1) El Ascenso (...el Alba):
Todo el ascenso hasta el alto de La Merienda es muy agradable.
Están las calveras de aterciopelado suelo herboso, pobladas de brezo. Aunque ya mustio y descolorido, era fácil imaginárselo en su plenitud.
Están las siluetas de los picos Trigaza, en primer término, y el San Millán insinuándose más allá. Todas se recortaban oscuras con los rayos del sol por detrás.
Y está la dehesa de robles añosos. Espolvoreados aquí y allá, o formando pequeños grupos familiares que parecen hacer vida en común.
Con esos ingredientes (más la temperatura fresca, el cuerpo descansado y el ánimo por las nubes), uno se siente flotar al amanecer.
(2) Los Altos (...el Éxtasis):
En la zona alta, llegando al cerro de La Merienda, el bosque de robles se espesa y se cierra sobre el camino que lo culebrea. Misterio: ¿’qué habrá después de la siguiente curva’?
De La Merienda al alto de La Cruz, el bosque abre claros para apreciar la majestuosidad de los Trigaza, ahora más cercanos. Un puesto de observación nos eleva las miras.
Ese tramo de bosque entre los dos altos, con helechos frondosos, brezo fresco, robles viejos, medianos y jóvenes, resulta particularmente variado y acogedor.
Pero lo mejor, panorámico, llega cuando nos acercamos al alto de La Cruz. Ahora, además de Trigaza y San Millán, tenemos delante toda la Sierra de Mencilla hasta el Mogosa; por debajo, a la izquierda, el valle del río Arlanzón.
(3) El Descenso (...el Ocaso):
Durante la primera parte del descenso, seguiremos disfrutando de ese bello panorama. De frente, se yerguen los montes Villaneda y La Cerca. Más al oeste, la meseta, hasta la ciudad de Burgos.
Luego, los atractivos disminuyen progresivamente. Unas crestudas erupciones rocosas en el km 9,1 rompen la monotonía que empieza a apoderarse del paisaje.
A partir de ahí, en cuanto regresamos al camino del Moscadero, decae el interés. Vamos encerrados en un bosque uniforme y apretado, que no invita a entrar. No queda sino seguir por el agreste camino.
ANÉCDOTA
A nadie habíamos visto en toda la ruta. A nadie (a parte de...) veríamos en lo que faltaba. Ni vacas. Sólo un señuelo (artificial e inerte) de corzo para la caza, junto al refugio de cazadores en el alto de La Cruz.
Volvíamos por el Moscadero (km 9,8; faltaban más de 3 para el final de la ruta; 4 para Villasur). Camino pedregoso y polvoriento; asperón y montaraz. No se movía ni un átomo en el aire. Calma chicha.
Oímos un ‘run, run…’ acercándose. Un polvazal espeso como una tormenta de arena se elevaba tres metros sobre el suelo. Se nos venía encima. “¡Fuera del camino! ¡Rápido!”. Cada uno por un lado, salimos escopetados.
De las tinieblas terrosas surgió un Mercedes. Enorme (quizá engrosado por la capa de polvo que lo cubría). Parecía nuevo y lujoso. No eran cazadores. No se veían perros, ni otros pertrechos de campaña.
¿Qué hacían allí? ¿De dónde venían? Los dos refugios, más arriba, estaban vacíos. ¿Y si se cruzaban con otro vehículo? El estrecho camino no permitía apartarse. Nosotros tuvimos que trepar por la ladera (uno) o saltar al bosque (otro).
Atónitos. ¿Sería un todo-terreno (o un ‘panzer’) camuflado de berlina de lujo? Y casi ni así, con todos aquellos cantos rodados y rodantes, aquella gravilla resbaladiza, y con bastante pendiente en muchos tramos…. ¡Hoé los Mercedes!
Que conste que redujeron la velocidad y nos saludaron al pasar….
No alucinamos. Sin aire (nosotros), sin viento (el aire)..., el pastoso polvo continuó en suspensión durante 15-20 minutos más. Se veía, se olía, se palpaba, y se gustaba (sin gustar).
Era real. …Vale, no se oía (el polvo).
Waypoints
Panorama
3,432 ft
1
'Lo que la cámara captó en la penumbra del inicio de la ruta'... (😲) Los ojos podían vislumbrar algo más, no mucho, aunque esa instantánea 'fotográfica' les pasó desapercibida. ¡No se veía un...!
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