Vuelta a la Sierra del Cajal (Villanueva de Río Segura)

Una buena caminata con la que dedicarle unas horas a esta sierra satélite de la de Ricote, que es la que acaba recibiendo todas las atenciones.
Se trata de un recorrido que discurre íntegramente por carretera y pistas forestales, así que es enteramente apta para ciclistas.
Ponemos el inicio en la Ermita de San Roque, a las afueras de Villanueva del Río Segura. Aquí tenemos hasta tres miradores a nuestra disposición: el de El Arco, el de San Roque y el de las Cañadas. Tras asomarnos a ellos arrancamos por la carretera, siguiendo las marcas del GR 250.1 Camino del Lignum Crucis, aunque lo abandonaremos en el primer cruce, yéndonos a la derecha por el camino de servicio de la CHS.
Rodeando una balsa de agua entroncamos con la carretera que viene de Ojós y giramos a la izquierda. Ignoramos el camino que aparece a nuestra derecha, y que será por el que regresaremos, dentro de unas horas.
Esta carreterita, que apenas lleva tráfico a motor, aunque sí que acoge a muchos ciclistas, recorre la solana de la Sierra del Cajal, que queda a nuestra derecha. A la izquierda se extienden campos y casas dispersas, con amplias vistas que alcanzan a las sierras de Murcia, Sierra Espuña, Pedro Ponce, etc.
El canal del trasvase estará presente en algunos momentos, e incluso lo cruzaremos en un momento dado. También veremos, próximo a nosotros, el Embalse del Mayés, de pequeñas dimensiones y junto al que podemos distinguir su ermita.
Poco a poco le vamos arañando kilómetros a la ruta, y en el tramo final de esta primera mitad nos adentramos levemente entre un pinar. En alguna curva obtendremos unas hermosas panorámicas de los campos que se extienden hasta Sierra Espuña, destacando el Castillo de Alcalá sobre La Puebla de Mula, Mula misma y su castillo, Pliego…
También, y hacia adentro, divisamos la cumbre de los Almeces, cota máxima de la Sierra de Ricote, en cuyos dominios hemos acabado entrando.
Dejamos la carretera para irnos a la derecha por un camino con puerta y alcanzamos la Casa Forestal de la Solana, abandonada y en proceso de ruina. Ascendemos suavemente hasta llegar al Collado de las Amoladeras, donde hay un cruce de pistas.
Nosotros continuaremos por la nuestra durante aproximadamente un kilómetro y medio. Las vistas en este tramo son excelentes, ya que nos hemos introducido en la sierra y vemos la densa masa forestal desde arriba, y más allá el campo abierto.
En el Collado Blanco dejamos la pista de la Solana para coger la del Cajal, que aparece a nuestra derecha.
Un continuo y prolongado descenso nos espera en un agradable entorno en el que el protagonismo no va a ser tanto la Sierra del Cajal –que se eleva a nuestra derecha– como la Rambla del Carcelín, que aparece abajo, a nuestra izquierda.
Finalmente, y después de cruzar nuevamente el canal del trasvase, aunque esta vez bastante más arriba, ya que atraviesa la sierra por un túnel, finaliza la pista forestal y salimos al camino de servicio de la MCT junto al Mirador de Franco, al que es obligado encaramarse.
Desde aquí salimos a la carretera inicial, desde la que regresamos a la Ermita de San Roque.