YE (LZ-201)-LADERA NORTE DEL CORONA-MIRADOR AL CRÁTER-CRESTA NORTE DEL VOLCÁN CORONA-LANZAROTE

Marcha realizada el domingo 8 de agosto de 2021
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AVISO: Se entiende, que todo aquel que quiera realizar esta misma ruta, asume la responsabilidad que conlleva una actividad no exenta de posibles riesgos o incidentes, en un entorno en el que el sentido común y las circunstancias pueden marcar la diferencia entre pasar un buen día o todo lo contrario.
Esta ruta se desarrolla en la parte norte de la isla donde se pueden recorrer dos espacios naturales protegidos de singular belleza. El primero y algo más al nordeste serían los acantilados y hermosísima playa de Famara (frente a la Isla Graciosa), y el segundo que haremos hoy el Monumento Natural del Volcán Corona. Para ello nos hemos acercado hasta la pequeña localidad norteña de Ye, para acceder hasta el inmejorable mirador que constituye la cresta del cono volcánico del Corona, el cual unos kilómetros más abajo y hacia el norte forma otro de los atractivos turísticos de la isla “La Cueva de los Verdes”. Se trata de uno de los tubos volcánicos, aquí llamados jameos, más largos del planeta, que formó dicho volcán hace unos veinte mil años. Se trata de un corto y sencillo paseo, que tiene como objetivo alcanzar el segundo mirador más alto de la isla, y que como única dificultad tendría el hecho de bordear y completar todo su cono/cresta, ya que de empezar por su parte sur habría que afrontar un par de trepadas, que con la roca mojada (cosa frecuente) supondría cierta dificultad técnica. En nuestro caso, los ambiciosos planes turísticos que tenemos para el día de hoy, nos va a suponer que no podamos dar la vuelta en su totalidad al cono del Corona, y nos tengamos que conformar con hacer un tramo de la cresta norte, a la que se sube con cuidado pero sin mayor dificultad.

Empezar diciendo, que aunque lo normal es aparcar junto a la ermita de San Francisco Javier que hay a las afueras de la pequeña población de Ye, nosotros lo tuvimos que hacer en un hueco vacío que había en el arcén, muy cerca del desvío que se coge para iniciar la ruta. Y es que el citado aparcamiento, al igual que el de subida al Teide y algún otro más ya estaba completo. La gente de la isla nos comentaba, que con motivo de la pandemia, así como había disminuido el turismo extranjero, en la misma proporción había aumentado el nacional. Una vez cogemos el desvío, que con dirección sur se encuentra a unos cinco metros escasos del coche, empezamos a caminar entre viñedos protegidos por muros de piedra volcánica, entre los que de vez en cuando también se divisa alguna que otra higuera. Entre dichos cultivos se pueden ver algunas plantas endémicas que crecen entre materiales volcánicos y se alimentan de la frecuente humedad que arrastran los vientos alisios a la parte norte de las islas. Cuando llevamos alrededor de medio kilómetro, y nada más dejar a nuestra izquierda edificio circular de color blanco, se empieza a quedar atrás la zona cultivada y nos vamos internando en territorio más natural.

El siguiente tramo en el que la subida se va notando algo más, conlleva un par de amplias zetas a izquierda y derecha. A los tres cuartos de kilómetro es cuando el terreno se empieza a inclinar de verdad, y es que en los últimos trescientos ochenta metros habrá que salvar un desnivel de algo más de ochenta metros de subida, para llegar hasta el mismo borde del primer mirador que hay sobre la caldera del Corona.

En este punto nos planteamos que de haber tenido más tiempo para haber podido recorrer todo el cresterío que forma el cono volcánico, lo habríamos empezado haciendo por la izquierda o con rumbo suroeste. El motivo se debe a que es justo esa primera parte de ascenso la que conlleva mayor dificultad por exigir algún pequeño paso de escalada, siendo bien sabido que siempre es más fácil trepar que destrepar, y más como es nuestro caso, si no se lleva cuerda ni arnés. El caso es que finalmente decidimos subir por la parte norte, que aunque sin pasos de escalada, a los ciento cincuenta metros de fuerte subida, ya nos encontramos una pequeña trepada en una roca, que por suerte se encuentra seca y agarra fenomenal. Ochenta metros después llegamos al primer mirador sobre un cráter que ahora queda mucho más abajo de lo que se veía en el primer mirador de la parte baja.

Sesenta y tantos metros después llegamos al segundo mirador de esta parte norte del cono y cresta del volcán. Este tramo de ida y subida lo estamos haciendo por la parte más cercan y expuesta hacia la caída de la caldera, y es que queremos tener todas las perspectivas posibles para poder disfrutarla durante el poco tiempo que nos queda de ascensión.

Ciento y pico metros después, y cuando el rumbo va siendo cada vez más a componente sur, llegamos al último de los miradores, que por su altitud no sólo nos permite ver con excepcional perspectiva el cráter al completo del volcán, sino que también divisamos la Isla Graciosa, los acantilados de Famara, así como las pequeñas islas de Montaña Blanca y la isla del Este.

Desde este punto iniciamos la vuelta, y como se puede ver por el dibujo que hace el track sobre el mapa y las curvas de nivel, en este caso lo hacemos algo más retirados de la impresionante caída que hay hacia el interior de la caldera volcánica. Sobra decir que siempre en las bajadas hay que poner mucha más atención y cuidado que en las subidas, pues la mayoría de accidentes, torceduras y despistes se producen en las mismas, y más si el terreno está deslizante, lo que hoy no es nuestro caso. Una vez desandamos el recorrido de ascenso y llegamos hasta el primer punto o mirador sobre el cráter, bajamos sobre nuestros pasos hasta llegar al aparcamiento.