Vixía da Herbeira - Miradoiro do Cruceiro de Teixidelo - Praia de Area Negra da Punta da Mina.

AVISO IMPORTANTE (20/03/24): he estado hablando con el concejal de Turismo del ayuntamiento de Cedeira, quien me dice que las fuertes lluvias de fin de año han provocado un enorme desprendimiento en la morrena que bloquea el acceso a la playa y la cascada, siendo extremadamente peligrosa la bajada; me comenta que están buscando rutas alternativas, aunque resulta ciertamente complicado por las peculiaridades del terreno.


La ruta de hoy la llevo esperando varios años, pues se trata de un tesoro geológico distinto a todas las rutas que hecho hasta ahora; discurre en la Sierra da Capelada y es un encontronazo entre mar y montaña, en el que sólo se interponen unos profundos acantilados que alcanzan su máxima expresión en a Vixía da Herbeira, que con 611 metros es el más alto de la Europa Continental. La espera se debe a que para hacer esta ruta hay que contar con varios elementos a favor, en primer lugar el tiempo, ya que es una zona donde se "fabrican" las nieblas y el entorno hace que con ella sea especialmente fácil perderse; en segundo lugar, es necesario calcular la marea, ya que vamos a bajar a la base del acantilado, donde con marea alta es imposible recorrer los arenales, roquedos y restingas que allí se desarrollan y si te atrapa la marea subiendo puedes verte en un buen lío, y en tercer lugar, los pocos días que paso en Viveiro hacen que sea complicado encontrar una fecha libre en que se conjuguen todos los factores anteriores.

Aparco frente a la Garita a las 10:15, con algo más de 2 horas hasta la bajamar, ese es el tiempo máximo que debería emplear en los cerca de 6 kilómetros de bajada y dado que parece más que suficiente, me lo tomo con calma siguiendo la línea de acantilados, alucinando con las vistas, la altura y con la intrepidez de algunas vacas que emulan a las cabras en busca del pasto más sabroso. Durante todo el trayecto llevo a mi espalda las puntas Robaliceira y do Limo y al frente punta Candieira, si miro hacia abajo los illotes Gabeira y Gabeira de Terra y la praia de Teixidelo. Según cuenta la leyenda popular el illote da Gabeira es la barca de San Andrés que se convirtió en piedra al chocar contra los acantilados.

Poco a poco voy descendiendo hasta un punto de la loma en que la pendiente se empina seriamente, en busca de un eucaliptal que sirve de referencia para encontrar el camino por el que llegar al mirador do Cruceiro de Teixidelo. En este enclave con vistas privilegiadas se instaló una placa en memoria del actor Leslie Howard, quien volviendo en vuelo Lisboa-Londres fue derribado en estas costas por la Luftwaffe, al sospechar que realizaba actividades de espionaje para los aliados.

A los pies del cruceiro comienza la ruta de bajada a la playa de arenas negras de Teixidelo, que se encuentra en la Punta de la Mina y es un arenal extraordinario, por ser el único conocido en todo el mundo de arena negra no volcánica, formada por la erosión de la piedra negra ultramáfica que reposa en la playa. El sendero es bastante amplio en su primer kilómetro, durante el que vamos a encontrar dos cancelas que habrá que dejar cerradas, para después complicarse, tanto en cuanto a pendiente, como en cuanto a difuso (es una senda de animales) y confuso (es zigzagueante y hay muchas sendas alternativas), por ello es recomendable no hacerlo con niebla.

Al llegar a la base nos reciben multitud de caballos y yeguas que se crían en libertad y que pastan al lado de sus crías, muchas de las cuales permanecen acostadas, lo que aconseja dar un rodeo para no alterarlas, ni a ellas ni a sus madres. Llego justo en la bajamar y entro en una zona de grandes rocas en las que puedo apreciar los restos del naufragio del buque "Don Segundo Sombra" ocurrido en 1980 y partes del "Bonnie Carrier" hundido en 1986. Tras un cuidadoso tránsito por el roquedal, ya que aquí cualquier torcedura podría ser especialmente peligrosa, llego a la playa de arena negra, donde tengo tiempo suficiente como para hacer decenas de fotografías.

Transcribo una explicación de la página "GCiencia" sobre su geología: Hay muy pocos sitios en el mundo donde se encuentra la peridotita (formada por olivina) sin salir directamente de los volcanes, ya que se forma a mucha profundidad, a más de 70 kilómetros, y muy rara vez llega a la superficie. Y de estos sitios, casi ninguno está en la costa. Hay otro factor que convierte a la playa negra de Teixidelo en un lugar especial: Al tratarse de un lugar tan agreste, el mar no llega a desplazar hasta aquí arena de otras playas próximas, compuesta por otros elementos, por lo que solo se forma la playa con los materiales de los colores oscuros que vemos aquí. La olivina de Teixidelo, compuesta por hierro, magnesio y silicio, se descomponen para formar con la ayuda del oxígeno la serpentina y magnetita, los minerales que componen la arena de la playa. Al observar con una lupa es posible apreciar cristales verdes y negros en ella. Y en la peridotita aún sin descomponer es posible ver el interior de la tierra: las bandas dibujadas en la superficie de la roca dan cuenta de cómo se repartieron los diferentes compuestos en la cámara magmática.

Alcanzo la punta de la Mina y vuelvo sobre mis pasos en dirección a la Punta do Furado, pues en una cala tras ella se encuentra la fervenza de Calabanda, que con 72 metros de altura se precipita directamente sobre el Altántico, aunque lamentablemente en verano lleva poco caudal. Se forma por la unión de dos riachuelos que hemos cruzado durante la ruta, que después de su unión realizan un tramo subterráneo y caen al océano cerca de la isla Gabeira. Por el camino dejo atrás el esqueleto de una caseta, únicos restos visibles de la antigua "Mina Manolita", fundada en el siglo XIX para la extracción de níquel.

Permanezco en mi atalaya un rato mientras repongo fuerzas para emprender el duro ascenso; desde aquí se puede ver con todo detalle que nos encontramos en la base de un amplio circo glacial; se aprecia la forma en U del valle, restos de morrenas, estrías en las rocas, bloques de tamaños muy desiguales e incluso depósitos de arcillas que aún hoy están sin solidificar y que producen un curioso fenómeno de desplazamiento en la zona (los restos de la caseta de mina Manolita se han movido 25 metros desde los años 50). Así mismo se aprecia la falla de Teixidelo que corta la sierra de la Capelada en dos trozos, al norte quedan las peridotitas, al sur granulitas y anfibolitas y en medio, el hueco fue cubierto por el cuarzo que emerge en algunas zonas.

Ya en el camino de vuelta me cruzo con un par de chicas extranjeras muy jóvenes, a las que aviso de que tengan cuidado con la marea que ya lleva algún tiempo subiendo y sigo a buen ritmo mientras veo como la niebla va bajando poco a poco sobre el acantilado. Al llegar a la zona alomada decido ir hacia la carretera para recorrer el último kilómetro, ya que no tenía sentido volver por la línea de acantilados con esa visibilidad reducida.