Del pantalán del Jardín Botánico al Molino de Casillas (Albolafia y Puentes Romano, de Andalucía y Abbás Ibn Firnás)

La que compartimos es una ruta sencilla de 8 kilómetros, que se inicia en el pantalán situado a la espalda del Jardín Botánico y termina en el mismo sitio. Puede llegarse en coche hasta el mismo embarcadero (37°52'16.7"N 4°47'02.8"W). Junto al pantalán se encuentra el Molino de la Alegría, hoy convertido en Museo de Paleobotánica.

Se trata de un agradable paseo que combina naturaleza e historia. Sin duda es un lujo remar suavemente por las aguas del Soto de la Albolafia, avistando gran variedad de plantas y árboles y de aves acuáticas, entre varios de los molinos mediavales que se encuentran en este entorno y río abajo, verdaderas joyas arquitectónicas construidas en su mayoría en el S XII y remodeladas en los siglos XIV, XVI, XIX y XX.



Elegimos un día en el que había poco caudal con objeto de que no hubiese excesiva corriente ya que, lógicamente, en la mitad del paseo iremos remando contra ella. Partimos río arriba, encarando enseguida el Puente de San Rafael. A la derecha nos queda el Molino de San Rafael, también denominado de San Lorenzo o de Hierro. Atravesamos el puente por el ojo situado más a la derecha y nos adentramos tan solo un poquito en el Soto de la Albolafia, acercándonos al Puente de San Rafael desde el azud de Culeb, entre los molinos del Pápalo, de Enmedio y de San Antonio. Más a la izquierda quedará el Molino de la Albolafia con su espectacular noria.

Los Molinos de Córdoba

Tras difrutar del entorno del Soto de la Albolafia, damos media vuelta y emprendemos la ruta río abajo, cruzando de nuevo el Puente de San Rafael y atravesando el Puente de Andalucía, hasta llegar al Puente de Ibn Firnas, que con su singular silueta emula a un gran ave en honor de Abu l-Qāsim Abbās ibn Firnās, precursor de la aeronáutica, además de proto-humanista, científico y químico andalusí. A un lado de este puente queda el Molino de Casillas, que en su tiempo fue propiedad de la familia de los Góngora y del duque de la Puebla y presenta la peculiaridad de haber contenido batanes, además de haberse dedicado a la producción harinera como el resto de los molinos del Guadalquivir a su paso por la capital cordobesa.

Sobre todo en el entorno del Soto de la Albolafia, pero también en el resto del recorrido pudimos disfrutar avistando garzas reales, garcetas comunes, garcillas bueyeras, patos reales, cormoranes y moritos recién llegados, algún que otro martinete y hasta un martín pescador.

La ruta es sencilla, pero como todos sabemos que los ríos son cambiantes en función de las condiciones meteorológicas y de los desembalses, siempre hay que tener precaución.