Zafra de Záncara (Cuenca))

¨Asentado sobre un farallon rocoso¨, este es el significado del nombre de este pueblo de unos 80 habitantes situado en plena Mancha Alta Conquense. Y no le falta razón, porque es lo que te encuentras cuando te vas acercando a sus inmediaciones, un pueblo colgado del precipicio digno de ver y que no aparece en los destinos turísticos más solicitados de la provincia.Como dijo aquél escritor ¨el que no viene es porque no le da la gana¨.
Aparcamos nuestro coche justo debajo del nuevo acueducto que cruza el pueblo de lado a lado, justo antes de la entrada al pueblo. Antes de callejear por la localidad, iniciamos la dura subida a las encantadoras ruinas de la antigua ermita románica de Nuestra Señora de Arriba, que tienen bien ganado su nombre, por lo de Arriba digo. Una vez visitada la ermita nos dirigimos al nuevo viaducto para cruzarlo por encima.(Hay que decir que el acceso está prohibido, y no es apto para personas con vértigo, aunque nosotros desoyendo la prohibición lo hicimos.)En cualquier caso, dejamos a elección del excursionista cruzar por encima o desandar el camino de subida a la ermita, y ascender al pueblo por una vereda que queda a la izquierda del torreón cilíndrico que se conserva de las antiguas murallas. Lo primero que nos encontramos son las antiguas escuelas, con sus cristales de las ventanas rotos, las pizarras a medio escribir como si los escolares tuvieran que abandonar las clases en medio de un bombardeo. ¨Lagarto,Lagarto¨. Callejeando por el blanco caserío nos encontramos con la iglesia parroquial de la Asunción. Es del Siglo XVI y combina la robustez de sus formas con la elegancia de sus elementos. Poco después vemos el Palacio del Rusiano ( o así lo llaman), palacio barroco de un noble que ganó poderes en sus viajes a Rusia.
Al lado se sitúa la Plaza Mayor, con su Ayuntamiento, que es una iglesia del XVII reconvertida. Seguimos ascendiendo por sus empinadas callejuelas y somos sorprendidos por La Torre del Castillo, de origen árabe, conquistado en 1179 en tiempos de Alfonso VIII. En 1458 fue comprado por ese marqués tan intrigante denominado ¨de Villena¨ y se dice que aquí escribió el infante Don Juan Manuel su obra ¨Cetrería y arte de la caza¨. Poco después subimos al molino de viento, a casi mil metros de altura y con unas vistas privilegiadas aquí y allá. Por cierto el molino ha sido herido recientemente en una de sus aspas. Aunque no está en el Track, también podemos acercarnos a los riscos que hay a ambos lados de la carretera antes del acueducto, por donde discurre el rio Záncara y donde las revoltosas chovas piquirrojas atruenan con sus característicos sonidos. En fin, un pueblo para recorrer con calma, y disfrutar de la hospitalidad de sus pocos habitantes que nos fuimos encontrando por el camino.