Aswan-Paseando en calesa por sus calles

Aswan...Día 4

Nos reponemos a bordo del crucero sin prisa, pero sin pausa,

Crucero por el Nilo de Luxor a Aswan

comentando aún los entresijos de la anterior visita,

Visita al Templo de Abu Simbel

esperando la hora de la cita para realizar la excursión opcional, que consiste en un paseo en calesa, al precio de veinte euros. Algo más amplios, por montar sólo dos en cada tílburi, nos relajamos confiadamente, mientras la comitiva emprende la marcha. Pronto nos sobresaltamos, engullidos por el tráfico, observando atónitos, como nos sortean furgonetas, coches y motos, al son de estridentes bocinazos. Ante algo que no podemos controlar, nos conjuramos para creer que no hay motivo para que nos pase una tragedia hoy, y nos abandonamos a la pericia generalizada en situaciones caóticas. Nacido en Aswan, aunque residente en El Cairo, Ángel nos invita a entrar en la Catedral Ortodoxa del Arcángel Miguel. Hermosa e imponente, tanto su exterior como su interior sobrecogen y exaltan el ánimo por igual. Nos explica brevemente que dispone de varios altares, porque en el credo ortodoxo se deben dejar pasar unas horas antes de oficiar de nuevo misa en ellos. También que cuando para nosotros es Domingo de Resurrección, ellos celebran el Domingo de Ramos. Nos deja ahora en manos de la que parece ser la guía oficial, diciendo "Pido que escucheis sus agradables palabras, porque sus explicaciones son muy especiales y entretenidas". Os aseguro que no detecté sorna alguna en su afirmación, aunque cuando la voluntariosa señora comenzó su aprendida letanía en la que entremezclaba palabras en castellano, italiano e inglés, el señor Malak había hecho mutis por el foro. Volvió a escena con el regalo de unas botellas de agua, pidiendo que no dieramos propina, pero que compraramos en la tienda de recuerdos, que regentaba la señora, alguna baratija como agradecimiento. Al trote de nuevo, ahora si literalmente, comienzan lo que creemos una competición entre ellos, para adelantarse al galope, indiferentes a todo lo que les rodea. Resulta que no era un reto, sino el impulso para superar una fuerte subida, que nuestro caballo no estaba dispuesto a remontar, parandose a la mitad. A base de empujones, golpes, varetazos y, creo, insultos sobre su linaje, llegó el terco mulo, que no caballo, a lo alto de la pendiente, para bajar por el otro lado, como alma que persigue el diablo hasta reunirse con sus congéneres. Paramos ahora en el barrio comercial, ante la prometida tienda de esencias, donde tratados como príncipes, nos sirven bebidas y explicaciones sobre sus preciados productos. El amplío catálogo contiene soluciones para todos los casos y problemas, con ofertas atractivas si compramos un lote. Nos dejamos convencer, adquiriendo cuatro frascos de 125 ml, pagando sólo tres, por 150 euros. Tal es el efecto embriagador y el embrujo producidos por la combinación de luces y efluvios. Ha anochecido ya, vamos apretados de tiempo y emprendemos una loca carrera de vuelta. Habiendo olvidado el incidente anterior, seguramente sumidos en un trance hipnótico, despertamos de golpe cuando llegados a la pendiente, el mulo frena en seco. Tal vez cansado o porque el desnivel es mas acusado por este lado, ni amenazas, golpes o empujones causan efecto alguno. Pasan a golpearle con una dura y enorme roca en el cuello, tirones, y varetazos, son empleados en vano. Ante nuestra oferta de bajar para aligerar el peso, niegan insistentemente, y pensando que sería una ofensa, desistimos. En un momento dado el vehículo rueda unos metros pendiente abajo, y a pesar de su oposición, bajamos inmediatamente. Acude al rescate un amigo con un pequeño burrito, que atado junto al mulo y estirando los otros tres, consiguen sacar al animal de su enroque de no caminar. Han pasado largos angustiosos minutos, previa llamada, Ángel viene a nuestro encuentro en otra calesa, preocupado y angustiado porque el muchacho no le daba explicaciones, y por lo tardío de la hora. Antes de bajar el conductor nos dice insistentemente "regalo caballo, regalo caballo". Inocente de mí le contesto que no hay problema y que no hace falta que nos devuelva el precio del viaje. Ante su insistencia Ángel me aclara, con cierto aire de condescendencia, que me pide la propina. A pesar d ela experiencia se la entrego y agradezco sus atenciones al bajar con un tímido "shukran". Apurados, nerviosos, porque negarlo, algo asustados, abordamos el crucero con la misma cara de enfado que tenía el halcón apostado a la puerta del Templo de Luxor.

Crucero por el Nilo de Luxor a Aswan

Apenas unos bocados de la cena y sin tiempo para nada más, desembarcamos de nuevo para ir a Philae.

Espectáculo de luz y sonido en Philae