Invernal Maliciosa desde Mataelpino (Tubo de Todos)

Hacía mucho tiempo que no salía tan temprano para realizar una ascensión en la sierra. Serían las 7:15 cuando cruzabamos, bajo una fina lluvia, el paso candiense que da entrada al valle de la gargantilla. El camino esta bastante definido en esta zona y no había apenas nieve, así que con los frontales nos desenvolvíamos sin problemas. Aunque casi no veríamos el sol en toda la jornada, enseguida la claridad de la mañana nos iba a permitir prescindir de ellos. La nieve comenzaba a hacer acto de presencia y como temíamos, debido a las lluvias y la subida de temperaturas, esta no presentaba la consistencia que nos hubiera gustado. Dimos por hecho que la jornada sería dura. Además, la niebla apenas dejaba ver las canales de la maliciosa y se intuían rachas de viento fuertes en la cima. Acudía a mi memoria un año nuevo, creo que de 2001, en el que realicé la misma ascensión en parecidas condiciones, con mi colega juan. No sin trabajo, alcanzabamos el punto donde el sendero cruza el arroyo (tapado por la nieve) hacia las canales de la derecha o hacia le collado de las vacas. Sin embargo para evitar la nieve blanda de las primeras palas que bajan de la canal, intentamos subir por la zona mas rocosa y desviandonos hacia la izquierda. El tramo hasta llegar a las murallas donde comienzan las canales se hizo eterno. Abrir huella era un trabajo realmente arduo. Bordeamos las murallas para conectar con el tubo de todos, y no solo no mejoraron las condiciones de la nieve sino que además el viento hizo uso del efecto venturi para castigar todavia mas nuestros fatigados cuerpos. Solo quedaba el último tramo del tubo. Ni en las zonas mas pindias fueron necesarios los crampones. Al salir del tubo el viento soplaba incluso mas fuerte de lo que barruntabamos. LLegamos hasta el vértice como pudimos y buscamos abrigo a sotavento para hacernos la foto de cumbre y colocarnos los crampones. Tras algunas dudas, en mitad de la ventisca, encontramos la entrada al corredor para volver a desandar nuestras huellas. Creímos que era la mejor opción. Pero esta vez descendimos todo el tubo completo y continuamos por la pala de nieve de salida sin recuperar el camino de subida que bordeaba la muralla. Cuando la pala empezó a perder pendiente resultaba mas comodo y eficaz deslizarse con el culo sobre la nieve que andar sobre ella. Paramos a comer el exquisito bocata de tortilla de patatas, que nos había preparado gloria, casi en el mismo punto donde recuperabamos el camino original. Con el estomago lleno y entretenidos con historias montañeras, el resto del camino, aunque largo, se hizo mas ameno. Sonaban potentes los suaves en el coche de jota mientras nos cambiabamos y nos zampabamos el otro bocata de tortilla.