Vuelta al Ardal desde el barranco de Villena
near Caserío Comisario, Murcia (España)
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Itinerary description
Vuelta al Ardal desde el barranco de Villena.
Mañana de finales de invierno, con una primavera adelantada, un poco fresca y bastante airosa. El coche se queda en las puertas del Barranco Villena y cogemos carretera con intención de encontrar el Cuco del Ardal y si es posible la antigua escuela rural. La indicación era clara, seguir la carretera hasta que lo encontréis. Ya estábamos perdiendo la esperanza y casi se nos terminaba nuestro término, que no es pequeño, pero también se acaba, cuando hemos divisado el famoso cuco.
No nos ha defraudado en absoluto, más bien todo lo contrario, de hecho si me he puesto a hacer este comentario ha sido impulsado a felicitar al dueño de dicho cuco por lo bien arreglado y conservado que lo tiene. Sabemos que es una construcción que hoy en día ha perdido mucho de su valor, pero como testigo de una época y de unas costumbres que no debemos olvidar, constituye un ejemplo viviente de la misma.
Casi sin querer, ya que buscábamos más bien la escuela rural que fue de Doña Rosario y su casa, nos hemos encontrados con las escuelas más modernas de construcción específica, que se construirían a mediados del siglo XX y que tuvieron poca vida activa, ya que pronto dejaron de funcionar a causa del gran éxodo rural producido pocos años después.
Como seguíamos buscando la casa escuela, nos hemos dirigido y ya de vuelta al cole a la Casa de los Avellanes, esta tampoco era la que buscábamos, pero nos ha servido de refugio para reponer fuerzas, plátano y mandarinas. Lo que no esperábamos ver era el aljibe de nave que todavía se conserva muy bien a sus puertas. Nos sorprendió la techumbre y la amplitud, fácilmente tiene una capacidad de cincuenta mil litros.
Para la vuelta hemos tomado el camino que rodea la sierrecica del Mantecao, contando por la umbría del Comisario, dejamos de lado la casa de los Ardachos y salimos por una zona de reforestación reciente a espaldas de las Aneguillas. Finalmente salimos a Matamoros y enseguida al coche.
Se nos queda pendiente un objetivo, esto nos obligará a retomar la senda y volver cuanto antes a disfrutar de estos parajes tan generosos para la vista. De todas maneras haciendo caso a nuestro amigo Juan Moreno, mejor no dejarlo para cuando haga mucho calor.
Mañana de finales de invierno, con una primavera adelantada, un poco fresca y bastante airosa. El coche se queda en las puertas del Barranco Villena y cogemos carretera con intención de encontrar el Cuco del Ardal y si es posible la antigua escuela rural. La indicación era clara, seguir la carretera hasta que lo encontréis. Ya estábamos perdiendo la esperanza y casi se nos terminaba nuestro término, que no es pequeño, pero también se acaba, cuando hemos divisado el famoso cuco.
No nos ha defraudado en absoluto, más bien todo lo contrario, de hecho si me he puesto a hacer este comentario ha sido impulsado a felicitar al dueño de dicho cuco por lo bien arreglado y conservado que lo tiene. Sabemos que es una construcción que hoy en día ha perdido mucho de su valor, pero como testigo de una época y de unas costumbres que no debemos olvidar, constituye un ejemplo viviente de la misma.
Casi sin querer, ya que buscábamos más bien la escuela rural que fue de Doña Rosario y su casa, nos hemos encontrados con las escuelas más modernas de construcción específica, que se construirían a mediados del siglo XX y que tuvieron poca vida activa, ya que pronto dejaron de funcionar a causa del gran éxodo rural producido pocos años después.
Como seguíamos buscando la casa escuela, nos hemos dirigido y ya de vuelta al cole a la Casa de los Avellanes, esta tampoco era la que buscábamos, pero nos ha servido de refugio para reponer fuerzas, plátano y mandarinas. Lo que no esperábamos ver era el aljibe de nave que todavía se conserva muy bien a sus puertas. Nos sorprendió la techumbre y la amplitud, fácilmente tiene una capacidad de cincuenta mil litros.
Para la vuelta hemos tomado el camino que rodea la sierrecica del Mantecao, contando por la umbría del Comisario, dejamos de lado la casa de los Ardachos y salimos por una zona de reforestación reciente a espaldas de las Aneguillas. Finalmente salimos a Matamoros y enseguida al coche.
Se nos queda pendiente un objetivo, esto nos obligará a retomar la senda y volver cuanto antes a disfrutar de estos parajes tan generosos para la vista. De todas maneras haciendo caso a nuestro amigo Juan Moreno, mejor no dejarlo para cuando haga mucho calor.
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