VUELTA AL EMBALSE DE LA SANTA ESPINA Y HASTA CASTROMONTE (Valladolid). 29 ENE 2022

Esta ruta puede comenzarse en el monasterio de La Santa Espina, el cual lo mandó construir doña Sancha de Castilla, hermana de Alfonso VII el Emperador, en el año 1147. Esta infanta obtuvo por mediación del rey francés, Luis el Joven, una espina de la corona de Cristo que se custodia en el Monasterio de Saint-Denis, y que después regaló a este Monasterio, de ahí su nombre de Real Monasterio de Santa María de La Santa Espina. En el mismo año llegaron los primeros monjes cistercienses, enviados por San Bernardo, a cuyo frente, según cuenta la tradición, venía San Nivardo, su hermano.
Nosotros después de visitar el Monasterio, nos fuimos en coche por la carretera VP-5012 y VP-5004, bordeando el muro del Monasterio, hasta alcanzar una pista donde hay un aparcamiento y unos paneles informativos.
Seguimos por la pista con nuestro vehículo, hasta que decidimos aparcar a unos 600 mts antes de llegar a la presa del embalse.
Continuamos caminando por la pista, en dirección Este, hasta alcanzar el embalse que tiene una capacidad de unos 60.000 m³, conocido como embalse de La Santa Espina y popularmente como pantano o embalse de Castromonte o del río Bajoz. Se trata de una obra de ingeniería hidroeléctrica construida por el Servicio de Concentración Parcelaria en la década de 1960 en el cauce del río Bajoz, junto con otras construcciones complementarias, como acequias y pozos con sus respectivos estanques, para poder regar las tierras de cultivo del valle. Con el tiempo y tras varias sequías ha perdido su finalidad inicial y se ha convertido en un área puramente recreativa para pescadores y senderistas.
En la actualidad es un coto de pesca de tencas y bermejuelas que gestiona la Junta de Castilla y León, donde se da cita un gran número de especies animales y vegetales.
Tras alcanzar la pequeña presa nos encontramos un embalse totalmente congelado, con una capa dura de hielo de unos 3 ó 4 cmts.
Dicen que aquí vive el gallipato, un tritón de cabeza y cola aplanadas de unos 30 ctms de largo, y que pasa mucho tiempo dentro del agua. Hoy con la gran capa de hielo tiene muy complicado salir, aunque siempre hay alguna salida.
Hoy no tenemos mucha avifauna para ver, pero normalmente se pueden encontrar especies como la garza real, el aguilucho lagunero, el martín pescador, la garceta, el zampullín, la focha o el cormorán...
También se pueden observar anfibios como el gallipato antes citado o reptiles como el lagarto ocelado.
El gato montés, el jabalí, el tejón, el lobo y el zorro son algunos de los mamíferos que allí se bañan y descansan.
También es colonia del abejaruco, un pájaro que aprovecha para anidar en los taludes de tierra blanda y que le encanta comer abejas. Cuentan en el pueblo que el famoso Félix Rodríguez de la Fuente tomó aquí escenas del movimiento de esta colonia de aves.
Sí que tuvimos la suerte escuchar de vez en cuando el tamborileo del pájaro carpintero.
Comenzamos un agradable paseo por la margen derecha del embalse, por una senda que discurre muy cercana al embalse, entre pinos, cipreses de Arizona y robles.
Así disfrutando de las hermosísimas vistas, parando de vez en cuando en las plataformas construidas para los pescadores, fuimos avanzado hasta la cola del embalse.
Seguimos por una pista por la orilla del río Bajoz. Y al final, alcanzamos la interesante localidad de Castromonte. Nos acercamos hasta su caserío y paseamos por alguna de sus calles donde aún se pueden ver algunas fachadas que conservan el relumbre de hidalguías medievales. Destaca la Iglesia de la Inmaculada Concepción, construcción del siglo XVI, toda ella de piedra, que presenta un aspecto majestuoso e impresionante.
Castromonte es famooa por la calidad y abundancia de sus manantiales, alguno de ellos aprovechado durante años para el embotellamiento de un agua mineral que tiene entre sus virtudes ayudar a disolver las piedras de riñón.
Regresamos por el mismo camino, hasta alcanzar la cola del embalse.
Cruzamos el río por una pequeña plataforma con maderas a modo de puente.
Ahora ya, poco a poco regresamos por la margen izquierda, por la senda que discurre entre cipreses de Arizona, robles y pinos, disfrutando de nuevo del embalse que continúa helado, hasta alcanzar de nuevo la presa.
Y por último, continuamos por la pista unos 600 mts hasta llegar a nuestros vehículos y finalizar esta bonita ruta senderista.

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